EMILIO CARBALLO

Deportes | 13 Abr Fue una pelea durísima, por momentos pareja, aunque el sanducero Emilio Carballo supo sacar la diferencia que a la postre le permitió quedarse con el triunfo ante el tacuaremboense Diego Olivera. El choque fue considerado el mejor de la noche, y fue lógico porque ninguno se dio tregua, y mostraron cosas interesantes más allá de que a veces la técnica quedó de lado. Y Carballo tuvo, al cierre de la noche, el premio de ser considerado como el mejor boxeador de la primera fecha del Campeonato Mercosur.
Se abrazó una y otra vez con sus compañeros del Sport Boxing, con su técnico Víctor Neves ("el mejor de todos", dijo) y besó una y mil veces esa medalla bañada en oro enviada por el Consejo Mundial de Boxeo, cuya cinta rezaba "Mi sangre es verde, mi corazón es de oro". Emilio no dudó en afirmar que "esto es también de mis compañeros, porque ganamos los tres (Nicolás Miranda y Andrés López) y porque los tres somos luchadores".
"Es un logro. Se dio la primera; con mucho sacrificio, porque esto es lo que se necesita en el boxeo. Son muchas horas de entrenamiento, de dejar a tu familia por ir a entrenar. Y a la hora de subir al ring hay que demostrar todo; en tres rounds hay que demostrar que ese sacrificio vale la pena", dijo el mejor boxeador de la primera fecha del campeonato avalado nada menos que por el Consejo Mundial de Boxeo.
Carballo se sentía campeón del mundo. Y no es para menos. "Vine con mucha ilusión, el querer no dejar mal a mi gente. Y gracias a Dios se me dio esta medalla. Es un camino largo, ahora se vendrá la segunda fecha y voy a preparare mucho", afirmó.
Arriba del ring son apenas seis minutos los que se tiene para demostrar el trabajo diario, el de varias semanas, y también el de desahogo tras ese primer y duro combate que es llegar al peso exigido.
"Fue duro el sacrificio. En estos días ni he comido porque tenía que dar la categoría y te juro que es peor que la pelea; y sabía que tenía que enfrentar a un rival que es muy bueno. Ahí arriba te falta el aire pero metés coraje y en ese momento vas a lo gaucho, le das para adelante porque sabés que no podés bajar los brazos. Son pocos minutos en los que uno se juega mucho", afirmó. Y se fue entre abrazos, ahogado, pero de la emoción.