Paysandú, Martes 26 de Mayo de 2015
Opinion | 20 May Verdad, paz, sosiego. Hoy se realiza la vigésima marcha del silencio, un mudo pedido de justicia y verdad que comenzó en 1996 y que se mantiene hasta la fecha porque aunque han pasado los años y aunque la demanda por saber la verdad no cesa, esta no llega y la incertidumbre permanece.
La fecha recuerda el hallazgo en Buenos Aires de los cuerpos de los legisladores uruguayos Héctor Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini, ultimados a manos de un comando de uniformados uruguayos.
La marcha defiende una visión de país, aunque ciertamente no es la única. Desde el silencio, los marchantes comunican que dar vuelta una página de la historia sin leerla es condenarse a vivir sin pasado y que solamente la verdad promueve libertad. Ante los desaparecidos ven que todos en definitiva somos sus familiares.
Hay otra visión, ciertamente, de la misma realidad, que sostiene que ha pasado el tiempo suficiente para seguir adelante quitándole ese peso a la sociedad, que impide construir un futuro sin heridas y sin los dolores de un pasado ya demasiado lejano.
No obstante, precisamente hoy, Paysandú se encuentra aún golpeado por hechos de sangre ocurridos en las últimas horas que terminaron con la vida de tres personas, dos de ellas asesinadas y una de ellas por un presunto suicidio.
Ninguna de las víctimas había cumplido los 30 años y aunque la Policía trabaja intensamente, y la Justicia busca llegar a la verdad, la sociedad vuelve a vivir una realidad que de ninguna manera le es propia al esencial espíritu de Paysandú.
Y, como ocurriera en otras oportunidades en que hubo víctimas inocentes de hechos delictivos, es la sociedad organizada la que vuelve a salir a la calle, también en silencio, para pedir justicia y verdad. El mismo objetivo que la marcha que se repite en todo el país, en demanda de la verdad final sobre los desaparecidos. Pero también una presencia que mira concretamente a lo ocurrido en nuestra ciudad en estas horas, con tres vidas segadas cruelmente, con tres jóvenes muertos en situaciones al menos complejas y poco claras todavía.
Porque nadie merece morir en situación de violencia, porque la vida es el bien primero, porque los culpables deben pagar por sus delitos y recibir el justo repudio de la sociedad, marchar por 18 de Julio --una vez más, como en tantas otras oportunidades en que la convocatoria fue la risa o el llanto-- es ni más ni menos que una manera de expresar la unidad de este Paysandú que no acepta la violencia ni la delincuencia, que en cada amanecer sabe con trabajo y esfuerzo construir y que en cada anochecer sabe descansar en armonía, mirando con fe el futuro que se asoma en el mañana.
Caminar en silencio, por los desaparecidos durante la dictadura militar; caminar en silencio en demanda de pronta verdad ante los últimos hechos de sangre en nuestro Paysandú; caminar para que todos sepan que aquí se defiende siempre la verdad. Y la paz.
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