Locales | 26 Ago Nostalgia. De noche, de madrugada, de día, de tarde. Quizás aquella nostalgia, tan bien escrita por Benedetti: “Obedeciendo a una nostalgia que era casi una costumbre, Fabián abrió su billetera y extrajo con cuidado el papel, ya amarillento. Era la última esquela de Juliana, escrita hace cinco años atrás”. Habían disfrutado una noche inolvidable, y habían soñado con que “esta necesidad del otro” durara. Pero no fue así. Juliana desapareció en aquellos “tiempos duros para cualquier búsqueda”.
Es que cada cual, cuando llega la hora de la nostalgia, tiene la suya. Quizás como la de “Clara”: “La siente,/ la escucha,/ la espera,/ y sueña. Se queda con su foto en un rincón/ y sueña encontrarla arriba,/ escucha susurrar un disco viejo/ que su Clara una vez le regaló”.
Volviendo a Benedetti, es probable que haya que coincidir en que “la válida, la única nostalgia es de tu piel”.
Algunos hasta quizás sientan nostalgia de aquellas noches de excesos, de alcohol, de cigarrillos. La sociedad ha avanzado y ahora es cuestión de cuidarnos y cuidar a los demás. La Unasev convocó a eso con su campaña para hacer pensar en nuestros familiares y amigos, en cómo se sentirían si recibieran una llamada que les diera la noticia de que estamos heridos o peor. Y la Fundación Alejandra Forlán lanzó un nuevo trago, el Despabilador (200 ml de una bebida energizante, menta y jugo de limón) para ponerle sabor pero sin alcohol a la noche tan esperada.
Y como cada tiempo pasado siempre nos parece mejor, también hay nostalgia de “aquellas Noches de la Nostalgia” donde no cabía un alma en ningún lugar. Esta vez, si bien siguió siendo una salida muy destacada en el calendario anual, no tuvo el impacto de otros años. Nostalgia. De eso se trata precisamente. De añorar aquellos primeros años de éxito.
Pudo ser que algunos no tuvieron el dinero suficiente, pudo ser que crecen las fiestas privadas, pudo ser que muchos se sintieron tentados por las ofertas más baratas en Colón y cruzaron el puente. Pudo ser todo eso y más. Pero incluso así, la música de décadas atrás volvió a reinar. No puede ser menos que patrimonio uruguayo la nostalgia. Aquí estamos, siempre mirando hacia atrás sin tomar en cuenta la experiencia de Edith, la mujer de Lot, que quedó hecha sal.
Pero estamos y eso es lo que importa. Y nos encanta la nostalgia tanto que disfrutamos de ella, incluso con un día de celebración nacional donde hacemos un viaje a aquellos días que jamas se nos borrarán de la memoria. Nostalgia. Toda nuestra. Felizmente.