Locales | 13 Abr Las actividades que comenzaron el viernes con la marcha desde Guichón hasta culminar ayer, en la zona de Salsipuedes, pusieron de manifiesto el sentimiento de unión entre pueblos, de acuerdo a lo indicado a EL TELEGRAFO por uno de los organizadores, Marcelo Fender. “Hace tres días que arrancamos de Guichón con aparcerías de Paysandú --que salieron el miércoles-- para el viernes comenzar la marcha todos juntos”, señaló.
“Lo que hace la marcha es unir a los pueblos del este: Guichón, Piñera, Merinos, Tres Arboles, Morató y Tiatucura”, manifestó Fender. Esta actividad se hace durante tres días y, con la iniciativa de las maestras, cada pueblo brindó diversos actos culturales.
“Comenzó el viernes al mediodía en la escuela de Piñera, donde se hizo una representación con bailes típicos indígenas y nos entregaron una ofrenda para dejarla en el monumento de Salsipuedes”, señaló. Para Fender, el trabajo de los docentes fue fundamental, así como el entusiasmo de los niños.
“La organización quedó satisfecha y sorprendida por todo el despliegue. Esto no tiene que morir, la próxima generación va ser la que se encargue de todo esto, nosotros estamos en las etapas finales”, indicó el organizador.
El sábado la cabalgata llegó a Morató y se realizaron pruebas de rienda y de destreza gaucha; por la noche hubo un baile. También se llevaron a cabo juegos para los niños y adolescentes. A las siete de la mañana arrancaron los jinetes para el monumento a Salsipuedes. “El acto fue todo un éxito, hubo gente de Montevideo, de otras partes del país y hasta de Brasil”, dijo Fender.
Después del acto, los participantes se reunieron en la Escuela Nº 29 para un almuerzo.
En la plaza de comidas había una gran variedad para todos los gustos. Asado y chorizo fue lo que más se consumió, pero las tortas dulces no se quedaron atrás y a media tarde ya se había vendido todo.
El almuerzo fue un momento de reencuentro para personas que año a año asisten a la conmemoración de Salsipuedes; para otros era la primera vez, como el caso de Juan, de 74 años, que había prometido que antes de morir iba a conocer Salsipuedes. “¿Podés creer? ¡Estoy acá, quién lo hubiera pensado!”, comentó a un vecino de la zona.
Pero a la vez, el pensamiento colectivo estaba enfocado en seguir luchando por los derechos de las poblaciones indígenas, forjadoras de parte de la identidad nacional.