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Paysandú, Miércoles 05 de Agosto de 2015

El dolor de ya no ser

Opinion | 05 Ago Todo cambio produce cambios, diría Perogrullo. Es claro entonces que al ingresar una nueva administración en el gobierno departamental se produzcan algunos cambios, más que simplemente la identidad de quienes toman en sus manos el poder en el departamento.
Hay, ciertamente, un nuevo equipo de gobierno para cuyos integrantes --en su mayoría-- todo es novedad, pues también para ellos la función pública es nueva. No para todos, pero sí para la mayoría. Por tanto, en esa novedad surge siempre la idea de que lo que se hace es “desde ahora”. Con sapiencia, el intendente departamental ha subrayado que no hay nada de fundacional en su acceso al poder departamental. Y así de cierto es, más allá de que aun desde algunas direcciones se escuchen ingenuos razonamientos de la cantidad de trabajo que ahora se realiza. Mejor, peor o igual, esa cantidad de trabajo se hace desde tiempo en lontananza.
Pero hay a quienes los cambios los afectan de manera directa y concreta, sin ser políticos. Y sin pertenecer a ese grupo de privilegiados asalariados que pueden, de todas maneras, aguantar el chaparrón de una pérdida laboral esperada porque, en definitiva, su cargo era evidentemente de confianza partidaria.
Son los trabajadores simples y corrientes que ingresaron a la Intendencia aprovechando un gobierno y probablemente votando por él. O probablemente, no, porque no hay cámaras de video en los “cuartos secretos” y aún resulta imposible saber qué vota quien, diga lo que diga, parezca lo que parezca.
Son esos eventuales, que aprovecharon la oportunidad de acceder a un empleo, eso que aunque las estadísticas oficiales no lo certifiquen, aumenta sin cesar, al mismo tiempo que el trabajo parcial, zafral o por changas. Eventualmente encontraron una luz en el camino y un trabajo en una administración que desandaba su último trabajo. Y que no tuvo --aunque no por gran diferencia-- el respaldo de la ciudadanía para iniciar otro período.
Y son esos eventuales los que, precisamente, sufrirán más que nadie la pérdida de sus empleos. Por haber ingresado en un período que se considera de sensibilidad político-partidaria, cuando los políticos aparecen más dispuestos a ofrecer trabajo, dejando en claro que esperan el agradecimiento en la urna.
No es que el actual gobierno haga algo impropio, inesperado o inhumano. Especialmente porque antes de ser elegidos dijo que eso iba a hacer en caso de ser gobierno. Lo es y cumple con lo que dijo. No hay nada turbio en su proceder.
Pero incluso así, como sanduceros, como gente de este lugar, duele saber que esos hombres y mujeres en poco menos de un mes dejarán de percibir un salario que servía para el sustento de sus familias. Son las verdaderas víctimas de los tejes y manejes políticos. Y son víctimas, además, de fuego amigo, porque en realidad --con la razón esgrimida desde la lucha electoral-- este gobierno dejará sin trabajo a parte de su gente, porque sanduceros somos todos.
Incómoda posición. Muy incómoda.


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