Paysandú, Jueves 02 de Julio de 2015
Opinion | 25 Jun Además de Estados Unidos, que lidera el uso de drones en agricultura, otros países como Japón, España, Brasil y también Uruguay han comenzado a implementar este tipo de tecnología.
Las posibilidades de uso son amplias: desde vigilancia contra incendios forestales a supervisar sistemas de riego, contar plantas o medir su altura hasta ahuyentar pájaros o polinizar plantas. O detectar bancos de peces.
Hasta el momento la mayoría de los vehículos aéreos no tripulados (UAV, por las siglas en inglés) para uso en el sector agrícola son pequeños y ligeros, ya que pesan entre dos y tres kilos. Podría pensarse que los grandes agricultores pueden usar tecnología satelital, pero es más lenta y menos precisa que las imágenes de baja altura de un dron.
Este mes, en una de sus publicaciones, la FAO afirmó que los drones pueden ayudar a aumentar la productividad y contribuir al uso óptimo de los recursos naturales, como por ejemplo del agua. El objetivo es la llamada agricultura de precisión, que consiste en sacar el máximo partido de las plantaciones gracias a un control minucioso de todos los indicadores en juego, desde la gestión del agua y de los pesticidas hasta una siembra y recolecta más eficientes.
El artículo proponía imaginar que si un agricultor se enferma durante una semana entera, no podrá supervisar el riego, el arado o los pesticidas de sus cultivos pero que, para su alivio, un dron puede hacer todo eso en su ausencia --e incluso más-- y mostrárselo a tiempo real en la pantalla de su computador.
Además, a través de vuelos programados, los drones también están en condición de gestionar más eficientemente sus plantaciones: ya sea para calcular la densidad óptima de siembra, la frecuencia de riego, el uso de fertilizantes, predecir con más exactitud la producción de los cultivos, detectar enfermedades prematuras para evitar plagas o controlar al ganado.
Todo parece indicar que en el futuro próximo serán más los países que implementarán drones para mejorar sus sistemas de producción agrícola. Esto implica nuevos desafíos, como la necesidad de reglamentaciones y precauciones para que no interfieran en el uso del espacio aéreo, involucra también temas de seguridad y cambios en las dinámicas de empleo y contratación de servicios en la cadena agrícola.
La incorporación de tecnología en la cadena agrícola ha sido intensa en los últimos años, y nuevas herramientas han llegado para quedarse. Como toda tecnología a medida que se vuelva más usada seguramente será más accesible en su precio y, en consecuencia, si resultan útiles estos aparatos se volverán cada vez más comunes y sofisticados.
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