Opinion | 17 Jul El lugar vigésimo sexto no parece una mala ubicación, especialmente si se tiene en cuenta que coloca al país por encima de Argentina, Brasil, Nicaragua, Chile, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Jamaica, Panamá y Venezuela. Mucho mejor aún resulta cuando China ocupa el sexagésimo segundo lugar y la India el nonagésimo noveno, en una lista de 139 países.
Se trata del Ranking Global de Creatividad 2015, realizado por el Martin Prosperity Institute de la Universidad de Toronto, que combina distintos rankings de lo que llama las tres T del desarrollo económico: talento (porcentaje de graduados universitarios), tecnología (patentes registradas e inversión en investigación y desarrollo) y tolerancia (aceptación de minorías étnicas y orientaciones sexuales).
¿Cómo es posible que Uruguay tenga más gente creativa que China, sabiendo lo que uno y otro país representa en el concierto mundial? Probablemente, el hecho de que estamos más urbanizados, la migración a las ciudades y el rápido crecimiento de las clases medias pueden haber creado una mentalidad más abierta respecto a las minorías y a las personas que piensan diferente.
Y la tolerancia es una de esas tres T. Ahora bien, ¿es realmente la tolerancia un elemento que tiene que colocarse en igualdad de condiciones con el talento y la tecnología? Quizás sí, si se toma en cuenta que los dos países al tope del ranking son Australia y Estados Unidos, sean también los más tolerantes hacia las minorías étnicas y los gays. Pero a eso unen las otras dos T.
Si bien aún Uruguay está en un plano secundario en lo que refiere a tecnología, el ranking sí es importante en la medida que es evidente que los países que están abiertos a nuevas ideas también tienden a atraer a personas creativas de todo el mundo, que les dan una ventaja para ser más innovadoras.
De todas formas, un país tolerante no es automáticamente un país competitivo, pues le resta combinar esa tolerancia con la tecnología y un buen sistema educativo para ser competitivos. Uruguay tiene, indudablemente, inconvenientes a la hora de establecer una educación de calidad.
De todos modos, es cierto que en Uruguay y en toda América Latina hay una enorme reserva de talento que le da una potencial ventaja competitiva sobre China, India y también Corea del Sur. Si los países latinoamericanos mejoraran sus bajos niveles de calidad educativa e invirtieran en innovación, sus ingresos podrían dispararse muy pronto y superar a las economías emergentes más exitosas del mundo.
Probablemente hay cierta distorsión en este ranking, pues Corea del Sur, muy abajo en el Global de Creatividad, tiene un muy alto ingreso anual per cápita (33.500 dólares), bastante mayor que el de Uruguay (15.000 dólares). Esto se debe a su sistema de educación exigente y su notable inversión en innovación.
Aquí hay grandes posibilidades para el crecimiento. Hay que seguir el camino de las naciones que en este ranking aún están por debajo de nosotros. La manifiesta tolerancia y el talento deben ser apoyados por un aumento en tecnología. Para seguir creciendo.