Paysandú, Viernes 03 de Abril de 2015

Ruleta rusa

Opinion | 28 Mar Aunque el expresidente José Mujica ha intentado minimizar el tema, y considera públicamente que se han magnificado por el periodismo las diferencias, es notorio que el actual mandatario, Tabaré Vázquez, pretende darle un nuevo sesgo al Fondo de Desarrollo (Fondes) y de alguna manera encarar una gestión más técnica de este instrumento, es decir con un menor componente de voluntarismo político, que ha sido precisamente el perfil que le dio el anterior jefe de Estado y contribuido de alguna forma a desvirtuar la herramienta.
En las últimas horas, precisamente el nuevo mandatario modificó por decreto las exigencias para acceder a préstamos del Fondes, y con este fin cambió 17 artículos de los decretos de los años 2011 y 2013 que crearon e introdujeron una primera modificación al fondo.
La fuente de financiamiento es la misma, es decir un porcentaje de las ganancias del Banco de la República (BROU), en tanto será la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) la que asesore al Ministerio de Economía y Finanzas sobre el porcentaje de utilidades del BROU que se volcarán al Fondes.
Asimismo establece entre otros aspectos que los emprendimientos, para recibir el apoyo, deberán ser declarados de interés ministerial, en tanto los emprendimientos que ya están apoyados pasarán a ser administrados por el Instituto Nacional Cooperativo (Inacoop).
El Fondes incluye en este decreto apoyar también los emprendimientos autogestionarios y abre la posibilidad de que los trabajadores sean los accionistas mayoritarios de esa empresa, en tanto por otro artículo se promueve la asociación colaborativa de micro, pequeñas y medianas empresas para recibir recursos de este fondo.
Pero en particular, se incorporan requisitos técnicos que requieren que los proyectos deberán aportar la información necesaria en cuanto a ser sostenibles económica y financieramente, así como “ser innovadores en sus productos, mercados, procesos tecnoproductivos y/o modelo de gestión”.
Debe tenerse presente que durante la Administración Mujica hubo mucho voluntarismo y componentes ideológicos para el manejo de estos fondos, por encima de las particularidades de cada emprendimiento asistido, y se trató en muchos casos de un “salvatore” para seguir produciendo al costo que sea, y no puede extrañar entonces que haya de todo en los resultados, por cuanto hubo empresas que se fundieron, otros que apenas subsisten entre partida y partida y otras que están asomando con algunas perspectivas.
Pero claro, ocurre que la asistencia a emprendimientos en dificultades ya conlleva un componente de riesgo exacerbado, que trasciende el intento de preservar la fuente de trabajo, por cuanto ya sea por capital o por autogestión, generalmente el problema ya viene en la ecuación económica que generó el problema, en la relación de costos-ingresos, dependencia de los mercados y si se trata de trabajar para la exportación, por un creciente deterioro de la competitividad.
Ergo, por más asistencia económica que haya, autogestión o la figura de explotación que sea, generalmente el problema es de fondo y no de forma, y de ahí que en muchos casos se trate de asistencialismo puro, con escasas o nulas posibilidades de un saneamiento de la empresa, por la modalidad que sea.
Tampoco es una buena excusa que se diga que puede concretarse esta asistencia porque se trata de fondos que provee el Banco de la República de sus ganancias: lo que obtiene la institución de sus “ganancias” es precisamente por intermediación financiera que cobra muy bien, al punto que genera ganancias, y éstas provienen por lo tanto del esfuerzo de quien trabaja con ese dinero, asumiendo riesgos para el repago, con sacrificio y privaciones, y en el caso de préstamos al consumo, también con el cliente detrayendo recursos de otros destinos para poder cumplir con el banco.
No se trata de dinero que brota de las piedras, por lo tanto, y debe ser administrado criteriosamente, en todos los casos.
En declaraciones a EL TELEGRAFO, el director de la OPP, Alvaro García, al evaluar el perfil que se pretende dar al Fondes consideró que con estos recursos para el desarrollo “se continuarán apoyando economías sociales, empresas recuperadas con proyectos viables y sustentables, con mucho estudio profesional acerca de la viabilidad de los proyectos, mucho trabajo conjunto con los propios grupos de trabajadores para ver donde se puede tener el mejor rendimiento a los proyectos, y también los fondos aplicados a políticas más generales, de micro, pequeña y mediana empresa, que también pueden ser cooperativas y que serán administradas por la Agencia de Desarrollo”.
García tampoco descartó crear la figura de un banco de desarrollo, sobre estos mismos parámetros, seguramente, pero sin dudas el nombre no hace a la cosa, sino los criterios en el manejo y la gestión de los dineros, que deberán estar lejos de los voluntarismos que tan caro le han salido al país y que han significado arrojar dinero a un barril sin fondo.
Es positivo que se conjuguen en la medida ideal los componentes técnicos y políticos en la evaluación de los emprendimientos a financiar, porque más allá de las buenas intenciones, no todo se puede ni debe financiar y es mejor muchas decir que no a tiempo, para evitar males mayores, y manejar una eventual reconversión de proyectos, antes que jugar a la ruleta rusa solo para no exponerse a las críticas.


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