Paysandú, Sábado 13 de Junio de 2015
Opinion | 13 Jun Ante planteos, en países vecinos, concretamente en el estado de Paraná, Brasil, lindero con Paraguay, de dejar de vacunar en la región contra la fiebre aftosa, se han alzado con toda lógica voces de técnicos y autoridades sanitarias, sobre todo en nuestro país, que alertan sobre la magnitud de asumir este riesgo, un aspecto sobre el que nos hemos pronunciado en el mismo sentido desde esta página editorial en más de una oportunidad, teniendo en cuenta los antecedentes en esta materia y la realidad del escenario del subcontinente sudamericano en cuanto a esta zoonosis.
Es así que en el discurso del acto inaugural de las 43ª Jornadas Uruguayas de Buiatría --que tienen lugar en Paysandú, con más de 500 asistentes de varios países--, el presidente del Centro Médico Veterinario de Paysandú (CMVP), Lauro Artía, expresó su preocupación porque a nivel regional “se está planificando la suspensión de la vacunación para el año 2020, en el marco del Plan Hemisférico de Erradicación de la Fiebre Aftosa (Phefa)”.
La audiencia estuvo integrada asimismo por participantes que llegaron desde Brasil, Chile y Argentina, más expositores provenientes de Estados Unidos, España, Brasil, Argentina y Uruguay. El profesional sanducero, al profundizar en su evaluación, sostuvo que con el régimen actual de vacunación “se han logrado avances muy significativos en el control de la enfermedad en la región, lo que nos ha permitido un reconocimiento internacional de la inocuidad de nuestras carnes, con acceso a una amplia variedad de mercados”.
Apuntó que Uruguay “no tiene límites naturales para el control de la aftosa, y los sucesos que desencadenaron en la reaparición del virus en nuestro país en el año 2000 nos enseñaron que suspender la vacunación, basando el control y prevención de la enfermedad en el accionar de los servicios veterinarios de terceros países, implican un riesgo muy alto, y un costo de gran impacto en nuestra ganadería”.
Incluso profundizó la apuesta a la prevención y al diagnóstico precoz para las zoonosis en nuestro país, al considerar que es necesario “el fortalecimiento de la Red Nacional de Diagnóstico existente en el país, así como la formación de nuevos recursos humanos en investigación en Salud Animal, que permita tomar medidas de control adecuadas para las diferentes enfermedades en los sistemas de producción”.
“Aplaudimos y apoyamos fervientemente la creación de la Plataforma de Salud Animal del Instituto Nacional de Investigación, como piedra fundamental al incentivo y creación de nuevas líneas de trabajo en sanidad animal, que necesariamente debe estar entrelazado y potenciado con otras instituciones nacionales”, señaló.
En el marco de esta temática de vital importancia para el país y la región, corresponde traer a colación la evaluación realizada este jueves en la sede de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), donde se reunieron los directivos del Foro Mercosur de la Carne FMC). Tras un análisis pormenorizado de la situación se dio a conocer un comunicado en el que entre otros conceptos se señala que “frente a iniciativas originadas en foros internacionales (Phefa, Cosalfa y otras), así como a decisiones de autoridades nacionales o estaduales en la región relacionadas con el cese de la vacunación contra fiebre aftosa, el FMC declara que: Ratifica la necesidad de contar con un programa de control y erradicación de la fiebre aftosa de carácter supranacional, por tratarse de una enfermedad transfronteriza que requiere la aplicación de medidas armonizadas y coordinadas entre los países de la región”.
Asimismo, “rechaza toda decisión nacional o subnacional de cesar la vacunación contra la fiebre aftosa que no esté debidamente fundamentada y cuyo impacto no sea evaluado mediante un análisis de riesgo nacional”.
Paralelamente el FMC reitera su posición en el sentido que el estatus de “país libre de fiebre aftosa en el que se aplica la vacunación” y el de “país libre de fiebre aftosa en el que no se aplica la vacunación” son totalmente equivalentes desde el punto de vista científico, por lo que no se justifica ninguna exigencia más estricta para el caso de los que mantienen la vacunación.
Sin duda que en toda decisión donde hay valiosos aspectos en juego deben evaluarse cuidadosamente los pro y los contra, que en este caso es la magnitud del riesgo frente a los eventuales beneficios que traería aparejado, en cuanto a precios en mercados, la decisión de dejar de vacunar progresivamente.
Debe tenerse presente el valor de la región por el volumen y la calidad de sus rodeos y por su capacidad de exportación de carne, donde contrariamente a la diversificación que se da en otras partes del mundo, las actividades pecuarias son pilares fundamentales de las economías de los países del subcontinente.
Pero, no hace falta hacer volar la imaginación respecto a lo que pueda pasar si se deja de vacunar los rodeos, porque sobre todo los uruguayos tenemos cercano en el tiempo lo que ocurrió en 2000 y 2001, cuando se había dejado de vacunar para tener acceso a mercados que pagan más por esta diferencia.
La deficiencia en los controles de países vecinos permitió que la enfermedad se expandiera, en Argentina, Brasil y Paraguay, donde los productores y los organismos de control sanitario del Estado, lejos de asumir de inmediato las responsabilidades, trataron de minimizar y ocultar los brotes de aftosa, hasta que ya era muy tarde para detener la epidemia.
Las consecuencias fueron pérdidas cuantiosas y el detonante de la grave crisis de 2002, la mayor de nuestra historia.
Es decir que hay muy poco para ganar y mucho para perder si se asume que ya no es necesaria la vacunación antiaftósica, especialmente para Uruguay donde la ganadería es uno de los principales rubros por el cual ingresan divisas al país.
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