Paysandú, Domingo 31 de Mayo de 2015
Deportes | 28 May A tan solo dos días de las elecciones de la FIFA, el organismo que rige los destinos del fútbol mundial fue sacudido por un escándalo universal: siete de sus autoridades, incluido el uruguayo Eugenio Figueredo, fueron detenidos por la Policía suiza a pedido de la Justicia de Estados Unidos, que solicitará la extradición de 14 personas acusadas de crimen organizado, fraude electrónico y conspiración de lavado de dinero.
Lo que era un secreto a voces con respecto a la corrupción en la FIFA, finalmente parece haber encontrado el camino para comprobarse.
El escándalo comenzó a tomar forma definitiva en la madrugada de la víspera de nuestro país, cuando la Policía de Zúrich, a pedido del Departamento de Justicia de Estados Unidos, se acercó al lujoso hotel Baur au Lac, donde los dirigentes se encontraban a la espera del acto eleccionaro y del congreso de FIFA. Los policías llegaron de civil, presentaron las órdenes de detención, pidieron las llaves de las habitaciones y detuvieron a seis personas (la otra no se encontraba en el hotel y fue detenida en un lugar no precisado), que fueron llevadas a los vehículos policiales mientras la salida era tapada con sábanas para que no fueran identificadas.
La página web del Departamento de Justicia de Estados Unidos informó que son 47 los cargos dados a conocer por un tribunal federal de Brooklyn, Nueva York, contra 14 acusados por "crimen organizado, fraude electrónico y conspiración de lavado de dinero, entre otros delitos", en relación con "la participación de los acusados en un plan de 24 años para enriquecerse a través de la corrupción del fútbol internacional". La investigación lleva al menos cuatro años en curso.
"Los acusados son funcionarios de alto rango de la FIFA", pero también están implicados empresarios de marketing y de televisión de Estados Unidos y América del Sur, "que presuntamente han pagado sistemáticamente y acordaron pagar más de 150 millones de dólares en sobornos y comisiones ilegales para obtener medios de comunicación y los derechos de comercialización lucrativa para los torneos internacionales de fútbol", desde principios de los años noventa a esta parte.
No fue casual el operativo a horas del congreso de FIFA, teniendo en cuenta que la máxima dirigencia del fútbol mundial está en su totalidad en Suiza. Y era el momento ideal para detener a los acusados de una sola vez.
Los siete detenidos son Eugenio Figueredo (expresidente de la Conmebol y vice de la FIFA), Eduardo Li (presidente de la Federación Costarricense de Fútbol y funcionario de la FIFA), José María Marin (miembro ejecutivo de la Conmebol por Brasil), Julio Rocha (expresidente de la Federación nicaragüense de fútbol y funcionario de la FIFA.), Costas Takkas (exsecretario general de la Federación de Fútbol de Islas Caimán), Jeffrey Webb (presidente de la Concacaf y vicepresidente de la FIFA) y Rafael Esquivel (vicepresidente de la Conmebol y presidente de la Federación Venezolana de Fútbol).
Pero hay otros siete involucrados: Jack Warner (Concacaf), Nicolás Leoz (expresidente de la Conmebol que debió alejarse de la presidencia por denuncias de corrupción), José Margulies (Valente Corp. y Somerton Ltd), Aaron Davidson (Traffic Sports y EE.UU. Inc.), y los argentinos Alejandro Burzaco, presidente de Torneos y Competencias, y Hugo y Mariano Jinkis, directores de Full Play.
Mientras el mundo se sacudía con la noticia y se allanaban las oficinas de la Concacaf en Miami, en Nueva York la Justicia de Estados Unidos daba una rueda de prensa y se entregaba un importante bibliorato a los periodistas acreditados, con detalles de las imputaciones.
En ellas, por ejemplo, se indica que un "alto funcionario de larga trayectoria en FIFA y AFA" pidió "soborno de siete cifras" por la Copa América 2011, haciendo alusión sin dudas al fallecido expresidente de la Asociación del Fútbol Argentino y vice de la FIFA, Julio Grondona. Se afirma además que "desde 1991 la Concacaf y la Conmebol usaron sus posiciones para solicitar a cambio de derechos de transmisión por televisión y de marketing, y así una y otra vez, año tras año, torneo tras torneo".
La Justicia de Estados Unidos agregó que la Copa América del Centenario, a llevarse a cabo el próximo año en Estados Unidos, motivó sobornos por un valor estimado en 110 millones de dólares.
La rueda de prensa fue brindada, entre otros, por la procuradora General Loretta E. Lynch; el fiscal federal del Distrito Este de Nueva York, Kelly T. Currie; y el director del FBI, James B. Comey. Nada menos.
Las autoridades dejaron en claro que las penas que podrían afrontar los involucrados son de hasta 20 años de prisión, y que podrían devolver el dinero que recibieron por sobornos.
El jefe de la sección de investigaciones criminales de la Dirección Impositiva (IRS) estadounidense, Richard Webber, fue clarísimo: "Ha sido la Copa del Mundo del fraude. Hoy les estamos mostrando la tarjeta roja".
¿Por qué Estados Unidos metió la cuchara? Porque la Justicia estadounidense dejó en claro que los delitos fueron cometidos en diferentes lugares, incluyendo su país, con contratos comerciales y con pagos que se realizaron a través de bancos norteamericanos.
“La acusación alega que la corrupción es rampante, sistémica y arraigada tanto en el extranjero y aquí en los Estados Unidos”, dijo la procuradora general Lynch. “Se extiende por al menos dos generaciones de dirigentes del fútbol que han abusado de sus cargos de confianza para adquirir millones de dólares en sobornos”, agregó.
Curri sentenció: “El fútbol internacional organizado necesita un nuevo comienzo. Permítanme ser claro: esta acusación no es el último capítulo de nuestra investigación”.
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