Opinion | 29 May Recientemente el canciller de nuestro país, Rodolfo Nin Novoa, dijo que el acuerdo del Mercosur con la Unión Europea (UE) podría firmarse “con distintas velocidades”, ante la reticencia mostrada por Argentina a aceptar algunos puntos del convenio entre ambos bloques.
“Siempre ha habido sensibilidades en algunas cosas. A mí me parece que se puede firmar con distintas velocidades si Argentina plantea moratorias de un par de años para la entrada en vigencia del tratado”, dijo el canciller en declaraciones a Radio Montecarlo, en tanto ante estas reflexiones el embajador de Argentina en Uruguay, Dante Dovena, mostró su rechazo al aspecto arancelario planteado en el acuerdo del Mercosur con la UE, también en declaraciones a esa misma radio.
“Eso es lo que no vamos a hacer, firmar un convenio en el que seamos absolutamente permeables a toda la industria europea y no podamos hacer nosotros absolutamente nada hacia afuera; eso no lo vamos a aceptar”, aseveró Dovena, para acotar que “todo lo que es la unidad del Mercosur y decidir las cosas juntos entre los cinco países es lo mejor” que les “puede pasar, decidir cada uno por su cuenta es la desunión y la desunión nunca” los “va a beneficiar”.
Las expresiones del diplomático apuntan en la dirección de deslindar responsabilidades de la Argentina en la demora en los avances entre bloques, desde que es sabido que Buenos Aires practica desde hace años políticas proteccionistas y de encierro comercial para defender su economía dependiente de subsidios, que pretende mantener como sea. Sin embargo Dovena indicó que Argentina no ha decidido no firmar, sino que “quiere firmarlo junto con los otros países. Que Argentina no esté de acuerdo con algunas de las cuestiones no quiere decir que no quiera firmar”, dijo, y subrayó que la razón por la que Argentina extiende los plazos de la negociación es que “hay que tener muchísimo cuidado” con estas decisiones porque “afectan a muchísimas personas cuando se toman erradas”. Por cierto que las manifestaciones del embajador argentino deben ser tomadas con pinzas, no tanto por lo que dice sino porque los hechos son los que mandan, y la experiencia y antecedentes de todos estos años indican que Buenos Aires ha sido una rémora para concretar avances en la negociación entre los bloques, porque simplemente en la otra orilla no hay mayor interés por avanzar en un proceso que dejará al desnudo las contradicciones flagrantes en su economía.
La semana anterior la presidenta brasileña Dilma Rousseff y su homólogo uruguayo Tabaré Vázquez acordaron en una reunión en Brasilia que la negociación de un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la UE, estancada después de una década, puede ser reanimada si el bloque libera a sus miembros para avanzar a ritmos diferentes en la negociación, lo que ha causado malestar y rechazo en el gobierno de Buenos Aires, por los motivos apuntados.
A la vez, en una región estancada con un Mercosur postrado, y actualmente con un escenario internacional que no es ni por asomo tan favorable como en la última década, el presidente uruguayo Tabaré Vázquez buscará en Paraguay un aliado para lograr el acuerdo comercial con Europa, teniendo en cuenta que el mandatario recibirá a su par paraguayo en junio y su intención es sumarlo a la estrategia reformista del Mercosur.
Vázquez recibirá a su par guaraní Horacio Cartes para persuadirlo a que como socio del Mercosur acompañe la intención de Uruguay y Brasil de firmar un Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea. Si bien el Poder Ejecutivo ya realizó sondeos con jerarcas guaraníes que se mostraron afines a la iniciativa de intercambio comercial, el mandatario buscará apuntalar el apoyo el próximo mes en Montevideo.
Vázquez confía en recibir el respaldo entre otras cosas porque cuando Cartes asumió en 2013 prometió trabajar en mejorar las posibilidades de su país en materia de libre comercio. “El compromiso nuestro es que vamos a poner todo el esfuerzo en que se normalicen esas relaciones de mercado común”, dijo el mandatario paraguayo en una de las primeras ruedas de prensa que brindó como presidente.
Aunque la idea es que la presentación sea de todos los países de la región, Uruguay y Brasil pretenden avanzar con urgencia y por eso promoverán cambios en el funcionamiento del Mercosur. En ese escenario, donde Argentina se resiste, es que Vázquez buscará convencer a Cartes para que acompañe el proceso. Como alternativa, se ofrecerá a la Casa Rosada que ingrese al acuerdo solo si lo cree conveniente y en el momento que lo desea. Pero este punto en particular genera discrepancias con la Unión Europea, que pretende que el Mercosur dé una respuesta como bloque, por lo que en alguna medida Argentina se está saliendo con la suya de ser factor de entorpecimiento en la marcha hacia el acuerdo entre bloques.
Ocurre que el mundo también avanza a velocidades diferentes, y mientras estamos desde hace quince años en estas enlentecidas negociaciones, sin mayor alharaca previa se ha concretado a fines del año pasado un acuerdo de libre comercio entre China y Australia, que va en la línea de consolidar un incremento del intercambio comercial entre ambas naciones, tratándose en el caso de Australia de un competidor directo en nuestros productos primarios, nada menos.
Este acuerdo eliminará los aranceles a los productos lácteos y vacunos australianos, así como a las exportaciones de ganado y carne ovina, además de los minerales, los productos gasísticos y petróleo crudo. Y mientras seguimos estancados en esta parte del globo, con otra dinámica en otras partes del mundo se derriban barreras comerciales, nos desalojan de los mercados con preferencias arancelarias, nada menos que en los productos en los que tenemos ventajas comparativas para producir, lo que da la pauta de que no podemos seguir atados de pies y manos a la suerte de un bloque que no ha firmado acuerdos comerciales con nadie, y tampoco funciona hacia adentro.