Paysandú, Martes 30 de Junio de 2015
Opinion | 26 Jun Los progenitores y otros antepasados del chileno Gonzalo Jara por estas horas son muy recordados por miles de uruguayos, aunque no precisamente de una manera agradable. Jara provocó la hombría de Edinson Cavani y este reaccionó lo que llevó a su expulsión por doble amarilla. Fue, de acuerdo a los especialistas del fútbol, el comienzo del fin de la presencia uruguaya en la Copa América de Selecciones, donde defendía su condición de campeón.
Cada vez que pierde la celeste hay duelo nacional, tal la pasión uruguaya por el fútbol. Cada vez que gana la celeste, la euforia nacional oculta todos los problemas, porque el corazón celeste cubre todo dolor. Uruguay consume el fútbol no solamente como el deporte nacional, sino como parte del alma nacional; “música en el cuerpo, fiesta de los ojos”, como escribió Eduardo Galeano.
Pues sí, la bronca nacional hoy tiene nombre de jugador de fútbol y todo parece indicar que la derrota ante la selección trasandina fue debido a esas siempre presentes manos negras que digitan triunfos y derrotas, ganadores y perdedores. Ya lo dice la indubitable IRS de Estados Unidos apoyada por el FBI: hasta en la FIFA hay corruptos que arreglaban encuentros y campeonatos por el vil dinero. Presos preventivamente están, aunque claro --porque la historia después de todo no cambia-- solamente latinoamericanos. Parece que no hay corruptos europeos, vaya cosa curiosa.
Y claro está, los manoseos de Jara tuvieron que ver con la bronca de Cavani y su expulsión no solamente dejó a Uruguay con un jugador menos, sino también lo privó de contar con una estrella mundial. Eso, por qué no pensarlo, fue una de las causas de la derrota. Pudo haber acomodo para que el paisito no llegara a la copa dieciséis.
Pero en esta historia en la que el fútbol se asimila tan rápidamente a la patria, el pueblo, el orgullo nacional, la vida y hasta la muerte, falta considerar que se trata en esencia de un juego y que por más que nos dé bronca la manera en que provocaron a Cavani, el otro equipo también jugaba y buscaba la victoria, que les llegó como premio a un juego mucho más ofensivo.
Si bien es un juego el que perdió Uruguay ante Chile sirve como parábola para que evitemos buscar solamente culpas en las acciones de los demás y comprendamos que en el juego de la vida, nuestras acciones resultan determinantes para el resultado. Lo que hacemos y cómo lo hacemos directamente influye en lo que logramos, como también en lo que perdemos o no alcanzamos. Uruguay no solamente perdió por el dedo de Jara en un lugar impuro. Del mismo modo, cuando algo no sale como esperamos, también es nuestra responsabilidad, también en ese resultado --adverso-- hay una cuota parte de nosotros que determinó esa derrota. Por lo demás, a llorar al cuartito.
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