Paysandú, Viernes 24 de Julio de 2015
Deportes | 19 Jul El día después de que Alcides Ghiggia se despidió de este mundo justo cuando se recordaban los 65 años de haber convertido el gol con el que Uruguay consiguió su mayor gesta deportiva en la historia con el inigualable Maracanazo, en Toronto la sanducera Dolores Moreira se colgó la medalla de plata del torneo de Laser Radial de los Juegos Panamericanos.
"Lola", con solo 16 años, selló con la medalla de plata el excelente rendimiento que logró a lo largo de varios días de competencia, navegando frente a deportistas de gran experiencia internacional y de mayor edad. La sanducera fue, en definitiva, la nena que le brindó a Uruguay la primera medalla panamericana en esta versión 2015 de los Juegos. Y quien fuera abanderada de la delegación celeste en estos Juegos ante la ausencia de Déborah Rodríguez ahora es, por si fuera poco, la medallista uruguaya de menos edad, y la primera clasificada a Rio 2016. ¿Qué tendrá que ver Ghiggia con el logro de Moreira? Mucho. Quizás demasiado. Porque Ghiggia y aquella selección de fútbol de 1950 fue la que le hizo creer a las futuras generaciones, y sobre todo a los deportistas celestes de la disciplina que sea, que se le puede ganar a cualquiera. Eso es, nada más y nada menos, que la famosa garra celeste. O quizás sea en realidad una irresponsabilidad bien entendida.
Nadie puede dudar de la buena madera del deportista uruguayo. Pero el mundo entero sigue sin entender como en este pequeño país, en el que el apoyo es prácticamente inexistente, en el que se va deportivamente a contramano del mundo, en el que prepararse significa hacerlo en base al esfuerzo personal, se puede a veces romper todos los esquemas; pelear con éxito contra lo imposible.
Moreira no es otra cosa que un combo de todo eso. Es la muestra de la buena madera del deportista uruguayo; pero no de ahora, sino desde hace varios años por si algún distraído recién se entera. Es el reflejo del esfuerzo diario del atleta celeste; pero no de ahora que tiene una medalla resonante, como otras tantas en su haber que para algunos pasaron desapercibidas.Es la muestra de querer superarse y de demostrar que se puede, aunque el apoyo le haga cintura y pase por el costado, y sea el esfuerzo de la familia el que ponga los hombros a ese querer ir contra la corriente. Ayer "Lola" volvió a ser todo garra. O irresponsabilidad.
Volvió a pelear contra las mejores, las que tienen varios años más encima en la cédula y en experiencia, las que no son ignoradas en su tierra, las que tienen todo el apoyo.
Contra las que entrenaron semanas y semanas en la cancha, las que viajaron con su barco y no tuvieron uno alquilado al que hubo que masillar y lijar en la previa. A las que no le perdieron y rompieron el timón en el viaje, atrasando la posibilidad de bajar al agua.
Pero sacó a relucir, como hacen todos los deportistas uruguayos, esa semilla plantada por los campeones de 1950: la del creer que se puede ganar siempre, contra todo y contra todos. Y tuvo su premio. Su premio personal; el suyo y el de su familia. Aunque ahora, y como siempre, varios se quieran colgar la medalla. Acá y del otro lado del Santa Lucía. STB
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