Paysandú, Viernes 01 de Mayo de 2015
Opinion | 24 Abr La contaminación acústica --o lisa y llanamente los ruidos molestos-- perjudican de manera creciente a los seres humanos, en una sociedad donde cada vez hay más y más fuertes fuentes de sonidos que se transforman en ruidos, que atentan contra la salud auditiva.
Abril es un mes en que a nivel internacional se pone énfasis en la necesidad de ejecutar acciones que lleven a la reducción de los sonidos por encima de los 85 decibeles, aunque --para algunas personas-- producen daños aquellos de incluso menor intensidad, desde los 70 decibeles.
El 12 de abril, la Organización Mundial de la Salud (OMS) conmemora el Día de la Contaminación Acústica, y el 24 de abril, hoy, se celebra el Día Internacional de la Concientización Respecto al Ruido, instaurado en 1996 en Nueva York, durante una conferencia organizada por la Liga de Personas con Problemas Auditivos de esa ciudad.
En la actualidad, gran parte de estos ruidos excesivos pueden ser controlados. Sin embargo, depende del esfuerzo de cada uno de nosotros en situaciones tan simples como bajar el volumen del televisor o del reproductor portátil de música, evitar gritar o utilizar permanentemente los elementos de protección auditiva en el caso de los trabajadores expuestos a ruido. Son soluciones que no requieren de un gran esfuerzo, pero sí una actitud proactiva hacia el cuidado personal y de quienes nos rodean.
El ruido, como otros agentes contaminantes, produce efectos negativos en el ser humano, tanto fisiológicos como psicosomáticos, y constituye un grave problema medioambiental y social. La lucha contra el ruido es una acción individual y colectiva. El ruido no lo hacen solo los demás, sino que lo hacemos todos.
La lucha contra el ruido precisa, por tanto, de la concientización y colaboración ciudadanas, así como de una implicación decidida y eficaz de las administraciones competentes, con una legislación y normativas adecuadas.
En Paysandú, es fácil apuntar a las motos con escape libre y de eso mucho pueden decir los vecinos de plaza Artigas o del cantero de calle Entre Ríos. Y cierto es, no quedan dudas que esos vehículos --motos en su mayoría-- generan ruidos particularmente molestos y totalmente fuera de la norma. Combatirlos desde la aplicación de las normas establecidas, que incluyen el retiro de los vehículos, es un deber que no debe dejar de cumplirse.
Pero no es todo. El ruido está en todos lados. Y todos tenemos que ser respetuosos de no tener equipos de música a un volumen “para que escuchen los vecinos” o no encender el auto y dejarlo en marcha por largo tiempo, molestando a todos.
En alguna oportunidad seremos nosotros o nuestra familia quienes necesitemos del silencio por una enfermedad o para descansar, por ejemplo. Ahora, otros pueden necesitar el silencio.
Y todos podemos tener una vida más sana y feliz si se reducen los ruidos molestos. Que es tarea de todos. Así como suena.
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