Paysandú, Viernes 19 de Junio de 2015
Opinion | 16 Jun Una visión optimista sobre el funcionamiento y proyección en el interior profundo de las Mesas de Desarrollo Rural expuso el titular de la Dirección de Descentralización del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Ricardo Teixeira, teniendo en cuenta que se trata de un proyecto que involucra a no menos de 20.000 personas en todo el país.
De acuerdo a lo señalado por el jerarca a EL TELEGRAFO, en 2015 trabajan 40 Mesas de Desarrollo Rural, con participación de 500 organizaciones de productores, asalariados y representantes del sector, a la vez de explicar que “los principales objetivos son luchar por la erradicación de la pobreza rural y que la ciudadanía pueda participar aportando ideas para el crecimiento del sector”.
En cuanto al funcionamiento de las Mesas de Desarrollo Rural consideró que constituyen ámbitos de diálogo entre organizaciones sociales del medio rural, el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca y otras instituciones públicas, a fin de promover políticas de desarrollo rural, lo que se generó a partir de 2001, tras un acuerdo entre Uruguay y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), para combatir la pobreza rural.
Por cierto que en nuestro país hay mucho paño para cortar en esta problemática, a partir de un escenario de áreas rurales en las que hay realmente bolsones de extrema pobreza, donde hay carencias de servicios, de fuentes genuinas de empleo, incluso de tramado social que signifique integración e inclusión, más allá de las condiciones económicas del núcleo familiar.
No es porque sí que durante décadas se ha venido dando la emigración de la familia rural hacia la periferia y cinturones de los nucleamientos urbanos, donde a la vez se genera marginación y exclusión, por cuanto en mayor o menor medida quienes llegan en estas condiciones no cuentan con la formación ni condiciones para integrarse con mejores condiciones al mundo del trabajo, por lo que en realidad quienes son protagonistas de estas migraciones cambian una situación problemática por otra menos mala, en el mejor de los casos. El desarraigo no es una buena cosa, aun teniendo en cuenta la falta de oportunidades y despoblación de los campos, por lo que con las Mesas de Desarrollo Rural se ha tratado de generar un paliativo, dentro de las posibilidades, para lograr una primera contención en el interior profundo.
Texeira, al dar cuenta sobre la tarea de las mesas de Desarrollo Rural, consideró que su incidencia en el comienzo fue escasa, entre otras razones, porque solo reunían a los sectores rurales organizados y en las capitales departamentales o ciudades importantes.
Según recordó, esto cambió radicalmente a partir de 2005, tanto en el manejo como en la concepción de esta herramienta, cuyo fin a partir de entonces fue generar soluciones contra las causas que originan la pobreza rural. Fue así que en 2007 se aprobó la ley 18.126 sobre Descentralización y Coordinación de Políticas Agropecuarias con Base Departamental, que prioriza la participación social organizada y la posibilidad de que los pobladores del medio rural puedan tomar decisiones a través de las Mesas de Desarrollo.
Pero estamos ante una problemática muy vasta, e incluso heterogénea, por cuanto las condiciones cambian de acuerdo a la zona rural de que se trate. En tanto, el apoyo que se genera a través de estas mesas, como así también de otros instrumentos que se han creado por programas coinciden en objetivos, pero no están coordinados en la medida necesaria para que resulten más eficaces y no se superpongan esfuerzos y recursos, y es por eso que no generan los mismos frutos en todos lados. Consecuentemente, la evaluación muchas veces es subjetiva.
En lo que sí se coincide es en la intención, y este es un buen punto de partida, sobre todo para que no se trabaje en la modalidad de compartimientos estanco, muy comunes en las organizaciones del Estado.
En el caso de las mesas, el ciudadano que quiera acercarse debe integrarse a las organizaciones sociales, porque la forma de participar es a través de los colectivos, aunque las reuniones son abiertas a la población.
Según lo manifestado por el director de Descentralización del MGAP, los principales temas que se promueven en los encuentros se relacionan con vivienda, salud, electrificación, educación, caminería, seguridad, agua potable, ley de ordenamiento territorial, minería, conectividad, transporte de estudiantes hacia los centros de estudio, refugios peatonales sobre rutas y acceso a la tierra.
Otros temas sobre el tapete refieren a sanidad animal, trazabilidad, uso y manejo del suelo, créditos fiscales, aplicación de agroquímicos, plan estratégico hortícola, asistencia técnica, emergencias agropecuarias, registro de fuentes de agua del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, ley de compras públicas, registro de productor familiar y seguros agrícolas, es decir ingredientes de importancia en el caso de los productores que procuran ampliar sus perspectivas de trabajo en su ámbito natural de gestión, entre otros temas que se analizan en las Mesas.
Un rol importante es conferido al Instituto Nacional de Colonización para el acceso a la tierra de residentes en el medio rural que pretenden mantenerse en el campo y carecen de medios, en especial en el caso de productores familiares.
Es de esperar que la intención se traduzca en acciones tanto en los planes territoriales de desarrollo rural como en la generación de oportunidades, que es un aspecto sine qua non para el éxito de estas políticas de interés nacional.
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