Opinion | 14 Abr El Ministerio de Turismo acaba de realizar el lanzamiento de la temporada 2015 del Sistema Nacional de Turismo Social, que ofrece a quinceañeras, estudiantes, trabajadores y adultos mayores la posibilidad de hacer turismo en distintos destinos del territorio nacional.
El llamado Turismo Social busca que las personas que habitualmente no ejercen su derecho al turismo viajen en condiciones adecuadas de economía, seguridad y comodidad, mediante la coordinación y cooperación entre organismos locales, departamentales y nacionales, para permitir el goce del derecho al esparcimiento y la recreación.
Por este sistema, en los últimos seis años un total de 90.000 personas viajaron a diferentes destinos del país. Los programas de turismo social del Minturd han permitido que muchas personas que no tenían incorporado el hábito de viajar lo pudieran hacer, a un costo reducido y con facilidades de financiación, con diferentes lugares de destino de interés turístico, al tiempo de relacionarse con sus pares ya que los interesados viajan en grupos.
Uruguay nunca había tenido un plan de turismo social de estas características, por lo que constituye una innovación que hoy en día está en proceso de consolidación y que además de poner en valor el derecho al turismo para todas las personas, representa también un atractivo para movilizar los destinos no tradicionales o aquellos que sufren una importante merma en temporada baja, recibiendo por esta modalidad visitantes durante gran parte de año.
Si bien los principales destinos turísticos son, tradicionalmente, la costa atlántica y el litoral termal, el Programa Turismo Social promueve nuevos destinos como Belén, San Javier, Nuevo Berlín, La Charqueada, Constitución, la Meseta de Artigas, los Montes del Queguay, entre otros. 
En estos lugares que constituyen destinos menos tradicionales, cuando faltan operadores turísticos, el propio pueblo es el que toma parte en la gestión del trabajo turístico, generando ingresos para esas ciudades. 
El turismo es una actividad que derrama mucho en la población y contribuye al desarrollo local y, en este sentido, importa señalar que un ómnibus de “turismo social” aporta 8.000 dólares a la cadena que va desde el transportista al hotelero, pasando por restaurantes a artesanos.
Se trata de una interesante modalidad que cierra el círculo entre el derecho al turismo y la dinamización de los destinos permitiendo, entre otras cosas, que lugares tradicionalmente no receptores de turistas puedan incorporarse desde el interior del Interior, y ofrecer la posibilidad de conocer su identidad, cultura y atractivos naturales, a la vez de incursionar en la prestación de servicios con los consecuentes beneficios para su comunidad.