Opinion | 09 Ago Sin dudas que la gestión del canciller Rodolfo Nin Novoa se enmarca en parámetros diferentes, en gran medida debido a la impronta del nuevo gobierno --que se sostiene en una visión más desideologizada que la que encabezó José Mujica y fue secundada por el excanciller Luis Almagro-- y es saludable que las negociaciones que responden al intercambio comercial y las relaciones con otros países tengan un carácter más profesional, respondiendo a las tradiciones del país.
En cuanto al intercambio comercial, a esta altura nadie puede creer que estando ante gobiernos amigos o con afinidades ideológicas se podrá tener un mejor perfil para colocar productos, porque ya se sabe cómo nos ha ido en el Mercosur y cómo se ha comportado por ejemplo Argentina, en salvaguarda de sus intereses, que no ha vacilado en restringir el acceso de productos uruguayos a sus mercados, violando la letra y el espíritu del acuerdo que rige el funcionamiento del bloque regional.
Precisamente al evaluar el escenario en el que se enmarca el intercambio regional y mundial, el canciller Nin Novoa consideró que es necesario concretar acuerdos comerciales para no quedar relegados en el mundo --a pesar de tener actualmente 170 mercados abiertos-- y dijo estar preocupado porque Australia pasará de exportar U$S 800 millones en carnes a U$S 11.000 millones mediante el acuerdo comercial con China.
El secretario de Estado disertó en las últimas horas en la Asociación Rural de Soriano, en un encuentro organizado por la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE) y advirtió sobre la necesidad de avanzar en acuerdos de libre comercio con otras regiones y hacerlo "sin estereotipos".
Entre otros aspectos hizo hincapié en que Uruguay paga 660 millones de dólares por año en aranceles, y evaluó que deben buscarse caminos para reducir este costo adicional que se impone como barrera a nuestros productos, buscando alternativas en las negociaciones.
Sobre las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) para avanzar hacia un acuerdo de libre comercio, indicó que en la próxima reunión del Mercosur las deliberaciones serán más bien de carácter técnico “y vamos a hablar de las trabas que tenemos entre nosotros con las listas no arancelarias, y vamos a empezar a trabajar sobre las listas que le vamos a presentar a la UE para ese Tratado de Libre Comercio que estamos buscando”.
Puntualizó que “todos los países queremos hacer ese acuerdo y tengo expectativas de que salga. Quiero ver también, porque no voy de ojos cerrados, cuál es la oferta que nos hace la UE. El TLC tiene que integrarse con el 90% de los bienes que se comercian. Si el 10% que queda afuera, son los productos agrícolas europeos, a nosotros no nos sirve. Insisto, si van a proteger lo agrícola, no le vamos a abrir un mercado para que ellos nos cierren lo que a nosotros nos interesa”.
Asimismo consideró Nin que la idea de negociar a dos velocidades es una alternativa, pero que la prioridad actual es hacerlo en bloque, aunque “si hay dificultades, plantearemos otra vez lo de las dos velocidades”. Pero el canciller dijo que no se puede desconocer la realidad de que el comercio del Mercosur es ínfimo a nivel mundial y subrayó que en materia de TLC a nivel global, “del 50% el Mercosur sólo participa con el 1%. Además tenemos tratados con países muy respetables pero que no son los grandes demandantes de alimentos. Hay otros países que son mucho más demandantes a los cuales les vendemos por afuera pero para entrar hay que pagar aranceles. En definitiva, de lo que se trata es de mejorar el acceso a todos los mercados que hemos conseguido gracias al esfuerzo de productores, industriales y la sociedad toda. Tratamos de que no se paguen tantos aranceles, porque es dinero que al final se distribuye”.
Reconoció que hay una desaceleración de la economía china y la región está complicada por el escenario económico en Brasil y Argentina, con la salvedad de que Uruguay no ha entrado en recesión y en cambio sigue creciendo, aunque en forma más lenta: “hay un poco menos de circulante porque los precios de nuestros productos han bajado en el mercado internacional y a eso hay que sumarle un poco la sequía. No es para dramatizar, es para preocuparnos obviamente y tratar de tomar las medidas precautorias correspondientes, pero lo veo con optimismo”.
El punto es que al no tener acuerdos de libre comercio ni tratamientos preferenciales en grandes economías o bloques, el impacto de la desaceleración internacional resulta más serio en economías tan vulnerables colmo la nuestra, desde que el país sigue fuera de los grandes flujos comerciales y --como señalaba el canciller-- mientras el mundo se mueve en la macronegociación entre grandes bloques, y la mitad del comercio se realiza a través de tratados de libre ingreso, Uruguay sigue atado a un Mercosur que no funciona ni hacia el interior ni hacia el exterior.
Lo evaluó en términos precisos Nin Novoa al señalar que “tenemos que mejorar nuestro acceso a una zona de libre comercio en la región primero y después salir a hacer acuerdos ventajosos que permitan ahorrarnos parte de los U$S 660 millones que pagamos todos los años por concepto de aranceles. Para esto precisamos creatividad, innovación, cierta audacia con sensatez para salir al mundo porque nadie va a venir a buscarnos y discutir las cosas que hay que concretar. Hay que hacerlo sin estereotipos”.
Y el ejemplo que tenemos por el reciente tratado entre Australia y China para el mercado cárnico es contundente, por cuanto en unos años, cuando ese tratado esté en pleno vigor, pasarán de exportar U$S 800 millones a U$S 11.000 millones de carnes, con el agregado próximo de un incremento en la venta de lácteos y lana.
Se trata nada menos que de un competidor directo en estos productos primarios, que son la base de la economía uruguaya, lo que da la pauta de la imperiosa necesidad de buscar canales de dinamización del intercambio, evitando el encarecimiento por aranceles que se conjuga con el alto costo país para ir dejándonos fuera de los mercados.