Paysandú, Jueves 18 de Junio de 2015
Deportes | 15 Jun NACIONAL 3 PEÑAROL 2
Escenario: Estadio Centenario. Árbitros: Javier Bentancor, Miguel Nievas y Raúl Hartwig.
Nacional: Gustavo Munúa, Santiago Romero, Sebastián Gorga, Diego Polenta, Alfonso Espino; Gonzalo Porras, Diego Arismendi (70’ Nicolás Prieto), Leandro Barcia (75’ Christian Tabó), Carlos De Pena (87’ Alvaro Recoba), Sebastián Fernández e Iván Alonso. DT: Alvaro Gutiérrez.
Peñarol: Pablo Migliore, Jonathan Sandoval (46’ Nahitan Nandez), Carlos Valdez, Emilio Mac Eachen, Diogo Silvestre (46’ Gabriel Leyes), Sebastián Píriz, Luis Aguiar, Jonathan Urretaviscaya, Jorge Rodríguez, Antonio Pacheco (75’ Hernán Novick) y Marcelo Zalayeta. DT: Pablo Bengoechea.
Goles: 20’ Sebastián Fernández, 33’ Iván Alonso (de penal), 69’ y 90’ Luis Aguiar (el segundo de penal), 109’ Santiago Romero.
Amonestados: Diogo Silvestre, Gabriel Leyes, Carlos Valdez (P); Diego Arismendi (N).
Expulsado: 67’ Juan Manuel Olivera (estaba en el banco), 84’ Jorge Rodríguez.
Incidencia: 111’ Migliore le atajó un penal a Recoba.
MONTEVIDEO. (Por Santiago Balbis, enviado especial). Fetejó a rabiar. Se sacó toda la tensión del cuerpo y dedicó a los hinchas el título, el Campeonato Uruguayo 2014/15.
O el título virtual, porque los energúmenos de siempre, los que se disfrazan de hinchas de cualquier equipo, terminaron por tirar por el suelo la fiesta, la semifinal o final del Uruguayo, según del lado que se mirara.
Nacional derrotaba por 3 a 2 a Peñarol en un partido que colmó las expectativas bastante más de lo esperado, cuando a falta de siete minutos el árbitro dijo basta.
A esa altura, cuando todavía restaban siete minutos del segundo tiempo del alargue, la ambulancia apostada al costado del terreno de juego entró a la cancha porque la Guardia Republicana ya no tenía cómo repelar la furia de algunos cientos de parciales de Peñarol en la Amsterdam.
Y se terminó todo. Con ese triunfo, Nacional se consagraba campeón uruguayo. Le alcanzaba con vencer en este primer partido clásico teniendo en cuenta que llegaba con ventaja deportiva a la definición de la temporada, por haber sido el ganador del Apertura y de la tabla anual.
Peñarol, en cambio, necesitaba de una victoria a como diera lugar para forzar a otros dos partidos. Pero no pudo ser. Ni siquiera pudo terminarse el primer pleito, más allá de que al final Nacional festejó con sus hinchas, volaron papelitos de colores y el plantel recibió la Copa Coca Cola.
Pero no recibió la Copa oficial, porque oficialmente no es el campeón. Es el campeón virtual porque el partido no terminó por esos delincuenten que destrozaron la Amsterdam y agredieron salvajemente a la Guardia Republicana.
Y hoy la Asociación Uruguaya de Fútbol, a través de la Comisión Disciplinaria, dará su parecer con respecto a lo sucedido. Nacional será declarado seguramente como campeón más allá de que Peñarol mantiene la esperanza de jugar esos siete minutos. Y el carbonero será penado para el futuro, más que seguro con una quita de puntos.
Así terminó la definición del Uruguayo. Como no la merecía nadie.
Como no la merecían los hinchas y tampoco los protagonistas en la cancha. Porque pese a lo que podía esperarse, y más allá de lo que han mostrado ambos en el último tiempo, Nacional y Peñarol jugaron un partido emocionante por donde se lo mire.
El tricolor, que transitó el Clausura a los tumbos, lo ganó merecidamente. Tuvo un primer tiempo prácticamente perfecto, presionando en todos los sectores, quitándole espacios al rival pero sobre todo tocando, yendo rápidamente a la ofensiva y lastimando.
Peñarol, que venía con viento en la camiseta, se vio totalmente sorprendido por el cambio radical que presentó Nacional en todo aspecto. No solo futbolístico sino anímico, y ese fue seguramente el puntal para comenzar a cimentar la victoria.
Fernández abrió el tanteador tras un centro y que le bajaran la pelota. Y más tarde fue el goleador, Iván Alonso, el que tradujo en gol un penal.
Era un 2 a 0 claro, contundente. Pero dicen que el 2 a 0 es un resultado traicionero más allá de que la sensación era que Nacional podía seguir tranquilamente de largo.
Peñarol se jugó a las variantes en el complemento. Abonó la ofensiva con Leyes, reforzó los laterales y el “Japo” Rodríguez pasó a cubrir el sector izquierdo de la defensa, a todo riesgo.
Nacional cedió terreno, Peñarol reaccionó, y descontó en un segundo tiro libre que tuvo a disposición, esta vez por intermedio de Luis Aguiar.
Pero Nacional reaccionó, generó y estuvo cerca de aumentar y liquidar las cosas. Más cuando el “Japo” se fue expulsado. El partido parecía liquidado, y así lo entendían casi todos, menos Peñarol. Hasta en el banco le dieron el gusto a la tribuna con el pedido de Recoba.
Pero Aguiar metió el empate sobre el final mismo del partido, obligando al alargue, para dotar a la definición de más y más emoción todavía.
En el primer chico apenas Recoba insinuó con un tiro libre que conjuró Migliore.
Pero en el segundo tiempo del alargue, tras un tiro de esquina, el “Colo” Romero saltó para meter la cabeza y decretar el gol que sería el de la ventaja final.
Porque después habría un penal a favor de Nacional, que no gustó a los energúmenos de la Amsterdam, que comenzaron a sacar los bancos de la tribuna para tirarlos contra la Guardia Republicana.
Y tras varios minutos de descontrol, el árbitro intentó seguir el partido, permitió que Recoba rematara el penal, que fuera atajado por Migliore.
Pero después no hubo más. Fue el desastre, la verguenza.
La ambulancia se metió en la cancha ante la avalancha de asientos, y el árbitro dio por terminado el partido ante la locura de los hinchas de Nacional, de los jugadores, cuerpo técnico y dirigentes.
El plantel festejó, levantó la Copa Coca Cola, y se declaró campeón uruguayo. Porque lo será, porque se quedó con esta semifinal que no terminó.
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