Paysandú, Domingo 10 de Mayo de 2015
Opinion | 10 May El cambio radical de la postura del gobierno brasileño sobre la posibilidad de que los miembros del Mercosur puedan negociar tratados de libre comercio de forma unilateral con otros países, ha sido muy bien recibido en nuestro país, teniendo en cuenta que ha sido un reclamo del empresariado nacional y actores políticos que en gran medida había sido frustrado por una actitud contraria de la cancillería del entonces titular Reynaldo Gargano, y que ha variado a partir de entonces.
Precisamente el canciller Rodolfo Nin Novoa no ocultó su satisfacción por este viraje de Itamaraty, aludiendo a que Brasil anunció su intención de revisar las normas del Mercosur que impiden negociar unilateralmente acuerdos comerciales.
Según observadores, en buena medida la prédica de Uruguay --durante mucho tiempo en solitario-- para flexibilizar al Mercosur y poder firmar acuerdos comerciales por fuera del bloque, finalmente fue escuchada por nuestro vecino, cuando se da un período de baja de la economía norteña, que está en recesión y decrecerá este año, de acuerdo a las proyecciones oficiales.
En suma, la administración de Dilma Rousseff anunció un cambio en su política exterior que la aleja de Argentina y la acerca al reclamo del gobierno uruguayo. El ministro brasileño Armando Monteiro (Desarrollo, Industria y Comercio Exterior) pidió revisar las normas del Mercosur y que haya “libertad” entre los socios para concretar acuerdos comerciales con otros bloques.
Por otra parte, existe una negociación en marcha desde hace años entre el Mercosur y la Unión Europea para firmar un acuerdo que liberalice el comercio, pero durante quince años se han dado obstáculos tanto del lado de Brasil como de Argentina, sobre todo desde Buenos Aires, que retrasó lo más que pudo la lista de áreas a proteger y al final se presentó una oferta conjunta que desgrava 80% de los productos exportables.
Del lado europeo hubo contrapartida de dificultades, con Francia como el país que impuso obstáculos para proteger a sus productores, los que por supuesto tienen desventajas naturales para producir en comparación con sus contrapartes del Cono Sur latinoamericano.
Pero las realidades han cambiado desde el lado de Brasil, que se planta ahora respaldando la postura de Uruguay de concretar ese acuerdo incluso yendo a distintas velocidades con los demás socios. “El Mercosur es un casamiento indisoluble pero eso no significa que no se pueda discutir la relación”, dijo Monteiro. “No hay nada en el mundo que cristalice a tal punto que impida hacer ajustes y darle a los países, como Brasil, un mayor grado de libertad para ir en dirección de nuevos acuerdos”, explicó el ministro a diputados de su país que integran la comisión de Asuntos Internacionales del parlamento.
Refiere a que la decisión 32 del Mercosur impide a los socios (Uruguay, Brasil, Paraguay, Argentina y Venezuela) concretar acuerdos en solitario, y que hasta ahora se había invocado por Brasil y Argentina para impedir que los socios menores pudieran avanzar en acuerdos con terceros países.
Uruguay y Paraguay precisamente plantearon reparos a esa norma, pero con la negativa de Brasil había resultado imposible lograr avances, como así tampoco se pudo llegar a concreciones en negociaciones bloque a bloque.
El nuevo posicionamiento de Brasil fue aplaudido en el gobierno de Tabaré Vázquez, como no podía ser de otra manera, y el canciller Nin Novoa comentó a El Observador que lo que afirma Brasil ahora “es exactamente” lo que él planteó el 2 de marzo cuando asumió el cargo. Reveló que “la flexibilidad” que se le pide al Mercosur lo conversó personalmente el 16 de abril con Monteiro y con el canciller Mauro Vieira, cuando en Brasilia prepararon la cumbre entre Tabaré Vázquez y Dilma Rousseff que tendrá lugar el próximo 21 de mayo.
Es decir que en poco más de una semana se puede avanzar juntos en la idea de concretar acuerdos comerciales con otras zonas, y para Nin Novoa “lo primero es que efectivamente haya una zona de libre comercio en el Mercosur”, lo que implica poner punto final a las restricciones y trabas en las que se basó el modelo argentino con los gobiernos kirchneristas.
Sostuvo que “a Uruguay le interesa ir todos juntos a negociar con Europa u otros bloques, pero si no podemos ir todos juntos, que se acepten distintas velocidades como lo hizo la Unión Europea con el grupo Andino, donde Ecuador pidió retrasar su ingreso y lo concretará ahora”.
Sin dudas, la crisis en Brasil --tanto económica como política-- ha sido el detonador de esta revisión, porque en el nuevo escenario el país norteño aparece necesitando nuevos mercados para sostener su economía, con dificultades en competitividad, al igual que Uruguay, y ello ha llevado a Monteiro a afirmar que su país “tiene interés en dar una señal clara, sobre todo a Argentina, de que tiene más urgencia” para alcanzar un acuerdo con Europa. “Si Argentina tiene tiempos diferentes, es necesario hallar mecanismos para avanzar en el proceso, respetando la posición del bloque, pero garantizando unos tiempos distintos para cada país”, afirmó.
Y si bien es prematuro echar campanas a vuelo, porque no debe confundirse buenos deseos y enunciados con concreciones, es un paso fundamental que se esté pensando en desmantelar la muralla proteccionista de los dos grandes socios del Mercosur, que han sido desbordados por la realidad, y que Brasilia se avenga a desatar el corsé que el propio Mercosur se había dado, limitando seriamente sus posibilidades.
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