Paysandú, Miércoles 02 de Septiembre de 2015
Opinion | 27 Ago Por razones de su actividad industrial o productiva, características geográficas y contaminación urbana no son pocos los países del mundo cuyas poblaciones viven en ambientes con afectaciones en su calidad de aire.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la polución del ambiente es el riesgo más grande en el mundo para la salud ambiental. Por esta razón, recientemente este organismo volvió a recomendar a sus países miembros que desarrollen sistemas efectivos de monitoreo de calidad del aire y registros de salud para mejorar la vigilancia de todas las enfermedades vinculadas a la contaminación del aire --como las respiratorias-- y muertes asociadas a la exposición por esta vía a sustancias nocivas para la salud.
No hay que ir muy lejos en América Latina para darse cuenta de lo privilegiados que somos en Uruguay de tener el aire que respiramos. Del otro lado de la cordillera de los Andes, Chile, por ejemplo, tiene históricos problemas de calidad de aire en su ciudad capital, Santiago.
En nuestro país, en cambio, fruto de nuestra geografía no tenemos problemas significativos, pero eso no significa que no haya que preservar ese patrimonio ambiental que poseemos.
El Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, a través de la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) y en articulación con otras instituciones del Estado, trabaja en una serie de medidas que apuntan a desarrollar una estrategia de reducción de emisiones y el fortalecimiento del monitoreo y evaluación en forma continua. En este sentido, se trabaja actualmente en el desarrollo de normativa que permita atender los principales problemas en esta área, que son el transporte y la quema de biomasa.
En este sentido, está en elaboración un decreto que fija estándares para calidad de aire, emisiones en fuentes fijas y fuentes móviles y se avanza en un plan de gestión de calidad de aire en Montevideo y área metropolitana. De acuerdo a lo indicado por autoridades de la Dinama, el mismo contempla aspectos como el control vehicular, la quema de leña a nivel residencial y comercial, el control de la pequeña industria y un monitoreo sostenido.
Aunque claramente, la capital del país tiene mayor riesgo de deterioro de la calidad de aire (que en realidad disminuye porque el predominio de vientos y la cercanía del Río de la Plata generan una situación favorable para la dispersión natural de posibles contaminantes), es bueno que las intendencias también contemplen los posibles avances normativos. Los escenarios favorables no son excusa para despreocuparse, muy por el contrario, deberían ser aprovechados para avanzar en acciones que garanticen un ambiente saludable para todos.
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