Paysandú, Lunes 13 de Julio de 2015
Opinion | 10 Jul Es comprensible el suspiro de alivio de los empresarios del sector lácteo de nuestro país, ante la buena nueva de que a través de una negociación directa entre el gobierno uruguayo y el de Venezuela, se ha llegado a un acuerdo que permita establecer mecanismos de pago de la deuda que mantiene la nación caribeña con empresas de nuestro país.
Como es sabido, los lácteos se han visto perjudicados seriamente por el cese de la exportación al mercado venezolano, teniendo en cuenta que se trata de partidas que ya habían sido colocadas, con altos costos de elaboración en materia prima y horas hombre invertidas, que no habían podido cobrarse.
Precisamente el titular de la empresa local PILI S.A. Dr. Homero Nolla, destacó al respecto en EL TELEGRAFO que es “una gran alegría” para todo el sector lechero, que estaba recibiendo una mala noticia tras otra en lo que refiere a su situación ante el escenario y perspectivas de los mercados internacionales, las bajas de los precios en la cadena agroindustrial lechera y costos exacerbados que hacen difícil producir.
Por el contrario, tras gestiones del presidente Tabaré Vázquez los empresarios del sector se encuentran con que además de acceder a condiciones para el cobro, se logra la reapertura de ese mercado con la perspectiva de muy buenas colocaciones en el período que va hasta diciembre.
El acuerdo implica que los productos lácteos serán adquiridos por la Corporación Venezolana de Comercio Exterior, dependiente del Ministerio de Alimentación, con la que los industriales uruguayos tendrán que negociar los precios y las condiciones de los volúmenes que fueron acordados con Caracas.
La intervención del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), da la pauta de que las autoridades ministeriales asumieron la realidad del sector, luego que los industriales, sobre todo de la elaboración de quesos, explicaran la gran dependencia de las ventas a Venezuela, y la situación en que quedaron tras el cierre de ese mercado y la deuda por las ventas ya efectuadas, con serias consecuencias sobre la ocupación de mano de obra y la actividad de los productores.
No puede soslayarse, en lo que refiere a la problemática de esta industria, que como la mayoría de los emprendimientos, está sufriendo los altos costos que tienen los emprendedores en Uruguay. Lo dejó en claro el propio Homero Nolla al señalar que “tenemos costos de producción muy altos, tanto a nivel de la producción primaria como la industrial, que solo permitía pagar los precios del litro de leche que se estaban pagando con la presencia de Venezuela importador”.
Pero sentenció que “no hay manera de producir leche a los precios que el mercado internacional paga por los productos que se obtienen a partir de la leche”, teniendo en cuenta los equipamientos industriales, los costos de la energía y de la mano de obra, que nos dejan fuera de competencia en el mercado internacional.
En cuanto a los elementos en consideración, hay aspectos significativos a tener en cuenta, y el primero, como señalábamos, es que se abre la posibilidad de que los exportadores de la industria láctea puedan cobrar los productos que han vendido y asegurarse un mercado por los próximos meses, cuando a la vez están prácticamente fuera de competencia en los mercados internacionales por los altos costos que aplica el país.
Pero a la vez habla a las claras de la problemática de la nación caribeña, asentada sobre un mar de petróleo, que no es capaz de elaborar siquiera los productos más elementales y se basa exclusivamente en los ingresos de su extracción petrolera.
La decisión del gobierno de Maduro de concretar este acuerdo en tan poco tiempo obedecería asimismo a su situación interna, porque este acuerdo comercial ayudaría a Venezuela a superar la escasez previamente a las elecciones.
Según el vicepresidente Raúl Sendic, Venezuela “estaba dispuesta a comprar todo lo que el país pudiera vender”, y que así como Venezuela incumplió en el pago a proveedores uruguayos, también se registraron incumplimientos de éstos con el Estado venezolano y que por ello el gobierno será responsable del control del cumplimiento de la alianza. “Es un mercado que hay que cuidar, porque Venezuela deja de comprar algunos productos en otros mercados y se juega a que Uruguay cumpla con este aprovisionamiento”, aseguró.
Pero los exportadores uruguayos, si bien celebran la gestión del gobierno, se cuestionan si será, como reza el dicho popular, pan para hoy y hambre para mañana. Carlos Steiner, secretario de la Cámara Uruguaya de Productores Avícolas, dijo a El País que su sector puede cumplir perfectamente con 9.000 pollos en seis meses, pero que sería bueno saber si en ese período “se acaba todo” o si, por el contrario, “pueden encarar planes de producción serios y de largo aliento. El sector tiene el problema de que una vez que detiene la producción, durante siete semanas más tiene pollos. Se faenan y si no hay mercado hay que ponerlos en el frío, que cuesta plata. Entonces nosotros necesitamos cierto horizonte económico para las decisiones. Entonces, ¿qué pasa después de diciembre? ¿Nos jugamos a armar el esquema de producción?”
“¿Qué pasa si en diciembre nos dicen no corre más. En 2013 lo vivimos. Firmamos un compromiso de venta y después nos dijeron que había que firmarlo de nuevo porque el anterior quedaba sin efecto”, recordó un exportador del sector lácteo, aunque también celebró el acuerdo porque los revitaliza en un momento “complicado”, en tanto la Unión de Exportadores del Uruguay entiende que está claro que el acuerdo es hasta diciembre porque está “determinado por las elecciones venezolanas. El gobierno quiere superar el desabastecimiento antes de las elecciones y tampoco puede comprometerse a futuro”, opinó el presidente de los exportadores, Álvaro Queijo.
Todo indica que por más que en esta coyuntura el acuerdo con Venezuela permite a varios exportadores zafar de una situación comprometida, la sostenibilidad de estas corrientes exportadores es por lo menos dudosa, y que la única solución válida es lograr que Uruguay vuelva a ser competitivo. Si ello no se logra, a la corta o a la larga seguiremos condenados.
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