Opinion | 12 Abr “Si sos el presidente de una empresa del Estado y te molestan las resoluciones del presidente de la República, ¿no deberías renunciar?”, escribió en Twitter el secretario de Organización del Partido Socialista, Alejandro Domostoj, ante la osadía que cometió el presidente del directorio de OSE, Milton Machado, en reconocer que “a nadie le llama la atención que estamos a un mes de las elecciones, es un departamento que está disputado y estas cosas inciden en todos; en los políticos, en la prensa y en los ciudadanos en general”.
Con esas palabras, Machado se refería a la decisión del presidente Tabaré Vázquez de aplicar una exoneración en la tarifa de OSE a los residentes en Maldonado que fueron afectados por el episodio de mal olor y sabor en el agua durante el pasado mes. El titular del ente había anunciado, días antes, una rebaja de 5% y esa medida resultó ampliamente criticada por los dirigentes frenteamplistas del departamento.
Pero Maldonado es un departamento en disputa y eso hace mella en las decisiones. La impronta vazquista se observa a cada paso que da el Ejecutivo, ejemplo de ello es el accionar del ministro de Relaciones Exteriores, Rodolfo Nin Novoa. El canciller no ha tenido prurito alguno en reconocer que “la represión en Venezuela es a todas luces un exceso”, donde “la prisión de opositores es preocupante”.
Y remató: “Sobre todo, para un país que vivió las mismas condiciones que están viviendo parte de los venezolanos ahora, hace más de 30 años, y tuvimos que salir al mundo a pedir ayuda. Porque los derechos humanos es la única materia en la que el argumento de la no injerencia en asuntos internos no es válida”.
Casi arde la interna frenteamplista, cuando el titular de la diplomacia comparó las actuales condiciones de algunos venezolanos con la pasada dictadura uruguaya. Un tema --por cierto-- sensible para la coalición de izquierda.
¿Cuál es el pensamiento de Vázquez en este sentido? En realidad hace más de un mes que asumió y no ha hecho declaraciones en entrevista alguna, a diferencia de su antecesor, José Mujica, que a esta altura ya era un libro abierto.
Ese silencio apoya tanto las gestiones como declaraciones de Nin Novoa, al igual que las efectuadas por Eleuterio Fernández Huidobro, quien había protagonizado un duro cruce con el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) en relación con las investigaciones por los crímenes cometidos durante la dictadura.
No solo ejerce su autoridad, sino que consulta poco hacia su interna. Y eso, hasta ahora, solo se lo perdonan a Vázquez.