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Paysandú, Viernes 24 de Abril de 2015

¡Mozo! ¿Me apaga el televisor?

Opinion | 17 Abr En un futuro cercano, los bares y restaurantes deberán pagar por el encendido de pantallas de televisión. Así lo informó la hasta ahora muy poco conocida Entidad de Gestión de los Derechos de los Productores Audiovisuales (Egeda). Cobrará un dólar por mes por cliente “expuesto” a una pantalla de televisión en bares y restaurantes de todo el país.
Se trata de los derechos de autor de contenidos artísticos (películas, documentales y telenovelas). Quedan fuera los contenidos periodísticos, publicitarios y deportivos. Ahora, hecha la ley, hecha la trampa: como Egeda sostiene que es muy difícil controlar si los bares pasarán solamente contenidos no arancelados, entonces se dispone a cobrarle a todo el mundo. Al mismo tiempo, negocia (o se propone ir a juicio) con los operadores de TV Cable para que paguen por abonado.
No hay dudas del respeto que se merece todo autor por su obra. Todo autor. Bueno es que se establezcan asociaciones que velen por sus derechos. No obstante, cobrar a “todo bicho que se mueve” quizás sea un exceso y, en algunos casos, se estaría cobrando más de una vez por la misma exhibición.
Resulta obvio que todo aumento en los costos de los baristas será transferido a sus clientes. Es lo lógico. Por tanto, quienes terminarán pagando más por ir a un bar que tenga un televisor --aunque no le presten demasiada atención a la pantalla boba-- serán los clientes.
El cobrar por sus obras es un derecho inalienable de los autores. Por eso es que los operadores de cable ya pagan a susu proveedores en función de la cantidad de abonados que tienen. Además, ¿defender a quiénes? ¿Acaso National Geographic va a recibir algo de lo recaudado por Egeda? ¿Y acaso alguna institución similar rusa, por ejemplo, va a recaudar para pagarle Natalia Oreiro por las novelas en las que ella actúa que puedan ser vistas en una pantalla de bares en Siberia? El absurdo es tal que pone de manifiesto un verdadero abuso amparado por una ley desmedida, que afecta además libertades y derechos individuales que deberían estar por encima de negocio de un puñado de “cuidadores de los derechos de autor”.
Por lo pronto, desde ya debería ponerse todo el énfasis en la estructura interior de las asociaciones que administran el cobro derechos, investigando su burocracia, el porcentaje que destinan a su funcionamiento y la puntualidad con la que distribuyen a los autores sus regalías, además de ver a quiénes benefician.
Cobrar lo justo siempre será defendido, pero a este paso las casas comerciales que venden televisores no podrán colocar en sus vidrieras señal alguna, por ejemplo.
¿No irán luego por los hogares? ¿Para cuántas personas es válida una suscripción al cable?, ¿cuántos pueden ver un mismo televisor sin tener que pagar derechos adicionales?


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