Paysandú, Miércoles 19 de Agosto de 2015
Opinion | 12 Ago El escenario que se desprende de la crónica publicada en EL TELEGRAFO respecto al problema que particularmente enfrenta la empresa Midgold --pero asimismo la producción de arándanos en especial--, ilustra sobre el desafío permanente que asumen los empresarios en Uruguay y en cualquier lugar del mundo, fundamentalmente los que compiten en la exportación, aunque es también extrapolable al mercado interno, donde la sobrevivencia de la fuente de trabajo depende asimismo de mercados en competencia.
Tal como publicáramos en nuestras páginas la empresa sanducera Midgold sigue en problemas y los empresarios han decidido que si no se concreta la comercialización antes del inicio de la zafra de cosecha de octubre, se efectuará la correspondiente poda de las plantas que ocupan el área.
Este emprendimiento productivo data de hace poco tiempo, en realidad, y responde a la iniciativa de capitales argentinos y uruguayos. Está ubicado unos dos kilómetros al norte de la localidad de Chapicuy, es considerado pionero en volumen de producción de arándanos del país y establecimiento modelo, referente en su gestión y sistema productivo, pero ha detenido todo el andamiaje productivo desde principios de 2015, al considerarse “inviable la posibilidad de reconversión”.
Actualmente permanecen trabajando en el emprendimiento siete funcionarios dedicados específicamente a la tarea de mantenimiento de la infraestructura, que incluye las plantas, caminería interna, control de las cámaras y los laboratorios.
Entre otros aspectos que condicionan su viabilidad, figura que el 70% de los costos corresponde a mano de obra y desde 2005, cuando se inició la producción hasta el presente, los sueldos subieron 410 por ciento en dólares, de acuerdo a los datos de la empresa.
Es decir que hay dos aspectos negativos coadyuvantes en este emprendimiento: la producción de arándanos requiere mucha mano de obra, en todas sus etapas desde la implantación, y en el Uruguay, en menos de una década los salarios se multiplicaron por cuatro en dólares en el sector, a lo que debe agregarse que también en numerosos insumos han tenido también un crecimiento en dólares.
Como agravante, tenemos que los precios internacionales en dólares no se han modificado en ese mismo período, lo que indica que ha habido mayores costos pero no mejores precios, mientras al mismo tiempo han crecido los valores internos por efectos de la inflación, y con dólar subvaluado, como se ha mantenido durante varios años, a la hora de traducir la divisa a pesos surgen los números en rojo.
No es una novedad para nuestro país, por supuesto, porque este mismo drama prácticamente lo ha vivido todo el sector empresarial dedicado a la exportación, y cuanto mayor valor agregado se da al producto, mayor es el desfasaje y más delicada la situación de la empresa.
Según los empresarios de Midgold, además de que los ingresos no se modificaron en este período, el valor de la fruta no ha tenido firmeza en el mercado, por lo que los empresarios consideraron que no eran competitivos, porque además de este escenario, debe tenerse presente que otro importante porcentaje de utilización es de combustible y energía eléctrica, de costos muy onerosos en el Uruguay y que son además los más caros de la región, incidiendo en el precio final y dejando a la producción nacional en inferioridad de condiciones respecto a la Argentina y Chile, que compiten directamente por los mercados en contraestación.
Así, los empresarios de la zona de Chapicuy han evaluado que es muy difícil el desafío de competir con Chile --fuerte productor de arándanos--, “ya que para ellos producir un kilo de arándanos tiene la mitad del costo, lo que permite una mejor rentabilidad”.
El punto es que no estamos tampoco ante un caso aislado, sino que el cierre de Midgold significa una baja más en las empresas del sector que quedaron por el camino. Ya son varias las empresas importantes del rubro en el país que han cerrado y quedan muy pocas dedicadas exclusivamente a dicho fruto, al punto que en el sur, donde la baya se da en menos volumen y más tardíamente, el arándano ya se ha dejado de producir y solo quedan plantaciones en el norte del río Negro, sobre todo en Paysandú y Salto.
Así, mientras Uruguay llegó a tener 850 hectáreas plantadas con arándanos en todo el país, hoy quedan unas 350 hectáreas, y al sur de Paysandú prácticamente no quedan productores. La producción actual está concentrada en Paysandú, Salto y parte de Artigas y particularmente en Gamorel, que es el principal productor y exportador. Como bien explicaba asimismo el empresario de Azucitrus Tony Fraschini, además de influir la elección de variedad que se hizo al principio en Uruguay, luego corregida, en el caso del sector, “como otros agrícolas y no agrícolas, los rubros que eran muy intensivos en mano de obra pasaron por un período durante cuatro o cinco años donde los costos se dispararon, se perdió competitividad y muchos terminaron desapareciendo”.
“Hoy el escenario se ha revertido en parte: sumando la reconversión por variedades de mayor producción a los costos más equilibrados, está en un proceso interesante para empezar a crecer. Pero la realidad es que los arándanos tuvieron un pico y hoy están en menos de la mitad de lo que se plantó originalmente”. Uruguay comenzó a exportar arándanos en 2003 y fue aumentando paulatinamente, tuvo su mejor año productivo y de exportaciones en 2011 (cuando llegó a ser la tercera fruta de mayor exportación) con la producción exportada de 2.713 toneladas y una facturación de 16 millones de dólares.
Y si bien las perspectivas de los mercados intencionales no son malas y hasta podría catalogarse de favorables en cuanto a la demanda y precios normales, el problema es que el Uruguay ha quedado fuera de precios, como en tantos rubros, porque somos un país caro para producir.
Ello indica que más allá de problemas puntuales más agudos que otros en empresas, sectores o subsectores, son los costos los que agobian a productores de bienes y servicios, y hasta que no se establezcan los correctivos de fondo, lo que se haga serán solo fomentos y paños tibios de ocasión, para seguir más o menos tirando, pero sin muchas expectativas de una nueva brisa estructural que resulte en generar la sustentabilidad que sigue ausente.
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