Paysandú, Sábado 11 de Julio de 2015
Opinion | 11 Jul La controversia suscitada en el seno del gobierno que encabeza el presidente Tabaré Vázquez a propósito de la suspensión de las obras del Antel Arena tiene diversidad de orígenes, pero sin duda el común denominador es la existencia de dos visiones ideológicas que tienen antagonismos y coincidencias en una diversidad de aspectos en el seno de la coalición de izquierdas.
Ello surge de posturas de sectores moderados del Frente Amplio que aparecen con puntos comunes con la socialdemocracia europea, por aludir a estereotipos ampliamente conocidos, y grupos que aparecen como ligados a posturas sesentistas y contestatarias, que apuestan a un Estado omnipresente casi del estilo de los desaparecidos regímenes comunistas y del exsocialismo real.
El Antel Arena es precisamente uno de los escenarios visibles de estas visiones, por cuanto por un lado el astorismo y los otros sectores moderados reconocen que hay leyes de la economía que no pueden violentarse sin consecuencias, so pena de caer en la inviabilidad de las políticas económicas y del propio país, y grupos alineados a grandes rasgos con el mujiquismo, que siguen pensando en que un país puede salir adelante a través de inversiones públicas.
Ante esta necesaria descripción respecto a como viene la mano en la alineación de los sectores que integran la coalición de izquierdas, es posible pasar a un análisis del porqué del controvertido proceso del Antel Arena, que tiene a dos posiciones enfrentadas, pero sobre todo donde hubo marcada intransigencia en el gobierno anterior cuando llevó adelante contra viento y marea el faraónico emprendimiento.
Es cierto, como ciudadanos del Interior no podemos menos que cuestionar frontalmente que se financie con dinero de la factura que pagan todos los uruguayos a Antel, un escenario deportivo y de convenciones que será para disfrute exclusivo de los montevideanos, y que por lo tanto es un capricho que debería ser financiado por la Intendencia capitalina o por concesión de ésta a inversores o promotores privados, como se ha mencionado como posibilidad recientemente.
Hecha la aclaración por lo tanto del carácter exclusivamente centralista y contra los intereses del Interior --el organismo no financia obras como el Florencio Sánchez y otros centros culturales en el Interior-- de la obra del Antel Arena, corresponde pasar a otros aspectos que están en el centro del debate, incluyendo el posible carácter inconstitucional de un proyecto en un área en la que Antel no tiene asignadas competencias y que ha sido observado en su momento por el Tribunal de Cuentas de la República.
Y la pregunta clave es porqué la Administración Mujica decidió iniciar de todas formas el proyecto que ha sido buque insignia de Carolina Cosse, actual ministra de Industria, Energía y Minería, en el ejercicio de la presidencia de Antel, justo semanas antes del cambio del gobierno, cuando la decisión que correspondía era dejar que el nuevo gobierno lo hiciera, y cuando había cuestionamientos del propio Danilo Astori sobre la oportunidad de la obra y reclamaba austeridad en el Estado.
Peor aún, ya habiendo asumido Vázquez y designado a Cosse como ministra de Industria, en medio de apelaciones a la austeridad del nuevo gobierno, y versiones sobre la posible suspensión de las obras, la ministra visitó el obrador junto a la entonces intendenta Ana Olivera, en lo que puede evaluarse como un desafío abierto a los lineamientos del Ministerio de Economía.
Tampoco estuvo feliz el gobierno en la forma de comunicación sobre la suspensión de la obra, porque en lugar de cortarlo de raíz mucho antes, le dio largas al tema y permitió que se generara ya un entorno de empresas y centenares de trabajadores en el lugar de emplazamiento, dando lugar a trascendidos sin una comunicación directa para evitar errores de interpretación.
El punto es que las prioridades son un aspecto fundamental en todo gobierno, y mucho más aún cuando estamos ante una crisis o una desaceleración ya marcada en la economía, y debe analizarse muy bien cómo se utiliza el dinero disponible.
Y como frutilla de la torta el expresidente José Mujica salió en las últimas horas a “aclarar” porqué se decidió durante su administración encarar el Antel Arena y porqué las empresas públicas siguieron gastando en presuntas inversiones, pese a que se sabía que el entorno internacional era cada vez más desfavorable: resulta que dejó que cada empresa decidiera por su cuenta y se actuara descoordinadamente, porque el Ministerio de Economía siempre es “machete” y no iba a aprobar determinados usos del dinero.
Precisamente aquellos polvos traen estos lodos, como sentencia el refrán, y así cada uno de los contribuyentes, el ciudadano común, quiera o no, hace siempre el papel del pato de la boda, por más declaraciones edulcoradas con las que se intente justificar el uso alegre del dinero de todos.
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