Paysandú, Sábado 25 de Abril de 2015

Decisión a contramano de los intereses de Paysandú

Opinion | 19 Abr La nueva Terminal de Ómnibus y mall está en proceso de construcción en la manzana donde estuviera la exaceitera. La ciudad --más allá de que por ser “tan sanducera” resultaba inevitable alguna crítica, alguna queja--, mira con simpatía esta inversión privada y se prepara para cuando esté finalizada y habilitada.
En tanto la actual terminal languidece sin inversiones, aun cuando se sigue solicitando mayor apoyo en la iluminación y la presencia continua de policías o guardias de seguridad, el -edificio, iniciado en la Administración Belvisi y culminado en la primera de Larrañaga- no tiene más servicios que los que se relacionan con su cometido específico.
Cuando se anunció la construcción de una nueva terminal, surgió la idea de aprovechar la vieja estructura en potenciar el desarrollo universitario, destinándolo a los cursos de Educación Física debido a que está emplazado justamente en la Plaza de Deportes; propuesta que inmediatamente abrazó el Centro Universitario de Paysandú. No hubo inconvenientes y el intendente de entonces, Bertil Bentos, aceptó la idea y así quedó tácitamente establecido: que el inmueble municipal pasara a usufructo de la UdelaR una vez que la partida y llegada de ómnibus --así como los abrazos para recibir o despedir-- se trasladaran a la zona de los estadios. También desde estas páginas editorializamos sobre la conveniencia de este proyecto, y sosteníamos que debe acordarse el destino del inmueble a la brevedad posible, porque de otra forma la burocracia ganaría espacio y de seguro terminaría en oficinas de la siempre necesitada de espacio Intendencia Municipal.
Sin embargo, recientemente el intendente Mario Bandera sorprendió con la firma de la resolución 1060/2015, que determina que la actual terminal pase a ser sede del Departamento de Descentralización y de la Dirección de Tránsito Público y Transporte, una vez que deje de ser usada como tal.
No hay dudas que el Palacio Municipal hace mucho que carece de espacio para unas cuantas oficinas y que falta comodidad tanto para el usuario como para el personal. De hecho, parte de Tránsito --Movilidad Urbana-- se trasladó al lugar antes usado por el ISEF en el Estadio Artigas. Y Descentralización funciona en un espacio muy reducido e incómodo para la cantidad de oficinas que incluye.
Pero el hecho de que la Intendencia necesite espacio para algunas de sus oficinas, para atender mejor al usuario y para que su personal trabaje con mayor comodidad no debe ocultar la trascendencia, importancia y clara necesidad que la ciudad --la comunidad-- tiene de que la UdelaR aumente su presencia y traiga más y más propuestas de educación terciaria.
Incluso hasta habría que cuestionarse seriamente si el problema es falta de espacio o exceso de personal municipal, desde que una intendencia con cerca de 2.000 funcionarios para un departamento como Paysandú parece demasiado, cuando Montevideo, con 10 veces más población, cuenta con unos 9.000, según denuncia el candidato por la oposición, Edgardo Novick. Y además considera que allá son demasiados.
Por otro lado, no hace muchos años --durante la administración Pintos-- la intendencia quiso expropiar el inmueble frente a la intendencia por calle Sarandí para trasladar algunas oficinas. En la Junta Departamental precisamente fue el Partido Nacional --en aquel momento era oposición-- el que impidió que eso se concretara. Cuestiones de las decisiones políticas, lo que hace pocos años era totalmente “inconveniente” hoy resulta “imprescindible”.
Pero, como no se puede volver atrás el reloj de la historia, hay que seguir el camino. Nada impide a la intendencia, si realmente lo necesita, alquilar algún inmueble, reforme alguno de los ya existentes --por ejemplo el Departamento de Servicios--, sin olvidar que también en los últimos años ha tomado para uso municipal el Paseo del Mercado.
Bandera --quien de paso es universitario-- cometió un grave error al determinar que sea la propia intendencia la que use el actual edificio de la terminal cuando deje de serlo. Tan grave como insensato e inefectivo. Porque no aporta nada a la ciudad, sino que resta, por cuanto podríamos perder la oportunidad histórica de hacer en ese lugar un campus universitario excepcional, con pista de atletismo, piscina cerrada, canchas abiertas y por qué no, también cerrada, entre un sinnúmero de posibilidades. Y lo que es más absurdo, la que tomó el intendente es una decisión sin futuro, en la medida que la clase política está de acuerdo en que la UdelaR es el mejor destino que puede tener ese edificio.
¿Quedan dudas que en julio venidero el intendente que asuma dejará sin efecto esa resolución y reestablecerá el fin ya decidido? Pues no, no quedan dudas. Por eso quizás la sorpresa ante la decisión de Bandera, que no tendrá ningún efecto a largo plazo, porque la tomó a contramano de la comunidad. Y eso siempre es un error.
¿Cómo pensar que el que la UdelaR aumente su oferta educativa no es algo bueno para esta ciudad? Se evitará el desarraigo de muchos jóvenes, pero especialmente se brindarán más posibilidades a la hora de elegir una carrera.
Eso, sin hablar del beneficio que el estudiantado en general provoca en una sociedad, a la que siempre mueve con su impronta juvenil, a la que agrega instancias de voluntariado, espacios de reflexión y debate, además del movimiento económico de la plaza.
Es cierto que en teoría sería la propia Universidad la que debería hacerse cargo de todos sus gastos, pero también lo es que el presupuesto con que cuenta es siempre deficitario. Además, si alguna vez queremos volver a ser el Paysandú pujante de otras épocas, sería bueno empezar por facilitar el desarrollo, aportando de nuestra parte si es necesario, y cuanto sea necesario para que las cosas salgan, en lugar de seguir protestando cada vez que otros logran lo que nosotros dejamos pasar.
El partido aún no ha terminado. Falta mucho tiempo para poder disponer del edificio actual de la Terminal de Ómnibus, y en definitiva, esta es una resolución de un gobierno de transición que caduca en apenas unos meses. Por ahora la burocracia metió un gol; Paysandú está en desventaja.


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