Paysandú, Martes 26 de Mayo de 2015

La caída más dura

Opinion | 20 May La compleja problemática de la enseñanza en nuestro país requiere respuestas diversas y coincidentes en objetivos, no ya solo ante el deterioro manifiesto de la calidad que se ha dado a lo largo de las últimas décadas, sino porque además se han acentuado los problemas por una realidad social que no ayuda para nada al problema, sino que es parte indisoluble de éste, a partir del núcleo familiar y de los valores que se cultivan en la sociedad.
Es cierto, no estamos solo ante problemas de valores, sino que también existe desmotivación manifiesta en los jóvenes, que se percibe sobre todo a partir de Secundaria, pero que es consecuencia de situaciones que se dan desde la infancia y que se potencian en esta etapa crucial de la vida.
En cuanto a las propuestas ensayadas, más allá de los objetivos centrales, últimamente las autoridades han puesto énfasis en la inclusión, esto es buscar mecanismos para que el joven no termine de desmotivarse del todo y generar el “pase social” apuntando a que al no quedar fuera del sistema, el alumno tenga oportunidad de reinserción y eventualmente ponerse al día, lo que es nada fácil, por supuesto.
En este escenario, el subsecretario del Ministerio de Educación y Cultura, Fernando Filgueira, afirmó recientemente que “la utilización del instrumento de la repetición como ‘el principal’ frente a la insuficiencia de aprendizaje genera costos reales de desvinculación por frustración, porque se desvinculan de su cohorte de referencia”.
“La repetición es un predictor potente de la desvinculación, la que vienen arrastrando de Primaria y la que generan luego en Secundaria”, aseguró, e indicó que la apuesta es a proteger la trayectoria educativa del estudiante, no disminuyendo la exigencia, sino aumentándola con contraturnos o tutorías. El foco se pone en lo pedagógico y en el acompañamiento, enfatizó.
Explicó asimismo que la reducción de la cifra de alumnos repetidores en educación primaria se realizará a partir de estrategias de acompañamiento, seguimiento y apoyo a la trayectoria de los estudiantes, y aclaró que la repetición como instrumento no será reemplazada, sino que la idea es fortalecer otras estrategias de abordaje.
“No pensamos en suprimir estrategias y herramientas respecto a evaluaciones que dan insuficiente, al revés, vamos a tratar con más exigencia, pero esa exigencia no es solo con la herramienta de la repetición, sino fortaleciendo Maestros Comunitarios, y otras modalidades de tutorías, seguimientos y protecciones en las trayectorias de los estudiantes”, dijo Filgueira.
Los argumentos expuestos por el jerarca son de recibo en cuanto a paliativos ante una realidad que hasta ahora parece como inmutable, sin embargo lo que propone es reforzar aún más un sistema que ya está funcionando y que aunque está bien intencionado, no solo es caro de instrumentar --y cuanto más se profundiza, más caro se hace-- sino que además, ha tenido magros resultados hasta el presente.
Es cierto que la repetición es motivo de desmotivación que en muchos casos termina en deserción, por lo que por sí sola no es una herramienta válida, como tampoco es una solución el pase social, porque además de ser una “mentira piadosa” --pero mentira al fin, y además oficial--, produce bachilleres de segunda con alto déficit en estudios y formación, trasladando el problema para la siguiente etapa. Y esto significa un problema gravísimo también para la Universidad, a donde llegan estudiantes con serias dificultades para entender un texto, no saben escribir ni expresarse, y se pretende que unos años más tarde ese joven sea un profesional matriculado.
Pero un detalle no menor es que también genera desmotivación, no ya en el alumno al que se le “facilitó” el pase, sino en todos los demás compañeros, que por más capaces que sean no le darán el mismo valor al estudio porque al fin de cuentas, es mejor hacer la plancha. Entonces lo que se logra, es emparejar para abajo. Por lo tanto, si de lo que se trata es de sostener al alumno tambaleante, corresponde sí darle apoyo, pero la verdadera solución es “apretar” donde está el problema, que es en Primaria --donde hasta la formación de los maestros es cada vez más elemental-- y en alguna medida en el primer año de Secundaria. Y allí sí ponerse duros y exigir que el alumno salga con los conocimientos necesarios para continuar, y no trasladar los problemas cada vez más arriba. Porque como bien sostiene el refrán, “cuanto más alto, más dura es la caída”. Y en la vida real no siempre hay un Estado para perdonar la incapacidad.


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