Paysandú, Viernes 31 de Julio de 2015
Opinion | 31 Jul Esta semana, sorpresivamente el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), doctor Luis Almagro, fue sometido a “fuego amigo” procedente de gobernantes de un país --Venezuela-- con el que durante su gestión al frente de la Cancillería de José Mujica fue prácticamente compañero de ruta por afinidad ideológica.
Ocurre que en su rol de secretario de la organización interamericana, Almagro debe cumplir con una tarea que trasunte equidistancia de rivalidades políticas e ideológicas --por lo menos así debería ser-- en los países que integran la OEA, pero desde Caracas no se le perdonaron actitudes supuestamente inamistosas que tuvo cuando era canciller uruguayo y ahora como secretario general.
En este caso el presidente venezolano Nicolás Maduro criticó fuertemente a la OEA al mismo tiempo que formuló un requerimiento de apoyo al plan de tratamiento oftalmólogico cubano, y destacó: “Le he propuesto al papa Francisco, y le propongo a Obama también (...), ahora que ha dado pasos importantes de respeto a nuestra hermana Cuba, y mientras levanta el bloqueo y regresa Guantánamo”, fortalecer la “Misión Milagro”, y aseguró que en diez años ese plan de salud ha operado gratuitamente a cuatro millones de personas.
Dijo que con el apoyo de Colombia, EE.UU. y del Vaticano el plan de la ALBA se fortalecería y podría “ir a sanar y devolverle la vista a otros cuatro, seis o siete millones de hombres y mujeres que están esperando en América Latina y en el Caribe”.
Pero como no hay peor astilla que la del mismo palo, imprevistamente Maduro se preguntó luego si el secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, ha previsto hacer algo similar tras sostener que al asumir el cargo en mayo pasado dijo que iba a cambiar el rol del ente continental. Inmediatamente después, Maduro pidió que se le pregunte telefónicamente “si va a trabajar para América Latina y el Caribe o para Washington. Aquí no se puede estar bien con dios y con aquello. O se está con los pueblos o se está con el imperio. Así de sencillo. Díganselo a Almagro de parte mía”, pidió a funcionarios presentes en el acto.
“Es importante aclarar” si Almagro “va a impulsar la democracia, el respeto a los pueblos y a condenar las conspiraciones o va a seguir el mismo jueguito (...), la misma línea intervencionista de la derecha y de (el chileno José Miguel) Insulza”, su antecesor al frente de la OEA, agregó el gobernante venezolano.
Poco antes, Almagro se había reunido con Capriles, quien pidió que la OEA envíe observadores electorales a los comicios parlamentarios de diciembre próximo.
Paralelamente, un fuerte llamado fue hecho por el grupo de legisladores de varios países que visitó Caracas la semana pasada, con el propósito de entrevistarse con el líder opositor preso, Leopoldo López, lo que les fue impedido.
La “Declaración de Caracas”, firmada por senadores de España, Perú y Uruguay, cuestionó la inhabilitación de candidatos para las elecciones legislativas de diciembre, pidió la liberación de los presos políticos, exhortó a las autoridades electorales a implementar condiciones justas y transparentes al proceso, y pidió la aceptación de observadores internacionales.
El dos veces candidato presidencial de la oposición venezolana Henrique Capriles criticó a su vez las “indefendibles” posiciones del gobierno de Nicolás Maduro y pidió a la OEA el envío de observadores a las elecciones legislativas de diciembre, con el fin de garantizar su “transparencia”. “Las posiciones del gobierno son indefendibles, por eso está encerrado, no quiere que vaya la OEA (...) El gobierno debería ser el primer interesado para garantizar que sean los venezolanos quienes decidan el futuro del país”, aseguró Capriles tras reunirse con Almagro, en Washington.
Durante el encuentro, de dos horas de duración, Capriles indicó que había ilustrado a Almagro sobre la “situación explosiva” que vive actualmente Venezuela, con una elevada inflación y problemas de desabastecimiento. El opositor venezolano señaló que hay tiempo hasta “finales de setiembre” para que se establezca una misión de observación, ya que “no se puede dar dos días antes”.
Tras los ataques de Maduro a Almagro, el vicepresidente de Desarrollo del Socialismo Territorial y ministro de Comunas venezolano, el chavista Elías Jaua, acusó al secretario general de la OEA, de ser un “antivenezolano” y un “traidor” de la unión Suramericana.
Almagro “es un antivenezolano, lo ha demostrado, y soy testigo como vicepresidente que fui, como canciller que fui, de sus actitudes hostiles contra nuestra patria y contra la voluntad mayoritaria del pueblo venezolano”, afirmó Jaua en rueda de prensa, sumando así su voz a las críticas formuladas antes por el presidente Nicolás Maduro.
El excanciller venezolano y ministro de las Comunas aseguró que durante su gestión como canciller de Uruguay, el secretario de la OEA demostró ser contrario a los intereses de la nación petrolera.
Según Jaua, en 2012, cuando Paraguay fue suspendido del Mercosur y con ello se eliminó “la única traba” para el ingreso de Venezuela al bloque, el entonces canciller uruguayo intentó impedir la entrada de Caracas al organismo.
Almagro “intentó obstaculizar el pleno ingreso de Venezuela al Mercosur y fue derrotado por la voluntad decidida de los propios presidentes que lo pusieron en su sitio”, reveló, sin asumir que Almagro oponía reparos porque se estaba violentando --como efectivamente ocurrió-- la legalidad por motivos político-ideológicos de los presidentes de Uruguay, Argentina y Brasil.
Pero sobre todo, los argumentos del populismo venezolano reflejan inequívocamente el carácter intolerante y autoritario del régimen, porque como ocurre en las tiranías de cualquier signo, todo aquel que pida transparencia o garantías democráticas, así como respeto por todas las opiniones es considerado un traidor, enemigo del país y en este caso especial, un aliado del “imperio”, un argumento recurrente utilizado por Maduro y su antecesor Hugo Chávez para justificar la represión y las violaciones a los derechos humanos que se cometen en su país.
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