Paysandú, Miércoles 27 de Mayo de 2015

Gracias, Señor Director

Opinion | 24 May Mañana se celebrarán los cien años de la inauguración del Asilo Hospital “Galán y Rocha”, sin dudas una institución emblemática de Paysandú que a lo largo de este siglo ha utilizado sus servicios, la ha apoyado, mejorado y ampliado, con la decidida participación de las autoridades locales y nacionales convirtiéndola hoy en uno de los mayores exponentes de la Salud Pública en el país.
Internamente, esta celebración es muy especial para nuestra publicación por las circunstancias especiales que rodearon el establecimiento del Hospital sanducero.
EL TELEGRAFO ha apoyado firmemente todas las iniciativas que ha considerado de interés o necesidad de la población sanducera y del departamento en general en consonancia con lo que expresábamos en nuestra primera nota editorial, el 1º de julio de 1910: “esa energía y esa voluntad no nos faltarán en la jornada que iniciamos hoy, y, si la opinión nos alienta con sus simpatías, confiamos en que los resultados de la campaña han de ser fecundos y benéficos para la comunidad”.
Pero en esta oportunidad debemos destacar que no solamente hubo información y opinión sobre la necesidad de un hospital sino que existió también --y fundamentalmente--, un involucramiento directo a través del cofundador y en ese entonces Director de nuestro periódico, Angel Luis Carotini, iniciando así un camino de participación comunitaria que llega a nuestros días y continuará mientras exista este periódico.
A esta altura resulta necesario fundamentar lo que expresamos. Pero no lo haremos nosotros sino que, simplemente, transcribiremos parte de las palabras pronunciadas por el señor Pérez Nieto, periodista y escritor, en el sepelio de Angel L. Carotini: “Porque, habremos tenido periodistas más brillantes, mejor preparados, con mayores vinculaciones en los círculos políticos o comerciales, pero que reunieran las condiciones de Carotini, que hayan desarrollado la múltiple actividad que él desplegó, ninguno. Todo lo que representara un adelanto o una aspiración en el campo de la política, la instrucción, la beneficencia, contaron con su cooperación decidida, que se traducía de inmediato en acción propulsora, en participación entusiasta”. (... ) “Entre las numerosas iniciativas en que le correspondió tomar parte, cabe señalar la que se relaciona con la construcción del Hospital Asilo”.
“El señor Luis Galán y Rocha, establecía, que el legado debía destinarse para levantar un asilo donde encontraran acogida, en sus últimos años de existencia, los indigentes de la ciudad y el departamento. Este plan, prácticamente, no era viable por muchas circunstancias, que no es del caso explicar, y fue entonces a raíz de una campaña periodística, que tuvo la virtud de resucitar, que se pensó en la construcción de un hospital”.
“Pero para ello, había que vencer serias dificultades. Era necesario averiguar si existían todavía herederos del señor Galán y Rocha, cuántos eran, dónde se encontraban, y obtener de ellos la conformidad, para poder variar el espíritu del testamento. La tarea fue confiada a Carotini quien tuvo que trasladarse al país vecino, entrar en averiguaciones, realizar viajes y vencer resistencias, ya que entre los herederos los había --como un empleado de policía, hijo político del señor Galán y Rocha, y separado de su esposa, de quien costó un triunfo obtener el consentimiento-- dispuestos a poner trabas y dificultar la empresa. Esta misión, delicadísima, por los muchos escollos que ofrecía y por la suma de labor que representaba, fue cumplida admirablemente y con gastos insignificantes, que de habérsela confiado a un intermediario cualquiera, se hubieran visto aumentados, sin dudas, algunos miles de pesos”. (... )
“Su vida, fue un ejemplo de laboriosidad, de inteligencia, de carácter. Llegado el instante de dar el gran paso hacia la eternidad, no titubeó, no tuvo el miedo que asalta a otros ante el misterio del más allá, sino que afirmó gallardamente sus principios que había profesado durante su vida. ‘Desearía que mi cuerpo fuera cubierto con la bandera de la Sociedad Liberal, a la que tanto he querido. Mi entierro debe ser modestísimo; me basta con el recuerdo de ustedes, de los míos y de mis amigos’”. “Como el soldado legendario, que mientras todos huían, no quiso hacer abandono de su puesto, así continuó hasta el último momento en el suyo.”
“Trabajó en la forma acostumbrada de todos los días. La misma serenidad de espíritu le acompañó hasta el último momento. Mientras la Intrusa lo acechaba, envolviéndolo en los crespones de su manto, mientras bajaba la sombra sobre sus párpados, él tuvo la fuerza de voluntad y el pudor de ocultar a todos --¡hasta a los más íntimos! –su espantosa tragedia interior. (…) Y luego, la disposición final claramente expresada en su última carta; ‘En cuanto a EL TELEGRAFO, desearía que no se suspendiera su publicación’”.
Estas palabras explican por qué en las páginas que publicó nuestro diario cuando la inauguración de la obra, que fueron escritas por el propio Carotini, sólo se le nombra como integrante de la Comisión pro Hospital, con el cargo de Secretario.
Imaginamos con que mezcla de emoción y satisfacción habrá escrito el breve artículo publicado el día 28 de mayo dando cuenta de que el hospital comenzó a funcionar y que se había registrado el ingreso de los primeros pacientes, provenientes del Hospital Pinilla.
Ante estas circunstancias podemos decir fehacientemente que celebramos los cien años de un momento trascendente en la cotidiana tarea periodística de bregar por Paysandú, por la región, por el país. Imposible plasmar la historia en estas pocas líneas. Sólo digamos que tras Ángel Luis Carotini vinieron Miguel Arturo Baccaro, quien posicionó al periódico y por ende a Paysandú en la región, luchando contra el centralismo y en defensa de la democracia. Fernando José Baccaro haciendo del diario factótum del “Milagro Industrial” de Paysandú. Y, hasta años recientes, Fernando Miguel Baccaro, pilar fundamental en la lucha por la vigencia de la democracia y la libertad de expresión.
Por todo lo que nos han legado… ¡Gracias, Señor Director!


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