Paysandú, Viernes 26 de Junio de 2015
Opinion | 22 Jun Con el paso de los días y semanas, lejos de mejorar su escenario interno y externo, Grecia va de drama en drama, debido a su deuda externa y crisis por recesión, desempleo y caída de actividad.
Precisamente, con la mirada puesta en la decisiva cumbre de este lunes, Grecia está en ascuas ante las derivaciones económicas que pueden darse si no hay un acuerdo con los socios, que incluyen la eventual salida del país del euro, lo que significaría un nuevo retroceso.
Los socios advirtieron que el encuentro no servirá de nada si el gobierno griego no acerca posiciones con sus instituciones acreedoras --la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI)-- sobre las medidas presupuestarias y fiscales que aún les separan del acuerdo.
El mandatario griego Alexis Tsipras ha intensificado los contactos durante el fin de semana y maneja alternativas incluidas en la nueva propuesta griega, que si bien mantiene los tipos de IVA propuestos por Atenas y su oposición al recorte de pensiones, incluye algunas concesiones para tratar de alcanzar un acuerdo con los acreedores.
De todas formas, se mantienen las diferencias entre las partes; si las negociaciones vuelven a fracasar y Grecia llega al 30 de junio sin lograr el acuerdo (cuando expira la prórroga del segundo rescate), deberá hacer frente a serias dificultades.
Grecia no estaría en condiciones de pagar los vencimientos del FMI por un total de 1.600 millones de euros (1.815 millones de dólares), como tampoco los 6.700 millones (7.600 millones de dólares) que debe devolver al BCE en julio y agosto.
En esta hipótesis, tras declarar el impago, el BCE limitaría el acceso al mecanismo de asistencia (ELA) a la banca, una de sus pocas fuentes de liquidez, que la institución monetaria europea ha aumentado en dos ocasiones esta semana, hasta alcanzar unos 87.000 millones de euros (98.700 millones de dólares).
A su vez, esto conllevará la imposición de un control de capitales para evitar mayores sangrías en los depósitos, que, según los analistas, podría llevar a un corralito, como el que se ha dado en Argentina. Uno de los posibles desenlaces sería dejar el euro y fijar una moneda propia fuertemente devaluada respecto al euro.
Este escenario podría convertirse en una oportunidad para que Grecia pueda salir de la crisis, según algunos analistas, pero también en un grave peligro, pues la introducción de una moneda nacional desencadenaría un círculo vicioso de inflación galopante, mercado negro y pobreza generalizada.
La incertidumbre ha hecho que en los últimos días la salida de depósitos haya aumentado considerablemente y que en la semana ascienda a unos 3.000 millones de euros (3.404 millones de dólares).
Mientras tanto, la población griega está mayoritariamente a favor de seguir en la eurozona, como muestran varias encuestas, aunque las opciones no son en ningún caso optimistas y tienen también costos adicionales en el marco de una situación ya de por sí precaria. Subsiste el temor de que la salida de la moneda común deje al país sin liquidez para hacer frente al pago de salarios y pensiones, y agrave la situación de una población duramente golpeada en estos seis años de crisis.
Mientras tanto, el ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis, instó a la canciller alemana, Angela Merkel, a impulsar un compromiso de la eurozona con Atenas y no seguir a “las sirenas de su gobierno”, que quieren echar al Ejecutivo griego “por la borda”.
“La canciller alemana estará el lunes ante una encrucijada decisiva”, declaró Varufakis en un artículo que publica el dominical alemán “Frankfurter Allgemeine Sonntagzeitung”. Añadió que “la canciller tendrá que decidir entre impulsar un compromiso honorable con un gobierno que ha rechazado los paquetes de ayuda y busca una solución negociada o seguir las sirenas de su gobierno, que quieren echar por la borda al único gobierno griego que ha sido fiel a sus principios y que puede llevar al país por el camino de las reformas”.
Varufakis consideró que el futuro de Grecia en la eurozona depende de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno y dijo que “por nuestra parte, llegaremos a Bruselas con la voluntad de aceptar compromisos siempre y cuando no se nos pida hacer lo que han hecho los gobiernos anteriores: aceptar nuevas deudas bajo condiciones que dejan poca esperanza de que Grecia pueda pagar sus deudas”.
Pero en toda negociación hay quien pierde y quien gana, por más que ambas partes cedan, solo que en este caso hay una parte poderosa, como lo son los acreedores y la propia UE, y Grecia, que trata de atemperar la crisis, a fin de no agregar problemas al escenario cercano al default que ya padece.
Y corresponde tener en cuenta conceptos del presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, quien advirtió sobre la gravedad que supondría para Grecia su salida de la eurozona: “Lo que no puede esperarse es que tras salir de la eurozona y negarse a pagar las deudas les sigan llegando los fondos de la UE”, dijo.
La Comisión Europea le ha presentado a Grecia un último calendario para un compromiso sobre el programa de reformas que se apoya en los mismos puntos básicos ya conocidos, y Atenas, según ese plan, tendrá que ahorrar o recaudar adicionalmente un 2,5% del PIB, lo que equivaldría a 4.500 millones de euros.
Un 1%, cerca de 1.800 millones de euros, tendría que venir de reformas estructurales en el sistema de pensiones y de un aumento del IVA, precisamente los puntos que hasta ahora Grecia se ha negado a aceptar. No cabe duda de que se está ante las consecuencias de gastar más de lo que se tiene para mantener una calidad de vida por encima de las posibilidades, y al igual que España, Italia e Irlanda, que en su momento debieron encarar los ajustes para estar a tono con la porfiada realidad, los ajustes deben hacerse lo antes posible para evitar que el precio a pagar resulte más dramático, cuando ya es imposible deshacer lo que no se debió hacer.
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