Paysandú, Miércoles 19 de Agosto de 2015
Opinion | 14 Ago La Comisión de Salud del Senado aprobó el proyecto de ley del gobierno por el que se dispone que la concentración de alcohol en la sangre para los conductores de cualquier vehículo que se desplace por la vía pública sea de “0,0 gramos por litro” en lugar del actual 0,3 gramos por litro de sangre, que es el límite legal.
La iniciativa provino de la Unasev y su principal impulsor ha sido su director, el médico intensivista Gerardo Barrios. Es que con una tasa de 15 fallecidos cada 100.000 habitantes, casi cuatro veces más que la media europea, Uruguay está comprometido a cumplir las metas de la ONU que aspiran a reducir a la mitad esa cifra de muertes antes del año 2020. Además, hay que considerar los dramas y costos sociales que generan los más de 30.000 lesionados que deja al año el tránsito en nuestro país.
Esta “ley seca” ciertamente debe ser recibida con beneplácito, pues de hecho está vigente en otros países. Y en Uruguay desde 1994 para el transporte colectivo de pasajeros. Desde 2008 se extendió a taxis, remises, ambulancias, transporte escolar, materiales peligrosos y cargas.
Debe ser recibida con agrado aun cuando en los países más desarrollados no es usual el 0,0, y que del total de los siniestros graves que se registran en Uruguay, solo en un 6% de los casos algún conductor involucrado tenía alcohol en sangre. Según registros de la propia Unasev, países como Alemania, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Holanda, Italia, entre otros, admiten una tolerancia de hasta 0,5. En Estados Unidos, la tasa es del 0,8. Y en esos países la tasa es de 4 muertos cada 100.000 habitantes; 3 veces menos que en Uruguay.
Pero, porque siempre hay uno, llama poderosamente la atención que no se haya considerado incluir en el proyecto de ley el “0,0 drogas”. Tolerancia cero al alcohol, pero nada se dice de la marihuana, la cocaína u otras drogas. Aun cuando Barrios dijo ante la comisión del Senado que “si uno se fuma un porro de marihuana y toma alcohol, por más que sea poco, multiplica por 30 la probabilidad de tener un siniestro grave”.
Es un elemento multiplicador de riesgo, pero en buen romance será totalmente legal consumir otras drogas y conducir. Se sabe que eso es un riesgo para quien conduce, quienes lo acompañan y quienes interactúan en el tránsito. Pero aun así, nada se piensa legislar.
Hay una visión contradictoria evidente que pareciera tener un origen ideológico más que racional. Sí a alcohol 0, pero no se puede ser tolerante con el consumo de drogas. El mensaje debe ser uno solo: si consume alcohol o drogas, no maneje. No obstante, hasta ahora, el proyecto es contradictorio. Una paradoja en un país con reglamentaciones de tránsito hasta más duras que las del Primer Mundo, pero que es permisiva en aspectos elementales.
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