Opinion | 04 Abr El deterioro de las rutas, sobre todo en los lugares más alejados del país, es parte del déficit crónico en infraestructura vial que padece el Uruguay, y que sin dudas se ha agravado en la última década por la demanda de transporte pesado en el acarreo de la producción primaria, como madera y granos, que es un cargamento de gran volumen y bajo valor relativo,
Dotar de infraestructura requiere naturalmente de recursos, y en este aspecto las prioridades no han tenido en cuenta lugares del norte del río Negro en los que desde hace mucho tiempo no solo no se reconstruyen rutas, sino que también hay serio déficit en mantenimiento, lo que explica el avanzado grado de deterioro de muchas conexiones viales, sobre todo las que cruzan el país de este a oeste y no conectan directamente con Montevideo, que es precisamente el embudo hacia el que convergen directa o indirectamente las carreteras y las inversiones viales.
Uno de los casos más notorios de este déficit es la Ruta 30 en Artigas, que cobró notoriedad últimamente como consecuencia de la muerte de pacientes que sufrieron quemaduras en el departamento fronterizo y cuyo traslado por ambulancia al Centro Nacional del Quemado en Montevideo debió hacerse por rutas brasileñas ante la imposibilidad de hacerlo por la ruta uruguaya.
Si bien esta ruta está lejos de ser la única en mal estado, las circunstancias hicieron que se sensibilizara la opinión pública del país y el propio Poder Ejecutivo. Así, según da cuenta El Espectador, el Ministerio de Transporte y Obras Públicas se apresta a licitar las obras para la reparación de la Ruta 30. De acuerdo a la información, la intención era iniciar las obras antes, pero hubo demoras en la elaboración de los pliegos.
El presidente Tabaré Vázquez dijo en su discurso de asunción que se pondría "inmediatamente en práctica un plan para la reparación y mantenimiento de la red vial que se encuentra deteriorada, en especial la Ruta 30, entre Ruta 5 y repecho de Pena, en el departamento de Artigas".
En marzo, el grupo "Artigas también es Uruguay" cortó la ya emblemática –lamentablemente desde un punto de vista negativo- ruta por la que en febrero no pudieron pasar las ambulancias que trasladaban a tres víctimas de la explosión de una garrafa en un quiosco de Artigas durante el carnaval, y que culminara fatalmente poco después del arribo a Montevideo.
Lamentablemente, como tantas cosas en nuestro país, debió desatarse una tragedia para poner al desnudo la situación en que viven miles de personas en los lugares más distantes de Montevideo, en el Interior profundo, lejos de los centros de asistencia y de la alta tecnología. Solo así se resolvió abordar respuestas que hace mucho debieron haber estado en marcha y que obviamente asoman como insuficientes y tardías, dada la magnitud de las necesidades.