Paysandú, Jueves 16 de Julio de 2015

El rescate por no hacer las cosas bien

Opinion | 15 Jul Este lunes los líderes de la zona euro lograron un acuerdo con Grecia para negociar un tercer plan de rescate por 86.000 millones de euros, lo que permitirá mantener a este endeudado país dentro del área monetaria, después de una cumbre de emergencia que se prolongó durante toda la noche.
Sin embargo, el intento de incorporar un nuevo elemento en la negociación a través del referéndum del domingo contra las condiciones impuestas por los acreedores internacionales liderados por Alemania no dio los resultados que esperaba el gobierno, y este revés podría poner más presión sobre el primer ministro de izquierda Alexis Tsipras, y fracturar su gobierno, con el agregado de nuevas protestas en Grecia ante la salida acordada.
“Claramente la Europa de la austeridad ha ganado”, dijo el ministro de Reformas de Grecia, George Katrougalos, quien acotó que “o aceptamos estas medidas draconianas o habrá una muerte repentina para nuestra economía porque los bancos continúan cerrados. De modo que es un acuerdo al que prácticamente estamos obligados”, dijo a la radio de la BBC.
Es que debe tenerse presente que si la cumbre hubiera fracasado, Grecia se habría encontrado al borde de un abismo económico, con sus bancos cerrados al borde del colapso y ante la perspectiva de tener que imprimir una moneda paralela y, con el tiempo, salir de la unión monetaria europea.
“El acuerdo fue laborioso, pero se consiguió. No hay ‘Grexit’”, dijo el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, después de 17 horas de negociaciones, y rechazó las sugerencias de que Tsipras había sido humillado al aceptar unas condiciones de amplio alcance y de inspiración alemana que siempre había prometido resistir.
“En este compromiso, no hay ganadores ni perdedores”, dijo Juncker. “No creo que el pueblo griego haya sido humillado, ni que los otros europeos hayan perdido el respeto. Se trata de un arreglo típico de Europa”, sostuvo.
Es que en esta “negociación” había una parte que --como quedó comprobado-- tenía la sartén por el mango, que era la UE, y por otra el gobierno griego, defendiendo una postura insostenible desde el punto de vista de las medidas económicas que proponía; pero lo que es mucho peor, sacando pecho con despliegues demagógicos y referéndum incluido contra los “malos” que no querían seguir manteniendo la corrupción y el despilfarro vergonzoso de dinero del gobierno griego.
El propio Tsipras, elegido hace cinco meses para terminar con cinco años de asfixiante austeridad, insistió en que él y su equipo “libraron una dura batalla”, pero tuvo que tomar decisiones difíciles y hacer mucho de lo que dijo que nunca iba a hacer, en sucesivas apariciones públicas ante los griegos.
Así, ha logrado un acuerdo condicional para recibir posiblemente 86.000 millones de euros en tres años, junto con la garantía de que los ministros de Finanzas de la zona euro podrían comenzar en cuestión de horas a debatir una financiación puente para Grecia hasta que esté listo el rescate, que necesitará aprobaciones parlamentarias.
El acuerdo está sujeto a que Grecia se apegue a un estricto calendario en el que aprobará reformas impopulares sobre el impuesto al valor agregado (IVA), las pensiones, recortes de presupuesto casi automáticos si el Gobierno incumple sus metas fiscales, nuevas normas de bancarrota y una ley de banca de Europa que podría ser usada para que los grandes depositantes asuman las pérdidas. Ya la canciller alemana, Angela Merkel, dijo que podría recomendar “con plena confianza” que el Bundestag autorice el comienzo de las negociaciones para conceder el préstamo a Atenas, una vez que el Parlamento griego apruebe el programa entero y promulgue las primeras leyes.
El documento acordado establece que los países del eurogrupo subrayan la “necesidad crucial de reconstruir la confianza con las autoridades griegas como prerrequisito” para un nuevo plan de rescate.
Entre los puntos clave que exigen los socios figura la reforma del sistema de pensiones y la apertura a la competencia de sectores como el del transporte marítimo o de la energía, así como una “revisión y modernización” del mercado laboral. También exigen una reforma de la oficina de estadísticas (Elstat), que había sido acusada de mentir los números a la comunidad europea.
La dureza en la postura de Alemania en las negociaciones obedece a que Grecia hizo todos los méritos para caer en la situación en que se encuentra, y encima se ofende cuando le exigen cambios radicales. Es que los gobiernos de izquierda y centro derecha de los últimos 20 años toleraron una serie de nocivas políticas estatales y corruptelas que terminaron por explotar las arcas públicas. Por ejemplo, cada partido que llegaba al poder lo hacía acompañado de un ejército de trabajadores que se sumaba al ya colapsado sector público, algo que no difiere mucho de lo que sucede en nuestro país. Al no poder despedir a empleados que estaban en planilla --igual que acá--, pues sus puestos estaban protegidos por la ley hasta su jubilación, en muchas oficinas se multiplicaban los empleados. Tanto es así que en Atenas, el Hospital Evagelismos llegó a tener en planilla hasta 45 jardineros para cuidar las cuatro macetas de su entrada, señala el diario El Comercio. En tanto, los empleados públicos de Grecia ganaban un promedio de 1.350 euros mensuales, casi el doble del salario mínimo de Grecia, y por encima del de los trabajadores del sector privado. Si lo comparamos con sus vecinos, el sueldo era 50% más que el promedio salarial de España, un país con un PBI más alto que el del Estado heleno.
Y como muestra de la “eficiente” gestión empresarial, basta recordar que el presupuesto del metro de Atenas era de 500 millones de euros al año, mientras que los ingresos apenas llegaban a los 90 millones de euros.
Es así que con su gran endeudamiento, enorme déficit fiscal y vivir una calidad de vida por encima de sus posibilidades, Grecia ya ha ingresado desde hace tiempo, a partir de las negociaciones e inyecciones de dinero de la UE, en un ajuste que ha resultado insuficiente, ante la magnitud del desfasaje, incluidos los compromisos financieros con la Eurozona.
El referéndum popular que rechazó la propuesta de la UE en realidad solo podía tener el desenlace negativo que tuvo, porque para eso precisamente lo convocó el gobierno: para tener un respaldo masivo en las urnas contra la propuesta de austeridad del plan de Unión Europea.
No hay salida sin una cuota de racionalidad y, por supuesto, austeridad y renunciamientos. Lamentablemente, como suele ocurrir, también el hilo se corta por lo más delgado, y habrá un costo social muy significativo, como contraparte de una bonanza económica que no era real. Pero llegó el momento de enfrentar la realidad, porque tarde o temprano, los números mandan; así sea en Grecia, la China o acá nomás, en Uruguay.


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