Paysandú, Miércoles 06 de Mayo de 2015
Opinion | 06 May Bien sabido es el problema que a nivel mundial ofrece la obesidad, que resulta no solamente hasta ahora imparable, sino que crece sin pausa. Solamente en los Estados Unidos, estudios recientes determinan que más del 70% de la población sufre de algún tipo de obesidad. La sociedad del bienestar tiene mucho que ver en eso.
No obstante, si bien porcentualmente menos desastrosos, también en el mundo se sufre de ciertos tipos de nutrición extrema que conllevan enormes peligros, que derivan en problemas alimentarios de tal seriedad como la anorexia o la bulimia.
Es ante el aumento en los casos de anorexia nerviosa y bulimia a causa de la presión social, que desde 1992 se celebra cada 6 de mayo se celebra el Día Internacional Sin Dietas, un alerta y un pedido de auxilio.
El Día Internacional Sin Dietas nació como una iniciativa de la feminista Mary Evans Young para denunciar cierto tipo de productos dietéticos existentes en el mercado, que en lugar de solucionar los problemas, de alguna manera son determinantes del aumento de la anorexia y la bulimia.
Asimismo, esta fecha propone un nuevo concepto de vida saludable sin dietas extremas y cuestionando la existencia de un peso ideal basado en la altura y otras características, así como la propia idea de un cuerpo perfecto, sea femenino o masculino. Por ende, desde este Día Internacional sin Dietas se llama al rechazo de las dietas comerciales, aquellas que no son hechas bajo regulación de un endocrinólogo.
Otro de los objetivos de este Día Internacional Sin Dietas, seguido en países de todo el globo, es denunciar la obesofobia, es decir, el rechazo que sufren las personas por tener un peso corporal por encima de la media o sobre los cánones de belleza imperantes.
Ya por último, este Día Internacional Sin Dietas también sirve para homenajear a todas aquellas personas víctimas de ciertos tratamientos médicos, tales como la liposucción o abdominoplastia.
Todos objetivos muy loables, pero aun así no se han alcanzado logros significativos en estas dos décadas y monedas. Porque en realidad el tratamiento de anorexia y bulimia se ha transformado en un lucrativo negocio farmacéutico y médico. Por otro lado, el ser humano sigue siendo tan insensato de rechazar al diferente, sea este gordo, menos agraciado o más anciano, desconociendo que el mañana puede traer a cada uno esas mismas condiciones.
Se trata de un cambio de hábito, pero no tanto de costumbres alimenticias o de la manera de mirar a los demás; en primer lugar un cambio de hábito mental que permita apreciar con claridad lo que necesitamos y lo que no necesitamos comer, por rico que esto último parezca o sea. Porque el enemigo no es la comida, el enemigo es el círculo vicioso de las dietas y toda la información tergiversada que esta industria ha enseñado.
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