Paysandú, Miércoles 26 de Agosto de 2015
Opinion | 20 Ago El contexto de la actividad socioeconómica del país ha tenido una involución, que se ha acentuado en los últimos meses y no para bien, lamentablemente, pero con escenarios diferentes por área de actividad, por rubro y por destino de la producción de bienes y servicios, pero con un común denominador que es consecuencia del “efecto dominó” inevitable, porque lejos de estar en compartimientos estancos, hay una relación que es producto del entramado de la propia sociedad.
Es pertinente evaluar por ejemplo la perspectiva del sector industrial, por ser un factor que dinamiza la economía, porque da valor agregado, procesa materias primas, convoca mano de obra especializada y en el área de la exportación, exporta trabajo y tecnología nacional.
Es así que un informe divulgado en las últimas horas por la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU), relevó que las expectativas de los empresarios, tanto para su firma como para la economía en general, se deterioraron en junio en relación a mayo, alcanzando los peores niveles desde abril de 2009.
En junio, el neto de respuestas entre los que ve que la economía estará peor y los que creen que estará mejor en seis meses fue de -39 puntos (41% piensa que estará peor, 50% que seguirá igual, 2% cree que estará mejor y 6% no contestó). Para encontrar un saldo neto similar, hay que ir hasta abril de 2009, con -45 puntos.
Tras una evaluación de este escenario, el presidente de la CIU, Washington Corallo, indicó a El País que la coyuntura actual es diferente, por ejemplo, a la situación de 2009. En aquel momento, los precios de las materias primas no habían caído tanto como ahora; China no presentaba signos de desaceleración y Argentina y Brasil mantenían un comercio más estable con Uruguay, aseguró.
Explicó que “hoy Brasil tiene problemas serios, Argentina pone dificultades para el ingreso de productos uruguayos, Venezuela sigue con problemas. Además, China no sólo devalúa, también tiene problemas para la compra de commodities, Europa se recupera pero lentamente y Rusia también está con dificultades”.
Asimismo, ha comenzado a restringirse la demanda, al punto que Corallo consideró que “si seguimos exigiendo al aparato productivo como hasta ahora y no tenemos una prestación urgente para analizar las causas de pérdida de competitividad en Uruguay, vamos a tener más problemas”, aseguró.
Indicó que la intención de la CIU es trabajar en conjunto con el gobierno. “Pero, los tiempos del gobierno son distintos a los de las empresas y es muy importante buscar medidas urgentes paliativas para las compañías que atraviesan problemas coyunturales y no estructurales”, sostuvo.
La percepción de los empresarios del sector industrial es que la situación continúa en una fase de retroceso, y que será peor. “En este momento el escenario es malo. Hasta hace unos meses sosteníamos que estábamos en amarillo. Ahora, la aguja del termómetro está llegado a la zona de luz roja”, afirmó Corallo. Recordó que hasta hace unos meses el 33% de los sectores industriales se ubicaban en nivel positivo, el 30% en neutro y el 28% en negativo. “Actualmente estamos con más del 50% de los sectores en retroceso”, señaló.
No se necesita ser un experto en economía para evaluar que no solo estamos en una desaceleración de la economía, sino que en algunos lugares --Paysandú se manifiesta como uno de ellos-- hay un estancamiento y hasta un retroceso como consecuencia de la pérdida de puestos de trabajo, despidos y envíos al Seguro por Desempleo, y que en el Interior, como regla general, se percibe antes que en Montevideo las consecuencias en la caída de la demanda por un freno en la actividad agropecuaria.
Este escenario que ya hemos sufrido los sanduceros desde hace un tiempo, de lo que han sido claros ejemplos los problemas en Azucarlito, en AmBev, en la exPaylana (Cotrapay), en la cerámica, en aserraderos, en el sector lechero, en la construcción, producción de arándanos, además de emprendimientos de menor porte, se va generalizando a nivel nacional, pero lamentablemente se ha hecho caso omiso a estas señales desde el gobierno nacional, donde deben adoptarse las medidas que impliquen respuestas a esta realidad, y por lo tanto se ha dejado transcurrir un tiempo valioso.
Y a nivel nacional, ya en el primer año de gestión el gobierno se enfrentó con dificultades laborales generadas por el cierre de varias empresas. La automotriz Chery dejó de producir automóviles en Uruguay y despidió a su plantilla de 350 trabajadores, en tanto el sector lácteo también tuvo dos cierres importantes: uno, el de Ecolat que dejó sin empleo a 300 personas; el segundo caso fue el de Schreiber Foods que siguió el mismo camino y allí fueron 170 empleos directos, que significan cientos de empleos indirectos afectados más. Este mes, luego de un año de estar intervenida, Fripur tomó la decisión de no producir más y el martes fue su último día de procesamiento de pescado, en una empresa líder en el rubro cuyos mayores costos están en la mano de obra --más de 900 trabajadores-- y el combustible; justamente dos de los “insumos” que más se han encarecido en los últimos años. Todo eso en medio del comienzo de la quinta ronda de los Consejos de Salarios donde se definen los ajustes a las remuneraciones del sector privado, con cada vez más exigencias de los sindicatos, que es como alimentar el fuego con gasolina.
En este contexto, los industriales piden que el gobierno tome medidas urgentes y de fondo, como la rebaja de los aportes patronales que efectúan al Banco de Previsión Social (BPS) y también de los costos energéticos del sector, lo que obraría en alguna medida como una suerte de contraprestación al apoyo de los empresarios al combate a la inflación a través del acuerdo de precios de semanas atrás, con el mismo carácter temporal.
“La CIU apoyó ese acuerdo, pero no puede implicar más pérdida de competitividad. Hay un equilibrio macroeconómico que hay que saber cuidar y buscar la manera para que el aparato productivo del país no se caiga”, afirmó Corallo.
También pidió cautela para la negociación de los ajustes salariales en la negociación colectiva. “Los sindicatos tienen que ser conscientes que muchas empresas se están quedando sin trabajo y que no hay peor aumento que el que genera desempleo. Entendemos que hay gente que gana muy poco, pero es preferible ganar algo y no quedarse sin trabajo”, advirtió.
Ya aquí se requiere ser muy claros y desideologizados en procura de coincidir en las soluciones, porque la magnitud del desafío necesita conciliar medidas pragmáticas desde el gobierno y la asunción de responsabilidades por los socios en la empresa, que son el capital y el trabajo, lo que indica que cada uno debe ceder algo de su parte para acordar acciones en respuestas que nos ayuden a zafar de esta encrucijada.
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