Rurales | 22 Ago La situación sanitaria en relación a la enfermedad de Muermo en Brasil puso en alerta a los Servicios Ganaderos del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), que dieron a conocer detalles en un comunicado.
Ante la preocupación de la Comisión Departamental de Salud Animal de Rivera y médicos veterinarios de libre ejercicio, así como el intercambio de información con las autoridades sanitarias del estado de Río Grande del Sur en relación a la situación de la enfermedad en la región y “al riesgo inherente al contacto y aglomeración de equinos provenientes de diferentes áreas de la frontera con Brasil”, el ministerio recomienda “no realizar eventos de concentración de caballos en el territorio nacional, en un radio aproximado de 50 kilómetros de la frontera con Brasil, por el término de 90 días”. El ministerio explica que “el muermo es una enfermedad bacteriana zoonótica grave, que afecta principalmente a los caballos, mulas y asnos. Algunos animales mueren en forma aguda en pocas semanas. Otros se infectan en forma crónica, y pueden propagar la enfermedad durante años antes de morir. Aunque la enfermedad no es común en los humanos, es riesgosa para la vida y muy dolorosa. Sin el tratamiento con antibióticos, la tasa de letalidad puede alcanzar el 95%. En ocasiones, el muermo puede afectar otras especies de mamíferos, en especial, miembros de la familia felidae”.
Además “fue un problema en los équidos a nivel mundial durante varios siglos, pero esta enfermedad fue erradicada de la mayoría de los países a mediados del siglo XX. Actualmente, los brotes son poco frecuentes y se informan desde áreas geográficas limitadas. En regiones no endémicas, se pueden observar casos en personas que trabajan con el agente causal, Burkholderia mallei, en laboratorios bajo condiciones de bioseguridad. En el año 2000, se informó la infección en un investigador de los Estados Unidos”.
“El muermo también es considerado una grave amenaza bioterrorista. Se ha convertido al Burkholderia mallei en un arma y se la utilizó como arma biológica contra los caballos del ejército, los animales y los humanos, durante la primera y la segunda guerra mundial. Si este organismo es aerosolizado durante un ataque biológico o en un accidente de laboratorio, el índice de morbilidad podría ser elevado”, añade el comunicado.