Opinion | 03 May Hace algunos días informábamos que: “La Intendencia Departamental de Paysandú estuvo a punto de perder el edificio que ocupa el Museo Histórico Departamental, que pertenece al Consejo de Educación Técnico Profesional (UTU) debido a demoras en los trámites para la renovación del comodato treintenal, que fuera firmado en 1984 para transformarse en Casa del Espíritu, donde en su patio central ardía de manera permanente la llama que representaba, precisamente, al espíritu sanducero”. (…) “El director general de Promoción y Desarrollo (en uso de licencia), Ruben Álvarez, aseguró a EL TELEGRAFO que ‘ya tenemos el borrador del nuevo convenio para renovar el comodato con UTU’”.
“UTU, en tanto, no solicitó a la Intendencia ‘que se le entregara el museo, porque no es una solución desmantelar un museo para usar sus salas como aulas’, comentó una fuente del CETP, pero sí solicitó ‘asistencia y ayuda para tener mayor espacio, porque la capacidad locativa está rebasada’ en la UTU Paysandú. Eso fue confirmado por el director de UTU Paysandú, el maestro Daniel Ferrer, quien aseguró que ‘actualmente tenemos 2.200 alumnos’ en un edificio previsto para 1.700 alumnos, lo que provoca ‘superpoblación en los salones, pues de 20 alumnos pasaron a contar con 40, que no es para nada lo que se busca como propuesta educativa’”. Agregó además que “lo que UTU pide es el uso de un par de salones”. “Pero además, ‘eso tampoco será suficiente’ por lo que ‘solicitamos el apoyo de la Intendencia para tener algún otro anexo, porque realmente lo necesitamos y con urgencia’ debido a que ‘cuatro salones entrarán en reparaciones y tenemos que reubicar a los alumnos que estudian en esas aulas’”.Anteriormente indicábamos que “el Departamento de Descentralización y la Dirección de Tránsito Público y Transporte de la Intendencia Departamental de Paysandú serán trasladados a la actual Terminal de Ómnibus, de propiedad municipal, una vez se inaugure la que está en su primera etapa de construcción, en la manzana de Bulevar Artigas, Ituzaingó, Joaquín Suárez y 25 de Mayo ». Así lo determina la resolución 1060/2015, firmada hace algunos días por el intendente Mario Bandera”, determinación sobre la cual ya hemos formulado nuestra opinión en esta misma columna. Si bien estos son dos casos alarmantes, se trata sólo de “la punta del iceberg” porque la situación es mucho más compleja y, podemos afirmarlo, agraviante para nuestra ciudad. Veamos algunos ejemplos puntuales. El domingo en 18 de Julio veíamos en penumbras un Club Paysandú cerrado a “cal y canto” y enfrente, justo del otro lado de la calle a un ex Cine Ambassador tapiado como un doloroso monumento funerario.
En síntesis, si sólo miramos a vuelo de pájaro, nos encontramos con una sucesión de edificios que por distintas circunstancias afean la ciudad y otros ni siquiera cumplen función alguna. Tratando de abreviar, vayamos paso a paso. La terminal “vieja” debería, como ya lo hemos expresado en varias oportunidades transformarse en un campus universitario no solo deportivo. Como la Intendencia no tiene por qué “regalarla”, la Universidad de la República debería no solamente hacerse cargo de las tareas de adecuación sino también construir en el lugar una nueva escuela técnica que solucione las carencias locativas actuales.
En 18 de Julio nos encontramos con dos excines, propiedad privada uno, pública el otro. Dada la inexistencia de actividad o de proyectos conocidos para el Ambassador, lo mejor sería que pasara a la órbita municipal ya sea por la vía de la compra o la expropiación. Se corregiría así el lamentable error cometido cuando fue destinado a funcionar como una entidad bancaria pese a las múltiples ofertas de las autoridades para destinarlo a actividades culturales ya que no sólo con ese fin fue construido, sino que además es una verdadera joya por ser el resultado de la amalgama de arquitectos y artistas.
Disponiendo la IDP del ex Ambassador y del ex Astor habría que replantearse en cuál de ellos construir el auditorio del complejo proyectado en torno al Teatro Florencio Sánchez y en el otro erigir un nuevo Museo Histórico. Esto permitiría dejar libre la Casa del Espíritu de Paysandú para que se instale allí la Biblioteca Municipal que se apresta a ingresar plenamente en la era digital, como tiempo atrás lo sugeríamos.
Por otra parte en conocimiento de que el Club Paysandú tiene problemas de funcionamiento y mantenimiento nos preguntamos si no sería conveniente elaborar un acuerdo con la Intendencia e instalar en la exmansión de la Familia Farinha un Museo de la Defensa donde se exhiban todos los elementos de la heroica gesta sanducera hoy guardados en el “cuartito del fondo”. A su vez, al quedar disponibles las instalaciones de la Biblioteca Municipal, deberíamos iniciar de inmediato la construcción de un gran edificio que, en forma aérea o subterránea se conecte con el Palacio Municipal.
La superficie disponible es verdaderamente amplia y se puede llegar a levantar “cientos” de oficinas modernas y funcionales como para alojar a la Dirección de Tránsito y Transporte, la Dirección General de Descentralización y toda otra dependencia que sea necesaria. También ese edificio puede destinar varios pisos a estacionamiento y así se solucionará en buena medida la notoria carencia que en ese sentido tiene la ciudad.
Es necesario que por una vez evitemos los “benditos parches” y demos a las necesidades de la ciudad soluciones reales y urbanísticamente correctas. Estas son sólo ideas, que pueden servir de punto de partida o hasta descartarse completamente. Pero lo que no puede suceder es que se siga dejando pasar el tempo sin encarar seriamente una reestructura del patrimonio edilicio municipal, reconsiderando además todas las opciones que tiene Paysandú a las cuales se puede acceder a través de compras, convenios o expropiaciones.
Sería excelente noticia que se creara un grupo de trabajo --que realmente trabaje, valga la redundancia para ser claros-- en la confección de los proyectos y la planificación correspondiente. Paysandú lo merece y lo necesita.