Paysandú, Sábado 29 de Agosto de 2015
Opinion | 26 Ago La Noche de la Nostalgia, como ocurre en los últimos años, promovió campañas especiales de prevención en el tránsito y encontró unidas a las instituciones públicas y privadas en el mismo objetivo, el de hacer comprender a los conductores de cualquier tipo de vehículos la importancia de no consumir alcohol ni ninguna otra droga porque en ello les va la vida y la de otras personas.
Notable fue la campaña de la Unidad Nacional de Seguridad Vial (Unasev) que quitó el énfasis desde dentro del vehículo y lo llevó a la parte quizás más sensible de toda persona, la de su familia y amigos. El pensar que una persona de nuestro entorno querido pudiera recibir una llamada haciéndoles saber que hemos sufrido un accidente, probablemente tiene mucho más poder de convencimiento que si se hace pensar solamente en nuestro propio cuerpo y dolor.
La misma Unasev llama la atención a lo que realmente importa, que está lejos de una sola noche, sino que se debe extender a todo el año. Porque no es precisamente el único problema en el tránsito el consumo de alcohol u otras drogas. No solamente por eso se puede provocar un accidente con perjuicio personal y a terceros.
Es cierto que quien primero debemos pensar en lo que hacemos es cada uno de nosotros; somos responsables directos de nuestras acciones. De eso no hay dudas.
No obstante, para algo está el Estado, que es quien en nuestro nombre ha creado una estructura que vela por todos en todos los aspectos y al cual alimentamos con el pago proporcional de impuestos. Y es desde allí donde se deben mantener las acciones más allá de los operativos puntuales de la Noche de la Nostalgia para detener a quienes no aceptan las reglas ni comprenden que para vivir en una sociedad saludable es necesario actuar en concordancia con lo que se ha legislado.
Son los menos, sin dudas, pero por el contrario exigen el mayor esfuerzo. Es la lucha que la sociedad se debe porque los siniestros de tránsito en lugar de reducirse aumentan. Es cierto que también aumentan la cantidad de vehículos, pero eso no es una justificación.
En los últimos días un conductor atropelló a un niño que cruzaba una cebra, que claramente da preferencia al peatón. Una imprudencia sin dudas --como las infinidades que se cometen en ese y cualquier otro lugar, a cualquier hora--, o hasta una distracción; no un acto premeditado. Pero terriblemente peligroso y que de hecho provocó heridas al menor de edad.
La senda peatonal se usa en toda la ciudad y de manera permanente se aprecia como los conductores no la respetan. Es allí donde se debe actuar, con inspectores de tránsito en espacios donde se sabe hay enorme cantidad de infracciones. Y hacer que se pague con multas. Pero no cuando se va a pagar la patente porque el 40% no lo paga. Hay que buscar un método más concreto y cercano para que por el golpe en el bolsillo se aprenda a respetar las normas.
Porque el consumo de alcohol y otras drogas sí es preocupante; pero no es lo único que nos debe preocupar en la calle.
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