Paysandú, Domingo 05 de Julio de 2015
Opinion | 04 Jul Recientemente desde el Poder Ejecutivo se anunció que este año, y en carácter de prueba, no se aplicará el decreto que por resolución de la administración del expresidente Tabaré Vázquez establecía el adelanto del huso horario de nuestro país en una hora a partir de octubre y durante el verano, instituido en 2006.
Según declaró a EL TELEGRAFO el ministro interino de Turismo, Benjamín Liberoff, en gran medida la resolución obedece a que no existe en el país una crisis energética como en 2006, y a la vez se atienden viejos reclamos de la Cámara de Turismo del Uruguay, por entender que el adelanto de la hora causa severos perjuicios a las empresas que brindan servicios gastronómicos al turismo.
En declaraciones a EL TELEGRAFO, precisamente, el presidente de la Cámara de Turismo, Luis Borsari, y el titular interino de la referida cartera expusieron visiones coincidentes respecto a la revisión de la medida del adelanto de la hora, que por cierto no era solo un reclamo de los gastronómicos, sino de una mayoría de la población del Interior, sobre todo de los departamentos del norte del río Negro, afectados por la modificación de la hora debido a la crudeza del verano por estas latitudes.
En todo momento el gobierno esgrimió como argumento que el adelanto del huso horario tenía como motivación el ahorro de energía, una afirmación que por cierto no convence ni a un niño, porque el presunto ahorro, si realmente existía, era de una magnitud ínfima. En los hechos la intención era favorecer el turismo por la vía de la extensión del horario diurno.
Una incongruencia, por supuesto, desde que el turista lo primero que hace al llegar es desprenderse del reloj en tren de vacaciones, en tanto el real beneficio es para el funcionario del Estado, el burócrata que trabaja hasta las 5 de la tarde, etcétera, fundamentalmente capitalino, con una exigencia horaria que le permite contar con una tarde disfrutable con más horas de sol una vez terminado el turno.
Como contrapartida, el gran perjudicado ha sido el trabajador del Interior, del norte del río Negro, quien a menudo sufre las consecuencias del intenso calor hasta la madrugada, que no puede descansar en la noche por el agobio de la elevada temperatura y debe levantarse temprano para cumplir con su horario de trabajo. Tampoco puede tener por la misma causa el sueño reparador de la siesta, lo que se agrava con el adelanto de la hora, en tanto en el caso de las actividades rurales el trastorno es tal que lisa y llanamente no se adelanta el reloj, aunque se presenta el cuello de botella de los horarios de las gestiones que deben hacerse en la ciudad.
Es, por lo tanto, una buena noticia para el Interior que se revea la controvertida medida para dejar de causar inconvenientes a la población gratuitamente, por lo menos en este 2015, tras varios años de hacerlo con argumentos irrelevantes.
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