Paysandú, Viernes 29 de Mayo de 2015
Opinion | 23 May Aunque se perfilaba como un desenlace previsible, no ha dejado de ser un hecho de impacto negativo y no solo desde el punto de vista social, la decisión del cierre de la empresa de armado de autos Chery, de origen chino, que tenía las miras puestas en la exportación de vehículos en el Mercosur.
No es una buena señal para la nueva administración del gobierno de Tabaré Vázquez que se quede sin trabajo prácticamente medio millar de obreros y que cierre una industria dedicada a la “fabricación” de automóviles para la exportación --que además ha sido bandera de los últimos gobiernos--, pero algo similar había ocurrido meses antes en las postrimerías de la Administración de José Mujica, con una multinacional de la industria láctea.
Sin dudas, hay sectores de la industria uruguaya que comenzaron a mostrar señales de deterioro ante un contexto regional y global adverso para la colocación de sus productos, y en este sentido la Cámara de Industrias (CIU) señaló que hay empresas que están recortando inversiones y empleo, mientras que el propio Pit Cnt está preocupado por nuevos coletazos en la industria automotriz, tras el cierre de Chery-Socma en Uruguay. Sin embargo, en este rubro ya hay antecedentes similares, cuando Effa Motors cerró su producción en 2012 y vendió la planta a Lifan Group, por no poder acceder al mercado brasileño con sus vehículos; así como ya hubo varias amenazas de cierre por parte de la industria japonesa Takata, dedicada a la fabricación de airbags en el departamento de San José, tras sufrir varias embestidas del sindicato.
En tanto en la industria láctea, tenemos como antecedente inmediato que la firma Ecolat cerró en febrero su planta industrial en Nueva Helvecia y dejó a unos 400 trabajadores sin empleo, en una decisión que tampoco fue sorpresiva, sino que hubo un deterioro gradual por problemas empresariales y de mercado, con un gremio que no ayudó para nada a la solución y que peor aún, fue parte del problema con sus planteos exorbitados en el momento más crítico.
Pero ya otras industrias de ese rubro están negociando reestructuras con recorte de personal y con la viabilidad comprometida ante el desplome de los precios en los mercados internacionales, los obstáculos para el ingreso a Venezuela --principal destino para los lácteos uruguayos-- y un menor nivel de demanda de Brasil.
En el área de la industria automotriz, la firma Chery-Socma anunció el lunes la clausura de su producción industrial en Uruguay producto de las dificultades para colocar sus vehículos dentro del Mercosur. La empresa de origen chino ocupaba a 300 trabajadores directos y a otros 600 en forma indirecta, a lo que deben agregarse insumos y otros sectores de apoyo que giran en torno a todo emprendimiento industrial.
Naturalmente, es un problema que trasciende al gobierno y a las gremiales empresariales y que es asimismo motivo de inquietud en la central sindical, y en este sentido el coordinador del Pit Cnt, Marcelo Abdala, advirtió que le preocupa que otras empresas armadoras o autopartistas puedan seguir el camino de Chery-Socma, ya que la situación regional es “muy compleja”.
Incluso en el caso de la china Lifan, el dirigente reveló que la firma anunció estar en condiciones de sostener su actual plan industrial hasta octubre, por cuanto al igual que otras industrias, esa empresa está acusando el impacto de una menor demanda de Brasil.
Abdala dijo que la noticia del cierre de Chery se recibió “con mucha tristeza y preocupación. Hay una responsabilidad grande en las debilidades de la integración regional”, y comentó que en el caso del sector automotor hay expectativas en que el encuentro de las últimas horas entre Vázquez y Dilma Rousseff haya surgido alguna mejora en el convenio automotor bilateral que debería renovarse a mitad de este año.
Aludiendo a esta situación, el presidente de la Cámara de Industrias, Washington Corallo, dijo a El Observador que no le consta que se avecinen nuevos cierres de fábricas, pero reconoció que existen industrias de diversos rubros que trabajan tanto para el mercado interno como el de exportación que están planeando “recorte de inversiones y de personal” por la merma de su actividad.
El empresario consideró que será clave para sostener la actividad económica la “rapidez” con que el gobierno ponga en marcha el proyectado Sistema Nacional de Competitividad y concrete la apertura de nuevos mercados que permitan compensar la reducción del comercio con Brasil y Argentina.
El punto es que estamos ante una consecuencia previsible de un escenario regional e internacional que se ha venido deteriorando a ojos vistas, desde diversos ángulos. Sin embargo, no hace tanto el gobierno negaba rotundamente este escenario, y aseguraba que Uruguay no sufriría las consecuencias del desplome regional en el mediano plazo. Mientras tanto, seguimos engrosando el gasto del Estado, dilapidando recursos en obras faraónicas como el Antel Arena, a cargo de una empresa estatal deficitaria, y reclamando mayor “compromiso” a las empresas privadas, que en cada Consejo de Salarios hubieron de comprometer aumentos salariales muy por encima del costo de vida, además de un sinnúmero de exigencias.
Como lógica consecuencia, Uruguay es hoy ante un país muy caro para producir y su competitividad con respecto al mundo y hasta la propia región va en caída.
Y mientras las empresas públicas con números en rojo, se salvan de la quiebra con dinero adicional que sale del bolsillo de todos los uruguayos.
Por supuesto que ese no es el caso del sector privado, que debe hacer frente como pueda a una ecuación económica que les hace agua por el lado de los egresos.
Lo vemos en Paysandú, con emprendimientos comprometidos, como es el caso del refinado de azúcar, de agroindustrias en el área de arándanos y cítricos, por citar algunos rubros, pero sin duda quien más quien menos tiene problemas en gestionar los altos costos de insumos, de las tarifas públicas, de salarios, de la carga tributaria, por lo que la reacción del gobierno no debería ser la autocomplacencia y sí asumir que estamos ante un problema, y tomar las medidas correctivas que sean necesarias cuanto antes.
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