Opinion | 08 Ago La búsqueda de la eficiencia, en el área que sea, es un factor que resulta diferencial en los tiempos que corren, cuando ya nos encontramos con que los recursos naturales son cada vez más costosos por el crecimiento de la demanda y la población mundial, y porque aquel que utilice más recursos que los que realmente necesita por efectos del desperdicio o desaprovechamiento, está generando mayores costos, cuando se trata de producción de bienes y servicios, y puede quedar fuera de competencia en un mundo donde nadie regala nada.
Y en el caso doméstico, de no buscarse la eficiencia se estará también engrosando la factura y generando gastos que podrían evitarse y distrayendo recursos que podrían destinarse a satisfacer otras necesidades y eventualmente ahorrar de cara a otros compromisos.
La eficiencia es por lo tanto un objetivo plausible en toda circunstancia, y se ha hecho imprescindible con el paso de las décadas, como es un claro ejemplo, por citar un caso por todos conocido, que los automóviles son infinitamente más eficientes que los de hace 20 o 30 años, con mayor rendimiento en la relación con el consumo, así como menos contaminantes, entre otras consecuencias beneficiosas de la evolución tecnológica.
En lo que refiere a la energía, precisamente, estamos ante un desafío que se plantea a lo largo de los tiempos, pero con mayor énfasis en la actualidad y mucho más aún lo será en el futuro, porque cada vez tenemos a más gente disputándose el consumo de lo que se dispone como recurso natural o se genera.
En este contexto debe evaluarse positivamente que el gobierno haya aprobado un plan de eficiencia energética para optimizar recursos, que comprende el período que va hasta 2024, de acuerdo a lo anunciado por la ministra de Industria, Energía y Minería, Carolina Cosse.
Según informó la ministra, el plan comprende medidas generales y medidas sectoriales, entre las que se encuentran la promoción de herramientas financieras y educación para mejorar la eficiencia en este ámbito.
La secretaria de Estado expresó que el plan no implica solo ahorro energético sino que apunta a “la optimización” de su uso y en este marco se implementarán planes para mejorar la eficiencia en el sector público.
En ese sentido acotó que se comenzará el “etiquetado” de edificios que hagan una utilización eficiente de la energía, lo que se llevará a cabo en coordinación con el Ministerio de Vivienda y con la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República.
La meta del gobierno incluye entre otros aspectos que en los próximos 10 años haya 50 mil familias que usen colectores solares en sus casas, que 8% de los vehículos livianos sean híbridos y eléctricos, y que la mitad del alumbrado público cuente con tecnología led de bajo consumo. Esas son algunas de las líneas de trabajo planteadas en el Plan de Eficiencia Energética 2015-2024 que tiene como objetivo disminuir el gasto en consumo de energía en el país en 45%.
La meta oficial pasa por evitar el consumo de 1.690 kilotoneladas equivalentes de petróleo (kTep), que representan un ahorro de casi la mitad del consumo total de energía registrado en 2012 (año referencia), mediante la aplicación de medidas de eficiencia. Entre los beneficios mencionados, se busca bajar el gasto de los hogares “sin que pierdan calidad de vida”, reducir costos en las empresas y permitir “holgura” en los plazos para la realización de nuevas inversiones para la generación de energía.
El documento señala que los sectores residencial y de transporte son en particular los que más aportarán a esa reducción de consumo proyectado, con un peso de 75% en el acumulado, en tanto en el sector residencial se prevé una atenuación en el consumo de todas las fuentes de energía, en especial de electricidad y de leña.
Paralelamente, se proyecta un aumento de participación de la fuente solar, en particular para el calentamiento de agua por medio de colectores solares térmicos, mientras que en lo que refiere a la leña, se buscará que la cuarta parte de los hogares que se calefaccionen con ese energético lo hagan con estufas eficientes de alto rendimiento.
En el caso del transporte, la idea central es procurar la sustitución de los combustibles por la electricidad, es decir reduciendo el consumo de gasoil y de las naftas, lo que se lograría con el impulso de nuevas tecnologías en el recambio de la flota de vehículos, según el plan.
Así, al terminar 2024 se considera que el 30% del parque de taxis funcionará con fuentes no tradicionales --híbridos, eléctricos y gas natural vehicular--, en tanto para el resto del parque vehicular liviano se espera que la penetración de esas tecnologías llegue a 16% del total.
Asimismo, en áreas como el comercio y los servicios, que consumen casi exclusivamente energía eléctrica, se procurara extender la instalación de colectores solares, que alcanzarían 30% del total previsto para el país en 2024 --150 mil metros cuadrados de paneles--.
En apoyo a esta reconversión, un paso fundamental es el del crédito dirigido, y de acuerdo al gobierno se promoverá una oferta de instrumentos económicos y financieros para apoyar a las empresas, con la “generación de un cambio cultural” y la aplicación de medidas para la gestión de la demanda en el sector residencial, a través de diseñar mecanismos financieros para impulsar el recambio de equipamiento, con prioridad en los que representan una fuerte carga para la economía de los hogares.
Estos elementos, que requieren naturalmente ser aterrizados para que en la práctica respondan a lo positivo que aparentan en los papeles, también necesitan de un complemento en materia de construcciones, tanto en el caso de edificios para funcionamiento de empresas como para viviendas, para lo que ya hay normas vigentes, pero sería un elemento adicional muy necesario el profundizar el instrumento en el área de la construcción, mediante créditos, disponibilidad de materiales y asesoramiento, para que la eficiencia empiece por requerir menos sistemas de calefacción y enfriamiento, como punto de partida fundamental.