Paysandú, Martes 07 de Julio de 2015
Opinion | 02 Jul El uso racional y eficiente, de la energía así como el incremento de las fuentes de energía renovable son, desde hace algunos años, una política de estado en Uruguay.
En el caso de la energía eléctrica en particular, la oferta total ha presentado una tendencia creciente a lo largo de todo el período 2004-2014 y fue de 11.702 GWh para el último año, según datos del Ministerio de Industria y Energía.
En los años 2013 y 2014 no hubo importaciones de electricidad, situación que no se daba desde hace más de 20 años. En este sentido, cabe señalar que la política energética de diversificación de la matriz ha resultado en la incorporación de nuevas fuentes autóctonas de generación de electricidad, entre otras medidas.
Es así que, la participación de la energía eólica y la biomasa como insumos para la generación de energía eléctrica es creciente en los últimos años. Según el Ministerio de Industria, en 2014, el 93% de la energía eléctrica fue de origen renovable, mientras que el 7% de la electricidad se generó a partir de combustibles fósiles.
Entre las medidas que se vienen promoviendo a nivel del sector público, privado y residencial, también se encuentran las tendientes a aumentar la eficiencia energética, como una forma de reducir gastos y costos sin perder calidad de vida.
Los beneficios de instrumentar medidas de eficiencia energética son múltiples y todos ellos repercuten en nuestra vida cotidiana y en nuestros bolsillos, permitiendo reducir costos a nivel hogareño y empresarial.
Desde una perspectiva más amplia puede decirse también que contribuyen al desarrollo sostenible, reduciendo emisiones contaminantes y ayudan a evitar o postergar inversiones en generación de energía o disminuyen costos por la compra de la misma.
Desde 2009, con el objetivo de sensibilizar al sector público y privado y promover medidas eficientes y ambientalmente sustentables, el Ministerio de Industria y Energía convoca a participar en el Premio Nacional de Eficiencia Energética como forma de reconocer públicamente a las instituciones, organismos y empresas por sus esfuerzos y logros alcanzados en relación al ahorro y uso eficiente de la energía. En cambio, en el ámbito residencial aún no se cuentan con instrumentos permanentes de incentivo a la innovación tecnológica y los planes existentes --como el de Solar de UTE-- no han tenido el resultado esperado. Tampoco existen medidas que fomenten la eficiencia energética en forma permanente entre los consumidores, algo que sería oportuno y necesario teniendo en cuenta, por ejemplo, el considerable aumento de la demanda de energía eléctrica, tanto en momentos pico del invierno como el verano.
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