Paysandú, Sábado 29 de Agosto de 2015

Entre el desinterés y la necesidad de trabajar

Opinion | 26 Ago Mucho se ha hablado y escrito sobre los problemas en nuestra enseñanza, que en realidad tienen un origen multicausal, con tendencias claramente establecidas en cuanto a que gradualmente se sigue perdiendo calidad y respuestas respecto a las demandas del mundo laboral.
Y si la problemática es multicausal, las respuestas también deben provenir desde diversos ángulos. Pero a esta altura no es temerario inferir que hay una relación causa-efecto, porque cuando el niño sale ya mal preparado desde Primaria e ingresa a Secundaria --un ambiente y métodos muy distintos, con varios profesores y un corte abrupto con el perfil de relación que se tiene con el maestro--, ingresa en una incertidumbre en la que pierde referencias.
En las últimas horas se ha conocido a través de una publicación del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) que el sistema “aburre” a los alumnos, y que los jóvenes dejan educación por trabajo o “desinterés”, lo que coincide en gran medida con este diagnóstico, pero que naturalmente no tiene solo este origen. Según publicó El País, la publicación “Logro y nivel educativo alcanzado por la población” con información procesada por el equipo de estadística del MEC en base a la Encuesta Continua de Hogares del INE, cuatro de cada diez jóvenes de entre 15 y 20 años no estudia.
El guarismo no es poca cosa, porque estamos hablando de un 40 por ciento. En tanto surge del relevamiento que entre los más jóvenes la principal razón de desvinculación parece ser la falta de interés: casi uno de cada dos entre los jóvenes de 12 a 14 años y cuatro de cada diez entre los de 15 a 17 (46,5% y 41,4%, respectivamente), con relativa independencia del nivel socio-económico familiar del estudiante, señalan este factor.
El subsecretario del MEC, Fernando Filgueira, y el director de Investigación y Estadística, Gabriel Errandonea, presentaron estos datos que indican que entre las razones de la desvinculación en educación media, hay situaciones que afectan exclusivamente a las personas del quintil más bajo de ingresos y particularmente a las mujeres. “Porque quedaste/tu pareja quedó embarazada” y “Debiste atender asuntos familiares”, es la razón para el 21,2% y 14,5%, respectivamente. Se observaron diferencias por sexo, región y nivel socio-económico: seis de cada diez personas que no estudian y no trabajan son mujeres (66,2%), casi siete residen en el interior del país (69,8%) y la mitad integra el 20% de hogares más pobres (49,9%).
No puede soslayarse la profunda repercusión y origen socio-económico de estos guarismos, porque como perfil predominante quienes abandonan los estudios son en su gran mayoría del interior del país y provienen de los sectores menos pudientes. Esto, por supuesto, agrava el panorama en cuanto a cómo se presenta el futuro para estas generaciones sin medios económicos y sin formación y capacitación para una profesión u oficio, con una mínima posibilidad de inserción en el campo laboral formal, al fin de cuentas.
Así, la desvinculación de los estudiantes de la enseñanza “es otro de los desafíos que enfrenta el sistema educativo formal”, indica el libro del MEC. Además agrega que “el principal problema se da en la educación media”, donde se pueden separar en dos tramos los intereses o desintereses de los jóvenes: los estudiantes que comprenden las edades entre 13 y 18 años aseguran que directamente “les aburre y no hay interés en las materias que se dictan”, pero para quienes son mayores de 18 años la brecha aumenta por los que declararon “haber ingresado al mercado laboral”.
Según este estudio, “la mitad de los jóvenes entre las edades de 15 a 20 se dedican solo a estudiar (50,7%)”, hecho que lleva a que las tasas de repetición bajen para esas edades. En tanto sobre los jóvenes que optan por no estudiar y no trabajar “hay que hacer un mayor esfuerzo”, aseguró Filgueira. Sobre el perfil de quienes no estudian ni trabajan se destaca que “siete de cada diez accedieron a educación media básica, mientras que el 18,5% accedió a la educación media superior”.
Filgueira reflexionó asimismo que hay que hacer un mayor esfuerzo en este quinquenio, sobre todo para ayudar en mayor infraestructura al interior del país, y reconoció que “en los territorios en donde tenemos una mayor promoción de jóvenes hombres (interior del país), no tenemos infraestructura de educación media adecuada, y por lo tanto tenemos que hacer un esfuerzo para llegar a esa infraestructura en estas zonas; ahí se concentra también la mayor desvinculación educativa”, agregó.
Por cierto que Secundaria es una etapa de la enseñanza en que ya se toman situaciones, con déficit proveniente de la escuela y en la formación de valores en el hogar, pero tiene asimismo gran incidencia en este desinterés que se acentúa en muchos estudiantes, sobre todo en el Interior, que la orientación del sistema educativo esté desfasada de las necesidades de los jóvenes de hoy y de preparar para el trabajo, y que ello se percibe a medida que el estudiante va creciendo y muchas veces pretende arrimar algún ingreso más al hogar o para sí.
Ello da la pauta de que en un alto porcentaje de los estudiantes, entre una multiplicidad de situaciones, se va generando una encerrona a la que no se le ve salida, pero que se traduce en un déficit educativo manifiesto, para el que lamentablemente no hay respuestas, mientras desde el ámbito docente se sigue ajeno a esta problemática. Así, solo se reclaman más recursos y salarios, sin reconocer que su participación debería ser decisiva en las respuestas, pero en cambio se insiste en ser cada vez más parte del problema.


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