Policiales | 09 Jun “Cuando leí en el diario que van a demoler la Casita del Parque, realmente me sentí muy mal; no es una casita que haya construido la Intendencia y además yo y mi familia vivimos allí por años”, dijo a EL TELEGRAFO Ernesto Ignacio Campbell, de 78 años, cuyo padre, Toribio Campbell, fue el guardaparque del París-Londres cuando éste pertenecía a Pereira y Compañía, empresa propietaria precisamente de la famosa tienda por departamentos París-Londres, ubicada en 18 de Julio y Zorrilla de San Martín, edificio actualmente ocupado por el Poder Judicial.
“A la Casita del Parque la hizo la empresa Pereira para que mi padre y nosotros --somos 14 hermanos-- viviéramos ahí porque papá trabajaba en el parque para ellos”, recordó Campbell. “Tengo hermosos recuerdos de mi niñez allí; no puedo entender qué podría llevar al intendente nuevo (electo) a querer destruir esa casa, más allá de lo que haya pasado. La casa no tiene la culpa”, agregó.
El domingo 20 de noviembre de 1938, Pereira y Compañía donó el parque París-Londres a la Intendencia, recibiendo el bien el entonces intendente Inocencio B. Siri, quien en principio quiso ponerle el nombre de Eustaquio Gil Pereira, el principal de la empresa, pero éste declinó el honor y por tanto quedó el nombre de París-Londres.
“Entonces mi papá pasó a trabajar para la Intendencia, y se construyó el chalet en el centro del parque”, ahora en instalaciones del Zoológico Municipal. “Allí vivimos algunos años más, hasta que en 1946 mi padre compró una casa en Río Negro entre Cerrito y Guayabos”, explicó Campbell. En la Casita del Parque “en los años 40 se realizaban bailes y había una cantina. Se construyó una explanada para la orquesta también”. “El puente que hoy está se construyó cuando el parque pasó a la Intendencia, porque antes era de madera y se cerraba al anochecer, tarea que precisamente hacía mi padre. También se cerraba la entrada por Guayabos”, contó. “La verdad me siento muy triste, mi familia vivió en esa casita y no entiendo por qué ahora se la quiere demoler. No me parece que tenga lógica ni sentido”, resumió Ernesto Ignacio Campbell.