Opinion | 06 Jun Cuando desde varios sectores de la coalición de izquierdas se cuestiona y apunta a que se remueva al ministro de Defensa Nacional, Eleuterio Fernández Huidobro, por sus declaraciones en torno a la responsabilidad de militares en el tema desaparecidos, sorpresivamente el presidente Tabaré Vázquez sí decidió llamar la atención intempestivamente a un representante del Poder Ejecutivo, esta vez al embajador de nuestro país en la Unión Europea, economista Walter Cancela, por recientes declaraciones públicas.
Ya el gobierno incluso había planteado la remoción del embajador uruguayo en Bruselas, tras las declaraciones realizadas el lunes por el economista respecto a que no está previsto un Tratado de Libre Comercio (TLC) entre el Mercosur y la Unión Europea a dos velocidades, tal como impulsan Brasil y Uruguay ante las resistencias del gobierno kirchnerista argentino a un acuerdo en igualdad de condiciones.
Las afirmaciones del representante del Poder Ejecutivo en la Unión Europea sorprendieron y molestaron al presidente Tabaré Vázquez y al canciller Rodolfo Nin Novoa, teniendo en cuenta que van contra la prédica de la cúpula del gobierno en la negociación con el bloque europeo, justo cuando tras largo período de bregar en solitario, recientemente se ha logrado el apoyo de la mandataria brasileña, Dilma Rousseff, para acelerar la concreción del tratado comercial en el que Argentina parece tener muy poco interés .
Consultado por El Observador sobre las reflexiones de Cancela, Nin Novoa afirmó que “la política exterior la fija el presidente de la República”, y añadió que “por lo tanto se desautorizan las declaraciones del embajador”. El ministro de Relaciones Exteriores agregó en esa oportunidad que se buscará un sucesor del funcionario, que sería seguramente uno de los embajadores políticos que queda en funciones.
Cancela había asumido su cargo en octubre de 2010 y faltan cuatro meses para finalizar su misión, pero el gobierno “ya “observó” duramente –según una rectificación posterior de los dichos de Nin Novoa a El Observador-- las declaraciones de Cancela, el día lunes, cuando dijo ante la prensa uruguaya durante la inauguración de una muestra de arte de la empresa Katoen Natie en Amberes, que no está planteado un acuerdo para alcanzar un TLC entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur “a dos velocidades”, y agregó que el acuerdo “es entre los cuatro (países miembro) o no es”, porque los europeos tienen mandato para negociar con el bloque y no con países de forma separada.
Ahora, si bien tanto Vázquez como Nin Novoa se molestaron porque el embajador rompió la estrategia tejida entre Uruguay y Brasil de alinearse para ir a por todo en busca del acuerdo pese a las resistencias del kirchnerismo, el representante uruguayo cometió un error estratégico pero a la vez debe tenerse presente que como delegado en el seno de la Unión Europea, no puede dudarse que tiene información privilegiada y de primera mano sobre la real postura del bloque europeo sobre la negociación con el Mercosur.
Ocurre que la intención de Uruguay y Brasil es cerrar este año el acuerdo comercial con el bloque europeo. “El tiempo es ahora, como lo dijo la presidenta de Brasil, queremos lograr avanzar en un acuerdo este año”, señaló el mandatario uruguayo el 21 de mayo en Brasilia, tras una reunión con Rousseff, al ser consultado sobre si se podrá esperar el resultado de las elecciones en Argentina para avanzar.
En este contexto, en las últimas horas el presidente de la Cámara de Comercio Uruguayo-Alemana y también representante de la Eurocámara Uruguay, Paul Riezler, afirmó que para Europa la prioridad es acordar con Brasil. “La Unión Europea lo que quiere es Brasil; Argentina viene por añadidura”, dijo. “Hay que tener en cuenta los tiempos de las empresas y las empresas no pueden esperar”, acotó.
Por cierto, la economía uruguaya, por su tamaño, no es tenida en cuenta, pero el habernos pegado al cambio de posición de Brasil ha agregado un ingrediente que hasta ahora no había existido en la negociación, solo que la renuencia del gobierno kirchnerista, con su economía desnorteada y prendida con alfileres, incorpora un elemento de incertidumbre.
Mientras tanto, consultado sobre las declaraciones de Cancela, Riezler dijo que “en teoría”, según los parámetros actuales de intercambio, los bloques tendrían que acordar en conjunto, pero añadió que si el Mercosur tiene voluntad política puede solicitar a la Unión Europea un cambio en los criterios de negociación para hacer un acuerdo a distintas velocidades. Además insistió en que existe urgencia entre las empresas ya que sus tiempos no son los políticos.
Y por si no bastara con estos elementos para evaluar que hay todavía varios obstáculos para superar a efectos de encaminar la negociación, hace pocas horas salió al ruedo el expresidente José Mujica, quien se manifestó escéptico acerca de que Europa deba ser “el platillo compensador de nuestra cada vez más notoria dependencia comercial” en sentido contrario a la estrategia del gobierno de Tabaré Vázquez.
El senador y expresidente de la República opinó que “quienes soñábamos y pensábamos que Europa debía ser el platillo compensador de nuestra cada vez más notoria dependencia comercial con el mundo asiático, deberíamos empezar por darnos cuenta que los latinoamericanos estamos bastante solos y en el marco de nuestra soledad debemos arreglarnos y tratar las formas de multiplicar los rinconcitos del mundo donde podamos penetrar”, reflexionó, y por lo tanto relativizando el avance que pueda significar la concreción del acuerdo con el bloque europeo.
Pero más allá de que evidentemente nunca hay que poner los huevos en una sola canasta, como incluso hizo el Uruguay en la década de 1990 con el Mercosur --y así nos fue-- la experiencia indica que es preciso diversificar lo más posible el comercio exterior, pero sin perder la de vista la importancia de las asociaciones estratégicas y la firma de acuerdos, como sería el caso de la UE y el Mercosur, a la velocidad que sea, que nos dé preferencias arancelarias que mucho necesitamos para poder mejorar la competitividad de nuestros productos ante competidores como Australia, Sudáfrica e incluso países del subcontinente sudamericano.