Paysandú, Sábado 25 de Julio de 2015
Opinion | 25 Jul Aunque en un proceso gradual, y por lo tanto en una forma que no llega a ser traumática, el reajuste en el valor internacional del dólar se ha consolidado también en Uruguay, y lo mismo ocurre en nuestros grandes vecinos, es decir Argentina y Brasil, cada uno con sus propias complejidades internas y realidades que reflejan un impacto diferente, pero no por ello habrá de pasar desapercibido.
En los aspectos macro, sin duda Uruguay es el país más dolarizado de los tres --en Brasil prácticamente no se maneja el dólar a nivel popular y en Argentina siguen las restricciones para acceder a la divisa-- y por lo tanto se internalizan rápidamente los cambios que se registren en la cotización, con repercusión más o menos inmediata en los precios en pesos, aunque ello varía de acuerdo al rubro.
Debe tenerse presente que durante varios años la divisa estuvo “planchada”, es decir que se ha registrado un desfasaje entre la inflación en pesos y el dólar estático, lo que a su vez ha traído aparejado inflación en dólares, con el consecuente reajuste de salarios en la moneda norteamericana.
Los sucesivos gobiernos sin excepción han utilizado el dólar como un “ancla” para la inflación en pesos, es decir como contención artificial de los valores de productos transables, pero esta situación resulta insostenible cuando igualmente se dan incrementos de precios y al mismo tiempo se registra déficit fiscal, como ha venido ocurriendo en nuestro país.
Así, en un período de dos años y medio el dólar ha pasado de 19,50 a más de 28,50 pesos en la actualidad, lo que ha significado un incremento del orden del 44 por ciento, de los cuales un 15 por ciento solo en lo que va de 2015. Una consecuencia inmediata ha sido un parate en la demanda de bienes importados, empezando por los automóviles cero kilómetro y siguiendo por otros bienes prescindibles que dependen directamente del valor de la divisa, como es el caso de televisores, equipos de audio, informática y electrodomésticos en general, pero sin olvidar que también están de por medio repuestos y materias primas de importación, entre otros artículos.
Por lo tanto, el “ancla” de contención ha empezado a zafar y consecuentemente se han comenzado a disparar precios, primero aquellos directamente relacionados con las importaciones pero luego sigue de los demás y mucho más cuando al mismo tiempo Ancap ha subido el valor de los combustibles y las empresas públicas, con serios problemas de gestión, han aumentado tarifas en forma generalizada y los sindicatos del Estado ya están pujando por mayores incrementos en el Presupuesto Quinquenal.
Es, por lo tanto, un momento en el que el gobierno debe dar señales inequívocas de que tiene la situación bajo control, que está a tono con las circunstancias, que no solo habla de austeridad sino que también la practica.
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