Paysandú, Domingo 03 de Mayo de 2015
Locales | 03 May TIEMPO DE ELECCIONES
Hace aproximadamente unos tres mil años, el sabio rey Salomón, hizo referencia en la narrativa del libro de Eclesiastés, líneas inspiradas y de origen providencial por cierto, a los “tiempos”, y en parte escribió sobre el tiempo de callar, morir, derribar, edificar y plantar. Hoy quiero escribirles sobre el tiempo de este tiempo, en estos días, en tiempos de elecciones. Lástima me produce ver las gentes transitar por este túnel oscuro, como en un drenaje, caminando a tientas, guiadas con linternas y lucecitas de colores al matadero. Aunque más pena me da, ver como las personas depositan su confianza en otros cuerpos y mentes, y no en ellas mismas.
Porque pasamos por alto los humanos vez tras vez, la singularidad de las personas, gracias a Dios que es así y existe, entonces ¿Por qué perder la confianza en nosotros mismos y esperar en otros lo que debe ser nuestro y de nadie más?... ¿No creen que es desperdiciar la capacidad de autocrítica, raciocinio y dignidad propia?... En tiempos de elecciones, las personas decepcionadas van a asociarse con el menos peor de todos, doblan rodillas y doblan listas, reparten papelitos y se abaten entre la vida y la muerte, participan en caravanas, revolean banderas y además de venderles el alma al Diablo, le regalan los años que les queda de vida también, caminan y recorren los barrios, empachadas de comer promesas y repartiendo mentiras, sin escuchar su conciencia, arrinconada, acorralada y vencida por la herencia jacobina. En el lenguaje soez, que forma parte de las expresiones indecentes, inapropiadas y agresivas, al que llamamos “malas palabras”, deberían incluir: Política, que si los griegos vieran y conocieran en lo que ha resultado su proyecto de la antigua acrópolis en esos debates del ágora, no podrían creer como el autoanálisis, las palabras, los razonamientos, las ideas, conceptos y fundamentos se han transformado en un negocio sucio, inmundo, mentiroso, mal intencionado y espurio.
La avaricia y la codicia por estar en el poder muchas veces sin saber por dónde comenzar, viene con los siglos. Solo que a muchos les encanta comer cuentos hasta de grandes, por eso las bibliotecas siempre deben ser las reliquias más importantes de los seres humanos, porque en ellas aprendemos a saber atrevernos, cuestionar lo que diga el poder, el mercado, los corruptos y hasta transitar por la vida independientes y libres de las mentiras que nos venden los actores. En los tiempos de elecciones, las gentes tienen tiempo o lo roban, o lo inventan o detienen los relojes para apoyar y hacerse partícipes de la campaña, la campaña… Pero jamás tienen tiempo para un diálogo profundo con los hijos, leerles una página de un libro en la noche. O no tienen tiempo para limpiar bien sus casas, porque muchos aún no han descubierto lo bien que le resulta a una persona estar en un ambiente digno e inmaculado, sin que la calidad de vida sea la cantidad de cosas. Y nos falta tiempo para ir a la escuela, a esas reuniones con la maestra para ver cómo es realmente la hilacha que muestra mi hija, o no nos queda tiempo para dialogar con los docentes o en el liceo y luchar a brazo partido para que mi hijo no caiga en los vicios de la droga, el alcohol o el tabaco. Y menos tiempo les queda para preparar una buena mesa tendida, con los platos y cubiertos bien puestos para disfrutar un rato en familia, no, eso es tiempo perdido, para qué malgastar el tiempo. Mejor vayamos al club para soñar y delirar que vamos a cambiar el mundo, cuando en realidad al mundo, lo vamos a cambiar nosotros con las pequeñas cosas, en los lugares pequeños. Y la vida continúa, y los años y las décadas pasan, y los hijos se van un día para ya no volver, para que veamos como el tiempo no regresa, sino que va a gran velocidad para que se estrellen los meses y las horas de a millones. Entonces, ¿no será ya el tiempo de volver a casa? ¿No será ya el tiempo de poner un ratito a Bach y abrir las ventanas de la casa y de la mente para que entre la luz y sepamos que podemos brillar por nosotros mismos y dejar de estar a la sombra de…? Diego Álvarez
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