Paysandú, Viernes 07 de Agosto de 2015
Opinion | 07 Ago El nuevo escenario internacional y las consecuentes complicaciones en las economías regionales no es un hecho novedoso, sino que por el contrario, con elementos nuevos y viejos, se reedita una y otra vez, a intervalos irregulares. Sin embargo, los países involucrados se enfrentan a estas coyunturas con los mismos vicios de gestión y vulnerabilidades de siempre, como regla general.
Ello explica que, como diera cuenta EL TELEGRAFO, la Federación de Asociaciones Rurales del Mercosur ampliado (FARM), reunida en el marco de la Exposición Rural de Palermo efectuada en Buenos Aires, propuso a los gobiernos de la región que aún no han adoptado acciones, instrumentar medidas anticíclicas que promuevan las exportaciones, eliminen restricciones al comercio exterior, reduzcan la presión tributaria, apoyando financieramente al campo y modernizando la infraestructura. Durante la 129ª Exposición de Ganadería, Agricultura e Industria Internacional 2015, se reunió la citada federación, que es integrada por las entidades gremiales que representan al sector agropecuario de los países de la región, instancia en la que consideró aspectos sanitarios, comerciales y de funcionamiento del bloque regional.
Un punto que ocupó buena parte de las deliberaciones fue obligatoriamente el análisis de situación y expectativas en el escenario internacional, que entre otros aspectos ha irrumpido con menores precios y que tendrá un fuerte impacto en Latinoamérica.
La FARM evaluó que tras una década con precios atractivos para los productos agropecuarios, consecuencia de la elevada liquidez internacional, la demanda asiática y por biocombustibles que solo algunos países de la región supieron aprovechar, se ha ingresado en un nuevo escenario de precios sustancialmente menores que está impactando negativamente en la región a través de un menor ingreso de divisas y poniendo en riesgo la viabilidad de las inversiones y producciones de los principales productos alimenticios y exportables de la región.
Estos cambios repercuten en cadena en una serie de áreas, sin duda, empezando por la estructura productiva en cada país, con mayor impacto en las zonas alejadas de los puertos y las producciones regionales donde el costo de flete tiene una elevada incidencia.
Un factor agravante para estos mayores costos logísticos, como hemos señalado en más de una oportunidad desde esta página editorial, lo constituye la instrumentación de políticas expansivas del gasto público y a consumir los ingresos adicionales por la coyuntura positiva por gobiernos que piensan en la siguiente elección y no en los beneficios de medidas de mediano y largo plazo.
La FARM precisamente indica que entre otros aspectos negativos figuran políticas que conllevan restricciones al comercio exterior, impuestos a la exportación y presión tributaria récord, lo que genera un escenario todavía más adverso a las condiciones de la coyuntura.
Igualmente, las gremiales reafirmaron el fuerte compromiso que tienen los productores de la región con la producción de alimentos, fibras y energías renovables de forma sostenible para atender la demanda regional e internacional, pero a la vez consideraron que los condicionamientos que se están planteando a la producción y comercio agrícola, sin sustento científico, vinculados a aspectos medioambientales, cambio climático, entre otros, de no ser revisados podrán generar fuertes caídas a la producción y comercio.
Y entre otros elementos no menos importantes, es de destacar la profunda preocupación por el aislamiento del Mercosur en el ámbito de los acuerdos de comercio, lo que es un factor limitante para la consolidación de negocios de envergadura e ingresar a mercados de los que los productos de la región son desalojados por naciones o bloques que tienen acuerdos preferenciales.
En este sentido, la FARM considera imperioso encaminar negociaciones comerciales y lograr la inserción regional en el comercio mundial, a la vez de considerar que de fructificar próximamente en un acuerdo las actuales negociaciones con la Unión Europea, donde se debe reflejar en forma equilibrada los intereses de los dos bloques, se logrará una señal de relevancia para retomar el camino indicado.
Precisamente, en refuerzo de este concepto, las gremiales de la región señalaron que la actual situación del funcionamiento del Mercosur no contribuye a lograr los objetivos que definen su constitución como bloque en los ámbitos económicos y sociales: “Durante los últimos años, el proceso de integración se encuentra en una fase de retroceso, lo que refleja una profunda crisis donde priman los intereses locales sobre la visión estratégica regional. En particular, para el ámbito rural, queremos destacar la necesidad de que el Mercosur asuma como prioritario el impulso al desarrollo agrícola, económico y social de los Estados Parte, contemplando los intereses comunes de los productores rurales de la región y de esta forma contribuir a alcanzar los objetivos de desarrollo regional e integración productiva”, señaló en su comunicado.
Estas conclusiones de gremiales que constituyen columna vertebral de países que son de neta base agropecuaria en sus economías, como es el caso de Uruguay, no deben caer en saco roto, porque por encima de intereses particulares responden a una concepción integral de la economía respecto a preservar las fuentes de generación de riqueza, pero a la vez abriendo caminos para potenciar el acceso a los principales mercados mundiales.
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