Paysandú, Domingo 28 de Junio de 2015
Opinion | 22 Jun El Día Mundial del Suelo y la Tierra Fértil, que se celebra hoy, recuerda que este recurso no renovable requiere de la instrumentación a nivel global de medidas de adaptación y respeto a este soporte vital para las diversas especies.
La tierra se considera un recurso no renovable, en tanto su recuperación requiere de un tiempo extremadamente largo y por fuera de la escala temporal humana. Es así que su alteración o pérdida resulta irremediable y definitiva.
Aunque no se ignoren estos aspectos, a escala mundial las poblaciones realizan un manejo irresponsable de la tierra, bajo una mirada institucional cómplice que no ejecuta la legislación existente y prefiere la concreción de procesos nocivos en pos de la producción, antes que resolver un problema que --ineludiblemente-- se trasladará a las generaciones futuras. A modo de ejemplo: si el horizonte superficial de un suelo se destruye en horas, para recuperar 2,5 centímetros se necesitan al menos 500 años.
En Uruguay, la información técnica y el alerta de los habitantes de las zonas afectadas ha sido clave para activar los controles del gobierno. Tal es el caso de las situaciones denunciadas en la cuenca del río Santa Lucía, donde se sumarán los tambos a una experiencia piloto de conservación de suelos para evitar una mayor contaminación y erosión.
El campo de las rotaciones establecido en La Estanzuela, entre otras experiencias, significó un aporte para elaborar los planes de uso y manejo de suelos que son obligatorios en predios mayores a 100 hectáreas.
Sin embargo, para una aplicación efectiva a largo plazo con el involucramiento de la diversidad de actores, hace falta un compromiso político y social que atraviese las administraciones y a las generaciones afectadas.
Los datos oficiales comprobaron que las pérdidas tienen un límite de 7,5 toneladas de suelo. En Uruguay --donde se hacen monocultivos-- se pierden 25 toneladas por hectárea por año y sin un plan de manejo efectivo, solo en el área de soja representaría unas 27,5 millones de toneladas en los mejores suelos productivos.
La variabilidad climática en nuestro país ha generado inundaciones y sequías con escaso margen de tiempo y si bien tales variables actúan con adversidad, la concientización en que algunas decisiones conllevarán perjuicios económicos se han transformado en procesos de maduración de largo aliento.
La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró al 2015 como el Año Internacional de los Suelos y la FAO apoya las iniciativas para un manejo sustentable, con la mira puesta en el combate a la pobreza, la inseguridad alimentaria y la malnutrición. A nivel mundial, la agricultura familiar representa el 80% de la producción agrícola y, por tanto, requiere una mayor participación, asistencia y acceso a la financiación desde los niveles gubernamentales, con posibilidades técnicas y ejercicios de concientización que permitan llevar un mensaje a las futuras generaciones.
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