Paysandú, Sábado 20 de Junio de 2015
Opinion | 15 Jun Recientemente el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Álvaro García, expuso las bases del Sistema Nacional de Competitividad (SNC), que la administración Vázquez apunta a instrumentar con la perspectiva de incluir una serie de parámetros que no solo tengan en cuenta la relación cambiaria como eje, rompiendo así con una tradición histórica en el país.
Con este objetivo se creará un Gabinete Ministerial de Competitividad, integrado por los ministerios de Relaciones Exteriores; Economía y Finanzas; Industria, Energía y Minería; Trabajo y Seguridad Social; Ganadería, Agricultura y Pesca; Turismo y la propia OPP, que sustituirá al actual Gabinete Productivo, al Gabinete de la Innovación y a la Comisión Interministerial de Comercio Exterior.
Por supuesto, la competitividad se nutre de muchas variables, por eso habrá una secretaría que coordinará la actividad de diversas agencias e instituciones públicas, directa e indirectamente vinculadas con la problemática, como es el caso de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, Agencia Nacional de Desarrollo Económico, el Instituto Uruguay XXI, el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria y la Corporación Nacional para el Desarrollo, de acuerdo con lo que indica la revista “Búsqueda”.
Como hemos sostenido en más de una oportunidad, la competitividad va estrechamente ligada a la productividad y, en ese sentido, García evaluó que la productividad global de la economía y sus mejoras permanentes permiten sostener un proceso de crecimiento en el tiempo. Y a su vez este permite, de alguna forma, no depender de la relación cambiaria, aunque nunca podrá evitarse la incidencia de este factor.
Ocurre que hay medidas administrativas de corto y mediano plazo que permitirían acelerar el proceso de ponerse al día en la competitividad, solo que ninguna de ellas evita elementos traumáticos, como podrían ser por ejemplo el generar un abaratamiento del país en dólares para la venta de productos, porque a su vez ello tendría su costo en inflación, en pérdida de poder adquisitivo, en encarecimiento de insumos y tantos parámetros que tienen que ver con el valor del dólar.
Por lo tanto, la graduación es un elemento deseable, pero no fácil de lograr, los desequilibrios deben abordarse con mucho cuidado, junto con la coordinación de la política fiscal, monetaria y salarial, como parámetros indisolublemente ligados a la competitividad.
No debe perderse de vista cómo está Uruguay en productividad, y corresponde traer a colación que un estudio del Banco Mundial indica que la contribución del capital humano al crecimiento que ha tenido el Uruguay, sobre todo en la última década, ha sido muy baja, según la evaluación que formuló a la revista “Búsqueda” el director regional de este organismo, Jesko Hentschel.
Consideró que en un período en que no hay tanto viento de cola, “el empuje por la productividad y el crecimiento en el futuro es aún más grande”, habida cuenta de un escenario internacional complicado y planteos difíciles en lo interno.
El jerarca del Banco Mundial razonó que “otro desafío es elevar la competencia y la competitividad. Si comparamos la contribución de la productividad total en Uruguay con otros países, no es alta. Es necesario empujar la innovación a través de una mayor competencia público-privada. El punto es continuar aumentando la eficiencia, también en las empresas públicas, mejorando las reglas y la institucionalidad”.
Por lo pronto, al atenuarse el viento de cola, ya no se puede seguir disimulando los altos costos internos, empezando por los salarios que se han incrementado sustancialmente en dólares, conjugados con la fuerte carga tributaria y los altos costos de insumos y energía.
Surge que hay muy pocas alternativas en el corto plazo para rebajar el costo país para los sectores reales de la economía, mantener el nivel salarial y reducir el costo del Estado, encabezado por un gobierno austero, que reduzca el gasto público, porque es impensable seguir aumentando o manteniendo impuestos si se procura mejorar la competitividad.
De la mano de la productividad se hacen necesarios otros factores: la tecnología actualizada en los centros de producción de bienes y servicios, mano de obra capacitada, coordinación, mejor gestión, logística a tono con los requerimientos y una escala de volumen suficiente para abaratar la cadena de producción cuando salga el producto terminado. Por lo tanto, la tarea de la SNC será de vital importancia para Uruguay, y es de esperar que se logre coordinar la acción de los organismos con incidencia en la problemática y, sobre todo, tener la voluntad política de acometer decisiones que resultarán imprescindibles para que el país mejore su perfil y logre asomar al mundo con mejores perspectivas.
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